La trilogía del portugués Miguel Gomes que explora desde los cuentos de Sherezade la crisis económica actual
El director inquieto
“La mil y una noches” se abre de manera curiosa. En sus primeras secuencias, observamos a un Miguel Gomes aburrido que huye de su propio rodaje perseguido por todo el equipo técnico. El director de la internacionalmente reconocida “Tabú” regresa al largometraje, y qué largo, pues nos encontramos ante seis horas de metraje estructurada en tres películas tal y como se mostró en Cannes y Sevilla y por fin en salas españolas donde se estrenará una entrega a la semana. Pero el luso no acaba de encontrar muy bien lo que quiere. Por un lado, le interesa narrar una bella historia, una evasión de cine. Por otro, retratar el estado de Portugal tras los duros recortes sufridos en 2013 y 2014. Ante tal desafío, no acaba de hallar su sitio. Asistimos a imágenes filmadas sobre hechos reales, voces en off que ficcionan dichas secuencias. Pero no es hasta el minuto 25 que nuestro realizador se ilumina y el momento exacto donde se inicia “Las mil y una noches”.
“Las mil y una noches” de Portugal
El título de “Las mil y unas noches: Vol. 1 El inquieto” se abre sobre el rostro de una joven que se erige como una Sherezade que se mueve entre su esencia literaria y la reformulación sugerida por el cineasta. Desde buen inicio de este cambio de registro se nos advierte de que no estamos ante una adaptación, sino que lo que se narrarán serán realidades vividas en el país luso durante los últimos años tratados desde un prisma cinematográfico muy personal. En la isla de las vírgenes, se nos adentra en la esencia de la novela árabe y nos sumergimos en una trama episódica donde los diferentes capítulos se interrelacionarán con tal de despertar el irremediable deseo de conocer el desenlace en un rey que amenaza con matar a su víctima.
Crisis económica y de valores
La primera de las narraciones de Sherezade, algo que se inicia una vez inmiscuidos en la tercera esfera de la película, es decir, superada la imposibilidad de Miguel Gomes por filmar aquello que desea y dejado paso a la mujer que llevará el peso de la historia quien ya comienza a recitar sus cuentos, es quizás el ataque más global del filme. Una reunión donde se hablan distintos idiomas y tan solo hay una mujer entre tanta masculinidad, nos aventura desde un humor ácido e inteligente en las negociaciones de traje y corbata que acaban por afectar económicamente a millones de personas. Todo ello es representado desde el absurdo, la sordidez en la que se habla de cifras estratosféricas y donde al final se reduce su esencia al ego de unos hombres que se han empalmado, literalmente, por encima de sus posibilidades, por lo que han tenido que sacrificar al pueblo en pos de solucionar sus propios intereses.
Y este pueblo es el que podemos observar en el último arco argumental del filme, donde se acude al realismo casi documental donde oímos a los afectados por los recortes y la inmensa dificultad del mundo laboral existente. Y todo ello envuelto de una capa surrealista, de una melancolía y nihilismo muy desesperanzador. Aunque quizás la dicotomía entra veracidad e innovación poética nazca de un gallo parlanchín que une los intereses políticos por encima de su pueblo, de un pueblo que ante tanto mareo y señalamiento opta por el camino más fácil y una esencia vengativa, celosa y dañina implícita en la sociedad portuguesa a la que dan vida unos niños.
Libertad y mala leche
La obra de Miguel Gomes se antoja libre de ataduras, innovadora, en plena mutación formal. Todo ello ayuda a ofrecer un acercamiento a las penalidades vividas por sus compatriotas cargándolas de un irónico surrealismo que prende la mecha de una mala leche pocas veces vistas en un filme.
Frases destacadas:
- Sherezade: «Oh venturoso Rey, fui conocedora de que en un triste país…».