Retrato de una juventud punk colombiana que busca escapar de una realidad en blanco y negro
En Las venas abiertas de América Latina, publicado en 1971, el escritor uruguayo Eduardo Galeano incluyó su poema «Los nadies». Un crudo texto que empieza de la siguiente manera:
«Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca…».
Y esa parece ser la pasión interna que recorre la sangre de los diferentes jóvenes que protagonizan coralmente el filme de Juan Sebastián Mesa, la de escapar de una prodredumbre existencial vista desde un prisma visual que impregna la realidad del blanco y negro, más bien grisáceo, que opaca sus vidas. Porque la cinta que hoy abordamos busca incorporar el ambiente urbano de Medellín como un protagonista más, un laberinto inabarcable que absorve las esperanzas de sus distintos protagonistas.
El punk como única vía de escape
«Sueñan los nadie con salir de pobres», pero de una pobreza moral, habría que añadir al verso de Galeano para referirnos a este largometraje. Porque sus personajes parecen querer revelarse contra las instituciones establecidas encarnadas en la familia, el dinero y la religión. Algunos de estos jóvenes tienen hasta una vida acomodada, con padres que les pueden pagar el asistir a la universidad. Pero no por ello van a renunciar a ganarse su propio dinero en lo que ellos consideran un arte urbano, buscando su expresión personal ya sea desde los números de malabres, circeneses, musicales, o desde el grafitti. Un modo de vida que se sustenta en una estética que provoca el rechazo de los padres, ya sea en forma de tatuajes, piercings o peinados, como el guion del filme busca indicar en tres ocasiones distintas con diferentes protagonistas. También en la importancia de las drogas y la música punk como cénit del desagrado y desencanto que siente por la sociedad actual. Ya que la idea no es la de mostrar una generación perdida, sino más bien una juventud desubicada que desea con fuerza construirse una nueva identidad propia.
Acercamiento coral pero íntimo
La dirección de la cinta busca ahondar en todos sus personajes. Es por ello que en muchas ocasiones, cuando estos interactúan con otros, la cámara se detiene en unos primeros planos que demuestran respeto por ellos. No obstante, la utilización de actores no profesionales puede resultar acertada en algunas escenas, pero en otras rompe la ilusión de realidad de manera muy abrupta dejando la sensación de que quizás el enfoque más certero hubiese sido el documental. Porque aunque funcione con la juventud, los familiares de éstos, salvo en excasas ocasiones, acaban sobreactuando y ridiculizando en exceso las secuencias que tratan de ser deliberadamente cómicas. Tampoco ayudará al objetivo realista y social del filme la utilización de diferentes estilizaciones a modo de comentario del autor, dignificando a sus personajes pero valiéndose de un montaje y música que no casan con la esencia que trata de reflejar la cinta.
Frases destacadas:
- «Apoyen el arte para no hurtarte»
- «Os espero en la estación, si no están, me voy solo»
- «Suerte, manda de gonorreas»
- «Mi tía me hizo un exorcismo»