“Las vidas de Grace” de Destin Daniel Cretton es la típica película independiente que parece más importante de lo que en realidad es.
Lo diré ya; el cine de género social, no existe, ya que los géneros son inmutables en fondo y forma y traspasan épocas y fronteras. Lo social cambia cada día, cada minuto, y es por ello que denominar a una película como “género social” no pretende sino definir espacios y temáticas que, siendo actuales, desaparecerán como lágrimas en la lluvia en un tiempo preciso para quedar olvidadas por otras temáticas completamente diferentes que no podrán encontrar relación ni coexistencia con las anteriores.
El “mal llamado” cine social aprovecha su vertiente melodramática para hacer más importante la historia que está contando y se disfraza de una supuesta superioridad temática y fingida que impulsa, entre otras cosas, la manipulación del público y lo que es peor; la manipulación de los sentimientos.
“Las vidas de Grace” representa perfectamente todo lo anterior y por ello, a pesar de ser en grosso modo una película destacable por algunos motivos que luego comentaremos, no deja poso a aquellos que, como yo, necesitan algo más a la hora de ver un filme.
Buenas intenciones y lugares comunes
La película relata la historia de Grace, una joven que trabaja como supervisora en un centro de acogida para adolescentes en situación de vulnerabilidad y que se verá afectada personalmente por la historia de una recién llegada; Jayden, la cual le recuerda a la dura infancia que vivió y los problemas que tuvo que enfrentar cuando tenía la misma edad que su tutelada.
A primera vista la historia podría haber dado para mucho pero desgraciadamente se queda en nada. Y se queda en nada porque es lo mismo que hemos visto una y mil veces disfrazado de algo nuevo. Para ello el director utiliza una puesta en escena supuestamente moderna y veraz (cámara en mano) que, en contra de reforzar la realidad del asunto, provoca despiste formal y aburrimiento.
Tampoco ayuda mucho el guión, lleno de lugares comunes y buenas intenciones. Abundan en la película escenas donde los personajes mayores le dicen a los pequeños “cuando tenía tu edad…” y entonces, de pronto, la escena se convierte en el típico monólogo sobre sentimientos, miedos y obsesiones que muchas cintas de cine independiente americano ofrecen para supuestamente conectar la historia con el espectador sin darse cuenta los artífices de la cinta que la suspensión del tiempo dramático utilizado para que el personaje protagonista de desnude delante de otro personaje (y por ende delante de nosotros, ahorrando tiempo al guionista para que de forma cutre y facilona la historia avance y conozcamos de manera verbal la verdad de los protagonistas), supone, al menos para mi, una verdadera perdida de tiempo, pues la película se convierte por tanto en una cosa que DEMUESTRA, y el cine, el buen cine, no tiene que demostrar, solo mostrar.
Si a todo lo anterior le unimos un par de fáciles metáforas que supuestamente quieren representar lo solo que algunos chavales se sienten en un mundo que los trata mal injustamente y la necesidad de escapar de ese mundo hacia otros lugares para ser más felices, tenemos como resultado una obra que contenta a todo el mundo y falsamente despierta en el público la ilusión de que con mecanismos lacrimógenos y una buena ración de “verbalización de sentimientos” todo puede ser mejor. El público burgués lo llama “cine social”, yo lo llamo “masturbación artística de nivel Z”. Repito, no me demuestren. Muestren. Ya sacaré mis propias conclusiones.
Puntos positivos en una cinta anodina
Como puntos positivos a destacar sería justo reseñar la enorme labor interpretativa de todos los actores protagonistas de la cinta, sobre todo de su protagonista; Brie Larson, que compone un personaje bastante compacto para lo fácil y manido que está escrito en el guión.
El ritmo de la cinta es otro acierto, pues aunque la narración se detiene algunas veces en grandes parlamentos que no vienen a cuento y refuerzan el carácter explicativo de los personajes, la cinta es llevadera y mantiene una justa tensión allá donde tiene que estar, creando, sino expectación por saber el final, al menos un visionado llevadero que no aburre ni desespera a pesar de los diversos defectos de la cinta.
El cine independiente Norteamericano es así
“La vida de Grace”, por tanto, es otra muestra más de ese cine norteamericano que está hecho para lavar conciencias y explicar, de manera pobre y escueta pero resuelta y llena de artificio, diversos aspectos de una sociedad que necesita reforzar y lavar los trapos sucios de familias y otras instituciones de cara al público y con una dosis suficiente de pornografía emocional para tranquilizar los demonios que todos llevamos dentro y creer que desde nuestras butacas todos creamos una sociedad mejor… sin haber hecho nada por ello.
Frases destacadas de “La vida de Grace”
- Grace: “Aún es pronto para que escapes de él y todo quede en un mal sueño“.
- Grace: “Estos chicos merecen una segunda oportunidad, si no es asi nuestro trabajo no habrá servido para nada“.