Mar. Mar 19th, 2024

Alocada y libérrima cinta que nos sumerge en un thriller neo-noir que reformula a Hitchcock para acercarse a la literatura pulp y a la estética pop

Resulta complejo definir con palabras la extraña mezcolanza de estilos visuales y narrativos que guarda en su interior un filme tan excepcional como «Lo que esconde Silver Lake«, aunque más complicado resulta configurar un pastiche repleto de referencias de distinta índole y concentrarla en un producto tan sugerente y cohesionado como el nuevo trabajo de David Robert Michell. Si con «It follows» abría el fuera de campo en función de la tensión y el suspense dentro del cine de terror, en esta ocasión su ambición va mucho más allá de abrazar un solo género. Vuelve a abordar la sexualidad distorsionada y el desamparo sentimental de la juventud, en esta ocasión ya en la edad adulta, pero desde un prisma cinematográfico mucho más amplio y libre.

De entre los muertos

El inicio de «Lo que esconde Silver Lake» no puede ser más Hitchcockiano. Tras conocer a una atractiva joven rubia, como no podía ser de otra manera, el joven protagonista  decide iniciar ciertas pesquisas de manera individual para conocer su paradero tras su repentina desaparición. Lo hace recorriendo buena parte de Los Ángeles en coche, empinando unas cuestas cuyos planos nos rememoran sin dudarlo a los que protagonizaba James Stewart en «Vértigo» (1958) en San Francisco. A su vez, el uso machacón de la banda sonora busca encontrar cierta complicidad en el espectador, evidenciando la cita, y a la vez parodiándola, distorisionándola y convirtiéndola en un acompañamiento más que nos sumerge de lleno en los primeros compases de tan salvaje relato. Todo ello acompañado de un continuo sentido del humor que busca adentrarnos en la comicidad del absurdo de situación. La dejadez emocional del protagonista y la parodia a ciertos elementos que el cine de terror se suele tomar en serio (véase la esperpéntica escena del animal muerto que grita), sugieren al espectador que lo que está a punto de suceder no debe en ningún caso tomarse en serio. La fina línea entre lo real y lo pesadillesco se une en un descenso a los infernos casi lyncheano, abordando un espacio repleto de referencias pulp pero siempre tratado desde un montaje y un empaque visual pop. Los distintos personajes que rodean a nuestro protagonista van de lo grunge y esperpéntico pasado por una capa creepy, a la ridiculización de lo cool, de las clases adineradas y el postureo más pijo. Un viaje alucinógeno más salvaje que los pudimos ver en cintas de los hermanos Cohen o Martin Scorsese como «El gran Lebowski» (1998) o «¡Jo, qué noche!» (1985).

Un filme en definitiva que se disfruta de una manera inmersiva, cuya abrupta inmersión en la distorisión de los códigos cinematográficos y su apuesta por el absurdo puede chocar a más de uno, pero si el espectador se deja embadurnar, puede disfrutar de una aventura audiovisual sin igual. Un viaje donde se reflexiona sobre la autoría, el sentido narrativo de la obra, la cordura, la diferencia entre lo onírico y lo real la capacidad de disfrutar de una estética que nos habla de la juventud estadounidense de hoy en día desde una perspectica que huye voluntariamente de cualquier atisbo de verosimilitud y realismo.

Frases destacadas:

  • «Me estabas mirando desde tu balcón. ¿Te estabas masturbando?»

Tráiler de «Lo que esconde Silver Lake»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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