Mar. Mar 19th, 2024

Jane llega a nuestras pantallas tras años de caótica producción, y con un director de reemplazo que, pese a cumplir, deja la venganza coja de alma y nervio.

Pensar en western es hacerlo en revólveres, espuelas, sombreros de cowboy, polvo y, por encima de todo todo, en testosterona. Henry Fonda, John Wayne, Clint Eastwood, Lee Van Cleef o Eli Wallach son sólo un pequeño extracto de una nutrida lista de inmortales héroes —o «jichos», como se les llama en mi tierra— que no hace más que confirmar el dominio del patriarcado en el salvaje oeste. Por esto, es muy de agradecer, entre el exceso de hombría y machadas varias, el toque que una protagonista femenina puede llegar a dar a tan longevo género.

La Barbara Stanwyck de “The Furies” (Anthony Mann, 1950), la espectacular Raquel Welch que dio vida a Hannie Caulder en la demencial rareza homónima dirigida por Burt Kennedy en 1971, esa pistolera interpretada por Sharon Stone en la infravalorada delicia pulp “Rápida y mortal” (Sam Raimi, 1995) o la mismísima Novia del díptico “Kill Bill” (Quentin Tarantino, 2003, 2004) ejemplifican a la perfección el encanto que una fémina armada hasta los dientes puede impregnar sobre un mundo dominado por hombres, siendo la última representante de tan selecto —y tristemente minoritario— círculo una Natalie Portman que se alza como la única superviviente de la caótica fase de producción inicial de “La venganza de Jane”.

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Atendiendo al catastrófico proceso de gestación de “La venganza de Jane”, iniciado en el año 2012, y a través del cual han pasado nombres de la talla de Michael Fassbender, Bradley Cooper y Jude Law, tan sólo para abandonarlo en detrimento de otros proyectos más apetecibles, era de esperar que el filme terminase siendo un auténtico desastre, especialmente gracias al hecho de que su directora original, Lynne Ramsay (“Tenemos que hablar de Kevin”), decidió abandonar el proyecto y no personarse en el set el primer día de rodaje. Afortunadamente, el equipo que tomó el testigo de Ramsay, con Gavin O’Connor (“Warrior”) a la cabeza, ha conseguido salvar de la quema —sin alardes, eso sí—, a este desacompasado drama indie disfrazado de western.

La herencia recibida de este juego de las sillas perpetrado por el equipo técnico y artístico se traduce esencialmente en un O’Connor que parece especialmente auto consciente de su posición como director de reemplazo, cumpliendo sin destacar como un narrador desapasionado —aunque eficiente— que deja huérfana de alma y garra a una historia de revanchas y amores perdidos con muchísimo más potencial del explotado finalmente.

Ni tan siquiera despuntes de calidad como la secuencia que conforma el clímax de la cinta, dilatado, violento, y con un tratamiento formal impecable, o un Joel Edgerton cuya interpretación y personaje devoran casi literalmente a la Jane de Portman sobresaliendo como lo mejor del largometraje, logran enmascarar el aura de decepción que rocía a “La venganza de Jane”. Un desencanto al que tampoco ayuda lo más mínimo la narrativa torpe y arrítmica a la que el constante vaivén de flashbacks arrastra hacia los límites del aburrimiento en ciertos pasajes, haciéndonos pensar en qué hubiese sido del filme de no haber sufrido el infierno de su fase de desarrollo; algo que, probablemente, hubiese librado a lo último de Gavin O’Connor de perderse en el limbo de lo sencillamente aceptable.

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Frases destacadas

  • Jane Hammond: I’ve been runnin’ my whole life. I gotta put my face to it.
  • Jane Hammond: My life’s worth isn’t your concern.
  • Jane Hammond: Where…is…my…child?
  • Jane HammondYou so much as flinch and I will blow your head off!

Trailer oficial

Por Víctor López G.

Sociópata altamente funcional. Ex-gordo. Ex-ESCAC. Superhéroe a tiempo parcial y cinéfilo a tiempo completo

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