Robert Downey Jr. nos trae al famoso doctor y sus animales en una película definidas por algunas críticas como “el anti-cine”
El personaje del Doctor Dolittle, creado en los años 20 por el escritor Hugh Lofting, es un icono relativamente popular. Aunque probablemente en la actualidad sea conocido por la película protagonizada por Eddie Murphy “Dr. Dolittle” (Betty Thomas, 1998), un vehículo realizado a mayor gloria del cómico, esta peculiar figura que tiene la habilidad de poder entender y hablar con los animales ya había vivido numerosas aventuras de corte más clásico en las páginas de las obras de Lofting y había contado con otra adaptación de tibia recepción en 1967 con “El extravagante Doctor Dolittle” (Richard Fleischer), fracaso de taquilla y de público que consiguió, eso sí, nueve nominaciones a los Oscar incluyendo mejor película tras una agresiva campaña llena de sobornos, aunque eso sería otra historia. Obviamente el Hollywood actual no iba a dejar escapar la oportunidad de traer de vuelta a un personaje con el que poder llenar sus abundantes arcas.
Supuestos profesionales
Sobre el papel, esta última versión tenía pinta de alzarse por encima de las anteriores traslaciones a la pantalla. Y es que, ¿qué podía salir mal de una adaptación más fiel a las historias originales, con un director de cierto prestigio y un reparto plagado de estrellas encabezado por el actor más taquillero de la actualidad? Respuesta corta: Todo. Y es que de verdad que cuesta muchísimo encontrar alguna virtud en los 108 largos minutos de metraje. Durante la post-producción del filme salieron rumores sobre los problemas que había tenido Stephen Gaghan a la hora de llevar a buen puerto la película, con historias que trataban sobre su megalomanía en plató, su ineptitud para trabajar con efectos especiales e incluso la presencia en el set de rodaje de su perro de actitudes racistas (ladrando e intimidando a cualquiera de una etnia que no fuese blanca). Tales historias, que según se comentan llevaron a que Gaghan fuese apartado durante el montaje, podrían parecer habladurías descabelladas, pero cobran sentido viendo la película.
Podríamos empezar enumerando un guion malo, sin paliativos, en el que se expone una aventura predecible y carente de emoción, aunque el mayor problema reside en un humor que se divide entre lo pueril y lo irónico, resultando el primero demasiado burdo para el público adulto y el segundo demasiado enrevesado y referencial para los más pequeños, resultando además impostado en su interacción con la trama. Hasta aquí nada que no hayamos visto antes en cientos de películas, el mayor problema se encuentra a la hora de traducir el libreto en imágenes. Y es que esta “Las aventuras del Doctor Dolittle” es uno de los peores blockbusters visualmente hablando de la historia. Una planificación visual absolutamente delirante y un montaje frenético que parece desconocer las nociones básicas cinematográficas (hay errores de raccord bochornosos). Convierten una aventura plana en un producto absolutamente esquizofrénico, sin termino medio entre la sosa composición de los planos con humanos y los esperpénticos momentos de unos efectos especiales que tampoco son nada del otro mundo. Tan dolorosa de ver que no deja espacio para que florezca ninguna emoción.
Animaladas
Contagiado por la parte visual de la película se encuentra un reparto lleno de nombres de campanillas realizando algunas de las peores interpretaciones de sus respectivas carreras. Lo de Robert Downey Jr. como el personaje protagonista no tiene nombre, uno de los intérpretes más carismáticos de nuestros días realizando una pobre parodia del peor Jack Sparrow solo que aún más desagradable y con un acento terrorífico. A su lado, se pasean con la cara visible el peor Michael Sheen imaginable o un Jim Broadbent haciendo de si mismo sin muchas ganas. Comparado con todos ellos, el inane pirata interpretado por un extravagante Antonio Banderas resulta el mejor parado sin que haya demasiado que destacar. Respecto a las voces de los animales, nos encontramos con grandísimas figuras como Emma Thompson (metiendo criminales voces en off), Rami Malek, John Cena sin que ninguno pueda hacer gran cosa con sus simples y ridículos personajes. Y uno se pregunta qué necesidad tienen gente de la talla de Ralph Fiennes o Marion Cotillard de hacer unos cameos vocales sonrojantes (más allá de cobrar sin que se les tenga que ver el rostro). De los niños protagonistas que acompañan al Doctor y que no aportan absolutamente nada a la trama mejor ni hablar.
Hasta la banda sonora de Danny Elfman, de por sí una partitura no demasiado destacable, aunque cumplidora, parece sonar peor y tímida en el conjunto general. Uno podría esperar este tipo de calidad cinematográfica abismal de algo como “The Room” (Tommy Wiseau, 2003) o de numerosas cintas de terror de serie Z, pero no de una superproducción de 200 millones de dólares realizada por contrastados profesionales. Tampoco nos engañemos, es una película descaradamente infantil que intenta apelar a los más pequeños en casi todo momento, siendo el único público capaz de disfrutar de tantos chistes de culos y de pedos insoportables para mayores de cinco años, aunque sigue sin ser excusa que todos los demás tengamos que sufrir de una manera tan atroz una de las peores películas de aventuras que se recuerdan.
Frases destacadas
- «Está bien tener miedo»
- «Preparado para vivir una aventura sin limites» «Lo estoy»
- «Soy demasiado hermoso para morir»