Mar. Mar 19th, 2024

Un blockbuster tan fresco como necesario, tan divertido como arrollador que, a pesar de tener detrás a una gran compañía que sin lugar a dudas tiene como pretensión final la villanía de generar valor de marca, se desmarca de otras product movies precedentes por conseguirlo como Transformers para acercarse más a producciónes anárquicas y de espíritu indie como, por supuesto, Lluvia de albóndigas pero también la excelente y poco conocida Pánico en la granja.

Algo sucede en el momento en el que el radiante jingle de espíritu ultraconservador “Todo es fabuloso” empieza a ser cantado con ilusión por el pueril héroe obrero de Lego City al comienzo de esta cinta. En la hilarante secuencia de apertura que le sigue, colmada de referencias cruzadas, de elaboradas piruetas jocosas que se superponen en un continuum de pretendido asombro hay algo que despierta al niño que tenemos en nuestro interior aunque, también, inevitablemente, nos coloca en modo de alerta.

“Todo debe quedar como en las instrucciones”, nos dice Emmet, un muñeco de Lego anodino (el muñeco anodino por excelencia de este mundo de bloques) para el que la vida es más feliz cuanto menos disonante. Un buen ciudadano sin ideas ni pensamientos identitarios que le convierten en el perfecto lienzo en blanco sobre el que se cincelarán los principios de la necesaria Gran Revolución que acontecerá a lo largo de la película a esta realidad huxleyana en que sus personajes se encuentran tan a gusto. Los bloques, nos dicen, ansían ser libres y poder mirar más allá de las limitadas directrices que les vienen dadas de serie. La Lego película es, entre otras cosas, una apelación emotiva al dulce recuerdo de aquellas evasiones de creativa emancipación legos libres mediante del público potencial de esta película (ya que, no nos engañemos, al lado de los niños que irán a ver la película estarán los padres que jugaban a construir bizarras naves espaciales con el famoso cubo rojo en el ayer). Y es en esto cuando nos asaltan las dudas de si Lego intenta redimirse de sus últimos desarrollos en el terreno de juguetes infantiles, si ha intentado subrayar un mensaje de marca que hace tiempo dejó de ser su fuente de ingresos principal o, simplemente un proyecto que, como era inevitable, se convirtiese en un éxito instantáneo.

Y es que no era difícil suponer que con semejante concepto de inicio la pericia de los ya manifiestamente resueltos y talentosos Phil Lord y Christopher Miller colocaba al proyecto de la película de Lego en buenas manos. Artistas del loop dopamínico, los directores, los mismos que nos maravillaron con las deliciosas Lluvia de albóndigas 1 y 2 y la poco apreciada Infiltrados en clase vuelven a cargar el celuloide de piruetas léxicas, anhelos buenistas y bombardeo pop. Las electrizantes posibilidades que mezclan el vasto universo de relatos que posee la compañía junto con su elemento primordial (originario, mítico) de ser este el mundo codificado por excelencia permitían una obra que no decepciona a nivel intelectual y emotivo (disfrutarás como un niño de los cruces referenciales y reirás sin remedio con todos y cada uno de los gags humorísticos), y a la que se le intuye un subtexto de cinismo irónico tan poco incendiario como divertido.  Pero será el cliffhanger final, donde pasamos del mundo en bloques al mundo real, donde se nos destapa el verdadero significado del plan de los súpermalos, la guinda perfecta para coronar una historia que ni podía haber sido mejor contada ni podía dejar otro mensaje que no fuera el de que, en una economía tan centrada en el capitalismo contracultural y autoconsciente, las instrucciones no son las que vienen en la caja, sino la que a todos nosotros, sin darnos cuenta, nos han tallado por dentro.

Frases destacadas de La Lego película:

Supercool: ¡Eres súperdecepcionante en todos los sentidos!
Emmet: ¿Supercool? ¿Es que eres DJ?
Superman: ¿Alguien tiene algo de kryptonita para darme?
Batman: Si quieres que nuestra relación funcione debo poder irme con un montón de hombres desconocidos cuando me apetezca.
Batman: Yo sólo trabajo con el negro. Y a veces con un gris muy, muy oscuro.

Por Esther Miguel Trula

Periodismo Complutense. He visto y he leído. Si hay que elegir, soy más de Edgar Wright que de Robert Bresson. Por suerte no hay que elegir. Mientras vivo en el norte, en mí cabaña en el bosque, mantengo el blog que actualizo asiduamente gracias al poder omnisciente de Internet. La dirección es http://flamencastone.com/ My home, sweet, home

5 comentarios en «La Lego película: aventuras y desventuras del obrero pop»

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