El día que vi Lo imposible me había levantado con resaca. El dolor de cabeza fue lo primero en pasarse pero aún así el mal cuerpo me impidió desayunar en condiciones. Con todo a las 8.30 de la mañana me fui al Kursaal a esperar cola porque estaba seguro de que esta película no se la iba a perder nadie en todo Donosti. Y así fue efectivamente, una fila kilométrica de seres humanos esperaba para entrar.
Sentado en la butaca y con las luces apagadas J. A. Bayona hizo su primer truco comenzando la película en negro con un sonido ensordecedor, todo el mundo pensaba en una ola pero lo que mostró el director era un avión. El avión en el que iban los protagonistas de esta angustiosa epopeya. Y tras una presentación algo torpe de los personajes, aunque es posible que Bayona quisiera dejar claro hasta qué punto esta familia, que residía en Japón y que se iba de vacaciones de navidad a disfrutar de los paraísos del sudeste asiático, eran unos estirados, Bayona pausaba el tiempo con varias secuencias repletas de una calma artificiosa que todos los presentes sabíamos que explotaría en cualquier momento.
Y llegó ese momento, la ola de Bayona no solo inundó a los personajes sino que empapó a toda la sala. Bajo un agua nauseabunda de color marrón la cámara no se despegaba de Naomi Watts. Los objetos (y cuando digo objetos me estoy refiriendo a farolas, vehículos..) van golpeando al personaje que la actriz interpreta. Bayona ha recreado el sufrimiento y la angustia de manera soberbia. Con sólo 30 millones (íntegra producción española) el director de El orfananto ha conseguido algo a lo que Clint Eastwood ni si quiera se acercó con su correcta y descafeinada Mas allá de la vida. El estomago se me empezó a encoger. Heridas abiertas, desperfectos mesiánicos para retratar las brutales consecuencias de un tsunami.
El sufrimiento sigue liberándose de la pantalla y Bayona no se priva de enseñar nada para que las tripas del espectador se retuerzan más, si cabe. En mi caso a punto estuve de necesitar ir al baño, el asiento se me hizo muy pequeño… no fui el único. En la sesión vespertina tuvieron que parar la proyección para sacar a un anciano de la sala. Pero todo tienen un límite y Bayona sabía que en algún momento había que dar tregua al espectador. Para eso utiliza a Ewan McGregor y su parte de la historia. Miré el reloj, tenía curiosidad de saber cuánto tiempo nos había estado maltratando el director, 50 minutos. No está mal.
En esta segunda parte el tono se relaja, y claro, la manipulación sensiblera se desata sin control. La música penetra en tu cerebro indicándote cuando debes emocionarte, las historias de repente tienen como columna vertebral el capricho de un destino cruel aunque a ratos demasiado condescendiente. Todo está escrito y rodado para que sueltes la lagrimita, que yo en mi butaca casi suelto porque no soy de piedra y sí, Bayona consiguió engañarme. Y no solo a mí, la mitad de la sala moqueó durante los últimos 20 minutos.
Cuando Lo imposible termina la sensación es de haber presenciado una espectacular trampa sentimentaloide, pero espectacular al fin y al cabo. Bayona ha firmado un filme que debería barrer en taquilla y ojalá que así sea. No recuerdo haberlo pasado tan mal en el cine como en los primeros 50 minutos de Lo imposible, y así se lo hice saber al director cuando me lo encontré en una fiesta es misma noche. “Bayona, la primera hora de tu película es soberbia”, le dije, “Gracias…”, me contestó dubitativo. Claro, se debió preguntar qué pasaba con los 50 minutos restantes.
Calificación: 6,5
Bueno, ya veo que yo no soy el único que valora bien la película pero considera que podría estar mejor si no buscara tan desesperadamente la lágrima del espectador.
Lucassss, Lucasss, papa y mama llaman a Lucas. como si los otros no existieran. La peli está bien. Cierto que un poco desgarradora. A mi lado habia un grupito de pijitas que lloraban y gemian como madalenas: ¿Es para tanto? ¿soy insensible al dolor humano? tal vez ¿soy mayor?. Estas y otras preguntas estaban en mi cabeza mientras conseguia encender un cigarro. La respuesta vino a mi, esos 50 minutos iniciales son demasiado densos, pesados. Hay un momento en que dejas de prestar atención, modestamente creo que tendría que haber dosificado mejor el dolor y la tensión en vez de ponerla toda de golpe para despues relajarla y convertirla en lacrimogena. ¿Se salvara mama? en fin ese 6,5 parece una nota mas que bien