Esta comedia francesa la han visto más de un millón de espectadores en Francia, puede que sea por la bondad, inocencia y humanidad de su protagonista principal.
De Argelia a París
Hay una generación de españoles que han crecido viendo las comedias francesas de Louis de Funès y Fernandel en la televisión o en el cine. Eran largometrajes que congregaban a toda la familia, haciéndoles pasar un gran rato juntos frente al televisor o en la sala oscura. Es más, sin temor a exagerar puede que sean un par de cómicos más recordados y queridos para toda una generación. Ellos jugaban con la gestualidad y sabían sacar un gran rédito a su rostro, podríamos decir que gran parte de las situaciones cómicas surgían del humor físico. Aunque también cuidaban los argumentos que solían ser muy disparatados y surrealistas.
“La vaca” es una puesta al día en toda regla de ese tipo de comedia francesa de clara vocación familiar. La trama nos lleva hasta Boulayoune, un pequeño pueblo de Argelia. Allí vive el pastor y agricultor Fatah Bellabes, que está casado y tiene dos hijas. Este vive por y para cuidar a Jaqueline, su vaca. El Comité de la Feria de la Agricultura de París, que Fatah considera como la Meca de los campesinos, le invita a que Jacqueline participe en el Concurso Internacional Bovino. El único problema es que como la Feria no puede cubrir gastos, el desplazamiento lo tiene que costear el participante. Esto se convierte en todo un evento. La aldea se vuelca y le ayuda a sufragar los gastos. Así es como el sueño de Fatah se cumple, aunque tengan que hacer el viaje a pie hasta la ciudad de la luz.
Una poliédrica odisea bovina
El personaje central, al igual que los encarnados por Funes o Fernandel, es muy entrañable. Los guionistas “La vaca” juegan muy bien con su perfil. Es un auténtico cenizo, que consigue siempre estar en el sitio menos adecuado en el momento más inoportuno, aunque la suerte acaba siempre sonriéndole. Fatsah Bouyahmed da vida a la perfección el personaje, sabe jugar bien con sus límites, creando momentos divertidos. Consigue que el espectador entre de lleno en la trama de esta road movie bovina y darle ese punto de surrealismo que precisa. Esta es la segunda colaboración entre el actor y el realizador de la cinta, Mohamed Hamidi. Se aprecia que están cómodos en este tributo a la comedia francesa, porque en el filme hay homenajes implícitos y explícitos a “La vaca y el prisionero” (Henri Verneuil, 1959).
Hamidi opta acertadamente por actualizar las claves con las nuevas tecnologías y las redes sociales, sin entrar en críticas porque su objetivo es ofrecer al espectador un largometraje blanco, una comedia amable para ser disfrutada en familia. Las situaciones cómicas están muy equilibradas, porque unas surgen del enredo, otras de la comedia romántica al uso, jugando con el personaje secundario de Mokhtar, que no deja de ser un buitre al acecho de Naïma, la esposa de Fatah. También explora la brecha cultural, la comedia basada en la vergüenza ajena y finalmente, la comedia física donde rentabiliza al máximo las posibilidades físicas del actor principal, que evita caer en los grandes histrionismos de Funes. El realizador francés conjuga todos estos elementos con mesura y proporcionalidad, garantizando el éxito de la propuesta.
Frases destacadas:
- Fatah: “Limonada para todos”
- Fatah: “No te enfades, Naïma. Ya verás como este viaje nos trae cosas buenas”
- Fatah: “Todo es culpa del aguardiente”
- Fatah: “Siempre la lío, no lo puedo evitar”
- Fatah: “Enciendes la tele y solo hay bigotes. Cambias de canal y más bigotes. La apagas y más bigotes. Es telebigotes”
- Fatah: “Lo siento Phillipe. Soy muy sensible para ser árabe.”