Joss Whedon nos devuelve, de nuevo, a la edad de la sorpresa, en la que sumergirte en un cómic era sinónimo de aventuras más grandes que la vida.
Joss Whedon nos sorprendió a todos, hace ya 3 años, con la que fue la mejor película de superhéroes jamás hecha. Por supuesto que «Los Vengadores» tenía carencias, entre ellas un metraje demasiado largo en algunos puntos debido a ser la clásica película de presentación de personajes. Pero fue la demostración de que Marvel es la que mejor entiende a sus personajes y que tan sólo hace falta alguien como Whedon, que capture perfectamente la esencia de lo que es un cómic de superhéroes y lo que un fan del cine de acción demanda, sin buscar oscuridades impostadas ni caer en el pop más sonrojante. A partir de ahí y después del inesperado bombazo que fueron los «Guardianes de la Galaxia», dentro de un mundo de bombazos como es el cine de Marvel, Whedon asume el reto de dirigir la que es la pieza pivotal de esta Fase II y que marcará parte de los acontecimientos que están por venir en la nueva etapa, a esperas de lo que el epílogo en forma de película del «Hombre Hormiga» nos depare.
La importancia de los personajes
La segunda parte de una trilogía, si podemos considerar a los Vengadores como parte de una de ellas, es tal vez, la más difícil de insertar en ese contexto y que funcione como película por sí misma. Whedon es consciente y realmente aprovecha los 150 minutos de metraje para dotar a su obra de una profundidad que la primera no tenía. Es esta profundidad en el trato de los personajes, en ahondar en el fuero interno de cada uno de ellos, lo que otorga empaque a la misma cobrando, casi más importancia esta parte en el desarrollo posterior del filme y en los elementos que, seguramente, se vayan desplegando a partir de 2017, que las escenas de acción. Pero no porque las escenas de acción no sean importantes, sino porque el contrapunto entre acción y personajes dota de significado cada acto de los Vengadores y el por qué hacen lo que hacen y, sobre todo, cómo se enfrenta cada uno, con su propia individualidad a las disyuntivas que el trabajo en un grupo de Superhéroes conlleva. De este modo y gracias a los poderes de uno de los personajes que se presentan en esta nueva entrega, Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), nos adentramos en los miedos y los demonios personales de cada uno de ellos, conociendo sus vulnerabilidades y su manera de enfrentarse a ellas a medida que avanza la historia. Y es en este espacio interno, en el que se permite el desarrollo de personalidades, donde encontramos un tiempo necesario para que los nuevos personajes puedan desarrollarse, a la par que realizan su propio arco de transformación y los veteranos puedan profundizar más en sus características propias, haciendo de esto uno de los puntos fuertes de «Los Vengadores: La era la Ultrón». Los gemelos Wanda y Pietro Maximoff (Aaron Taylor-Johnson), La Visión (Paul Bettany), Ultrón (la voz de James Spader) e incluso Ojo de Halcón, al que apenas vimos como mero extra en la primera; son elementos claves en la película gracias a este espacio. Incluso Ultrón, que se desarrolla en los tebeos a lo largo de varias decenas de números hasta revelar su plan maestro, consigue hacerse creíble en su esquemático y tal vez demasiado evidente papel como villano. O un Hulk, cuyo miedo a perder el control se hace más claro gracias a su incipiente interés romántico. O Tony Stark, acuciado por el terror a no hacer todo lo que esté en su mano para salvar a la Humanidad, asumiendo que el fin, dentro de su perspectiva moral, justifica los medios.
Épica de tragedia griega y ecos shakesperianos
Aún así, al igual que Roy Thomas, Steve Englehart y Brian Michael Bendis; Joss Whedon consigue dotar al personaje de Ultrón de un dramatismo Shakespeariano en el que, su necesario contrapunto en forma de La Visión, plantea la dualidad de la elección tan característica de las tragedias clásicas. Además, vemos crecer romances e historias inesperadas que dan un giro a lo que teníamos preestablecido de cada miembro de los Heroes Más Poderosos de la Tierra. Porque lo que realmente nos emociona y nos engancha, de Marvel, no son exclusivamente las batallas cósmicas o enfrentarse a amenazas que acaben con la vida en la Tierra. Lo que realmente importa es lo que pasa entre bastidores, las escenas en la sala de descanso, las reflexiones morales y las decisiones que los héroes, como los de Homero, Esquilo o Eurípides deben afrontar, (puede parecer una boutade, pero Stan Lee, Roy Thomas, Claremont, beben más de las fuentes clásicas que de cualquier otra). Y es que, si vemos planos calcados de las míticas viñetas de Buscema de la Visión reflexionando mirando a través de una ventana, entenderemos, mediante recurso visual, las cuitas interiores a las que se enfrenta el personaje. O entendemos las decisiones que llevan a Ojo de Halcón a ser como es, tras conocer su secreto, y adoptar ese punto crítico que le han llevado a renunciar, en los tebeos, de su puesto en Los Vengadores más de tres veces. Es todo ese proceso interno el que, a medida que va pasando la película, nos va llevando a ver cómo va a haber un cambio de guardia en la, en apariencia inmutable, alienación del equipo de superhéroes Y veremos cómo las nuevas incorporaciones van a ir cobrando importancia, del mismo modo que en los cómics y, tal vez, Whedon sea capaz de hacer que la alineación más recordada de los Vengadores fílmicos, sea, al igual que la de los cómics, la formada por los secundarios de lujo, con Ojo de Halcón, la Avispa, la Bruja Escarlata, Mercurio y la Visión.
Acción de «autor«
Pero ya hemos hablado de personajes. Pasemos ahora a la Acción, con mayúsculas. El inicio de «Los Vengadores: La era de Ultrón», es un auténtico ejemplo de como trasladar la grandilocuencia y ligereza del dibujo a la gran pantalla y nos deleita, del mismo modo que un splash page de George Perez o de John Byrne, con la misma sensación de belleza en la composición del plano y en la presentación narrativa de los hechos. Empezar in media res, con tamaño despliegue de planos secuencias, y con tamaña coreografía de movimientos es, hablando en plata, sacarse el miembro viril y demostrar que el cine de acción es, ante todo, un arte puramente estético. Y la estética de la acción es bella porque, esa acción, filmada con una maestría digna de cualquier cine-artista que, si usara esa técnica para explicarnos cualquier otra cosa cargada de una profundidad sentimental extrema o buscando la estética por la estética, lo estaríamos encumbrando como un AUTOR. Y tan autor es Whedon cuando elige contar un tebeo de la manera que lo cuenta, haciendo la auténtica traslación entre medios que vale, más allá de experimentos manieristas al estilo de «Sin City» o «Spirit»; como Iñarritu y el famoso plano secuencia de su «Birdman». Cada decisión estética en la filmación es la adecuada y seguramente sea eso lo que casi ha acabado con la salud de Joss Whedon, agotado física y mentalmente tras el rodaje. Saber dotar a cada plano de la misma espectacularidad, pero no en aras únicamente de esa espectacularidad porque sí, sino porque en una película de Marvel, ESA es la manera de hacer las cosas, el modo Marvel. Desde la ya mencionada escena de inicio, hasta la batalla final en un tercer acto antológico en cuanto a ritmo, espectacularidad y emoción (pese a que siempre parece que el ejército de villanos acaba siendo infrapoderoso en relación a la amenaza planteada), Whedon se destaca como un maestro artesano dotando a cada escena de la necesaria dosis de Marvelosidad y molonidad bien entendida, dentro del contexto en el que estamos: Un cómic de superhéroes adaptado al cine.
Y es que así es. Marvel sabe perfectamente el producto que tiene en sus manos y cómo dar al público un producto de una calidad descomunal sin traicionar el espíritu de lo que es: un tebeo a 25fps. Capaz de entusiasmar al público infantil y de dejar pegado en la butaca al padre de ese niño, que de nuevo, se retrotraerá a su propia infancia y será capaz de disfrutar de un producto que se toma en serio cuando ha de hacerlo, pero que sabe reírse de su propia condición de tebeo de superhéroes. Es esta espectacularidad, esta grandilocuencia bien entendida, este volvernos a la infancia sin dejar de ser adultos, la que está llevando a Marvel a realizar las que son las mejores películas de superhéroes y, por extensión de acción de, tal vez, todos los tiempos.
Frases destacadas de «Los Vengadores: La era de Ultrón»:
- Tony Stark: ¿No es lo que queremos? ¿Acabar esta lucha e irnos a casa?
- Ultrón: Sólo hay un camino para la paz. La extinción.
- Capitán América: Ya estoy en casa
- Mercurio: ¿No lo has visto venir?