Las Plantas busca ser un relato de despertar sexual, una obra generacional, un reflejo de la adolescencia pero en el fondo no es más que un producto vacío de contenido cuyo obvio sentido metafórico hace que se pierda rápidamente el interés.
La película del chileno Roberto Doveris, y que ha sido Gran Premio del Jurado en la sección Generation 14 Plus de la Berlinale 2016, además de una Mención Especial del Jurado Joven tiene varias ideas que podrían haber sido interesantes si la película tuviera alguna clase de sentido más allá de la estética y del intento de epatar mostrando penes erectos. La trama gira en torno a una chica adolescente cuya madre está en el hospital y su hermano ha quedado en estado vegetal a causa de un accidente, y será ella, Flor, la que deba comportarse como una adulta ante la figura de su padre ausente y un tío irresponsable. El vivir sola junto con su hermano en una casa hará que se junte con sus amigos del colegio y empiece a descubrir el sexo, quedando con hombres para que se masturben ante ella en el portal de casa, hasta que al final da el paso y se acuesta con uno, clímax de la trama de la película.
Entre medias de este intento de ser un Larry Clark chileno, Roberto Dorevis, intercala una trama que no lleva a ningún lugar y se agota en seguida ya que sólo sirve para mostrarnos al espectador lo que ya hace el título de la película, que la vida moderna nos hace vivir en estado similar al de las plantas. Dorevis utilizará para esto la lectura de la protagonista de un cómic llamado Las Plantas y que plantea lo único interesante de la película, pero el director no se atreve a ir más allá y, como hemos dicho, lo deja como figura retórica. Según el cómic, las plantas abandonan sus cuerpos por las noches y se dedican a poseer a los humanos para poder vivir de forma móvil, hasta que poco a poco consiguen invadir a toda la especie. Este metajuego con dos lecturas de la ficción y con un homenaje a «Los Ladrones de Cuerpos» de Don Siegel, bien llevado podría plantear una interesante lectura a dos niveles entre cómic y película, realidad y metarrealidad, y permitiría, si la película y Dorevis qusieran, enfrentarse desde una ciencia ficción o un realismo mágico a lo que queda únicamente sugerido. Pero sin eso, la película se convierte en la historia de una adolescente que se pone palote viendo a señores tocarse.
Y, donde Larry Clark planteaba con «Kids» o con «Ken Park» una lectura sobre la sexualidad y sobre esta como rito de paso de la adolescencia a la adultez en sus diferentes formas, siempre desde un punto de vista alejado del glamour y de la sofisticación mostrando el sexo como lo que es, disfrute, goce, sordidez, descubrimiento, liberación, Doveris en «Las Plantas» lo introduce en un contexto «porque sí»que no obedece más que al deseo de epatar, cambiando las tornas y siendo el cuerpo masculino el objeto de deseo sexual (único acierto en la forma de manifestar la sexualidad). Es este el único valor cinematográfico y narrativo inteligente de Doveris y «Las Plantas», ya que estéticamente se abusa de planos artísticos sin justificación más allá de buscar una planificación molona para estudiantes de arte y no dramática ni narrativamente útiles, con abusos de primeros planos, planos de nucas, o situaciones que suceden en planos generales y que deberían mostrarse en medios o cortos.
En definitiva, «Las Plantas» es una película confeccionada desde lo artie y para lo artie, con una pretenciosidad excesiva que la aleja de la búsqueda del mejor recurso narrativo en aras de una artificiosidad estética que aparta del relato y no tiene una demasiada justificación y en el que el trailer nos vende la película como un psychothriller que no es.
Frases destacadas de «Las plantas»:
- Flor: «¿Vos pensás que las plantas tienen alma?»
- Flor: «Es mi hermano y tiene daño cerebral, por eso no se mueve»
- Flor: «Está todo bien, mami, no tenés que preocuparte»
Trailer de «Las plantas»: