Hossein Amini debuta adaptando a Patricia Highsmith con un thriller tan rutinario, como repleto de buenas ideas perdidas en un guión que no termina de despegar.
El legado de Patricia Highsmith.
La carrera de la novelista Patricia Highsmith podría catalogarse como especialmente prolífica si, además de al ámbito literario, en el que la autora firmó más de veinte novelas y otra decena de recopilaciones de relatos, atendemos al legado cinematográfico que sus novelas han cedido a un gran número de directores y guionistas; herencia que continúa produciendo adaptaciones al celuloide a día de hoy, diez años después de su fallecimiento.
La fantástica “Extraños en un tren” (Alfred Hitchcock, 1950), supuso la primera y más brillante incursión fílmica en el universo de papel y tinta de Highsmith. A partir de ese momento, un nutrido grupo de cineastas de la talla de Claude Chabrol han trasladado con mayor o menor fortuna las historias de la escritora norteamericana, destacando la labor de Wim Wenders en “El amigo americano”, pieza fundamental de su filmografía, y que resulta la mejor y más personal adaptación de la saga Ripley filmada hasta la fecha.
Hoy, lejos ya de ese 1950 en el que dio inicio la carrera de la escritora, es el debutante en la dirección Hossein Amini quien, con “Las dos caras de enero”, pretende aportar su visión particular de los pasajes que la prosista escribió en la novela homónima, y lo hace con thriller de corte clásico que atesora tanto unos despuntes de calidad en la dirección inesperados para un primerizo, como un desarrollo de lo más rutinario que se sumerge por momentos en las pantanosas aguas del tedio, cortesía de un guión repleto de altibajos.
Cuando la buena intención no es suficiente.
Si hay algo estimable en “Las dos caras de enero”, es que está rebosa buenas intenciones fotograma a fotograma. La buena mano de Amini en su faena como realizador queda reflejada en su destreza a la hora de situar la cámara para potenciar el suspense, latente en todo momento desde el final de un primer acto cocinado a fuego —demasiado— lento, y que alcanza cotas notables durante determinados segmentos del filme. Lamentablemente, y ejemplificando algo que será una constante a lo largo de toda la cinta, esta aptitud se queda en lo meramente anecdótico cuando, esclavo de un guión vacilante repleto de ideas que no termina de consolidar como si temiese resultar obvio o redundante, Amini se pierde en un desierto de titubeos y giros dramáticos cercanos a lo incoherente que convierten un interesante ejercicio de intriga en un juego del gato y el ratón vacuo y rutinario.
Las carencias que presenta el libreto del filme, afectan, por desgracia, al que se alza como el elemento formal más brillante del largometraje: la dirección de actores y la construcción de los personajes que estos interpretan. El terceto protagonista compuesto por Viggo Mortensen, Kirsten Dunst y un Oscar Isaac en estado de gracia, está dirigido con soltura y precisión por Amini. Las miradas, las líneas de diálogo, la interacción entre los personajes y la justificación de sus acciones parecen estar controladas en todo momento, dando lugar a secuencias de lo más intensas cuando confluyen los tres actores en escena dando rienda suelta a sus inseguridades y sospechas. No obstante, de nuevo ese “quiero y no puedo” presente durante todo el metraje vuelve a hacer acto de presencia, restándole enteros a unas interpretaciones más que notables al dinamitar el interesante trasfondo psicológico de las relaciones entre personajes haciendo menos hincapié del necesario sobre ello, y resolviendo el complejo conflicto paterno-filial existente entre la dupla Mortensen-Isaac de manera torpe y precipitada.
“Las dos caras de enero” es un título que, si se me permite la analogía facilona, le viene como anillo al dedo a un filme que muestra dos facetas muy distintas en un sólo producto. Cuando todo parece indicar que nos encontramos ante un ejercicio de suspense notable y lleno de detalles, un guión que funciona más como un lastre que como una base narrativa lo dinamita por completo, convirtiendo esos destellos que hacen de Hossein Amini un director a seguir de cerca, en un simple cúmulo de buenas ideas desperdiciadas, y que quedan a años luz de los maravillosos paisajes griegos que, por desgracia, terminan resultando el mayor aliciente de una cinta de usar y tirar que olvidaremos poco después de que finalicen sus títulos de crédito.
Frases destacadas:
Chester: «Siento haberte decepcionado…»
Detective: «Tenga más cuidado con quién hace negocios.»
Chester: «Estamos condenados a seguir juntos. Si yo caigo, caes conmigo.»
Rydal: «No lo hice por él…»