Fernando León de Aranoa desaprovecha ideas inteligentes cargadas de crítica social en un retrato de Pablo Escobar maltrecho por las carencias del guion y los errores de casting
Fernando León de Aranoa, utilizando como base la autobiografía de Virginia Vallejo Amando a Pablo, odiando a Escobar, nos presenta la ascensión y caída del famoso narcotraficante colombiano desde una perspectiva más humana y sentimental. En concreto, gran parte del metraje estará dedicado a los encuentros entre la periodista y Escobar, aunque no por ello el cineasta dejará de plasmar las secuencias en familia o algunas de sus incursiones más violentas en sus negocios. Y lo que sorprende de esta propuesta, es que pese a querer sustentarse en las carencias emocionales de sus protagonistas, el filme tan solo logra brillar en sus escasas escenas de acción, dinámicamente rodadas. También en algunas ideas interesantes que dejan patente el interés del realizador español por la crítica y denuncia social. Veáse por ejemplo la acertada manera en la que se deja patente ante Estados Unidos que el problema del narcotráfico es que el dinero logrado regresa a Colombia en contraposición a la mafia italiana, quien lo gasta en terreno norteamericano. También la reflexión en la que el dinero consigue la representación política, corrompe partidos políticos por igual y logra el favor de los pobres cuando están desprotegidos por el gobierno.
Es por ello que siendo tan efectivas estas decisiones tomadas en los aspectos menos tratados del filme, sea una pena que el resto del metraje se descalarre y caiga reiteradamente en el ridículo. La voz en off de Virginia se antoja como una manera demasiado simple y obvia de subrayar al espectador el cariz emocional que toma la narración. Además, el hecho que todos los personajes colombianos de la cinta, sobre todo el propio Pablo Escobar y Virginia hablen en inglés carece de sentido alguno. Mucho más cuando incluso hablando entre ellos lo hacen con acento colombiano, intercambiando muletillas en español. Una decisión que nace de la necesidad de la financiación de la cinta, y que evidencia de nuevo la triste realidad que refleja el eterno conflicto entre comercialidad y calidad. Penélope Cruz se encuentra ante un personaje muy mal elaborado y su actuación se vive afectadísima, en las atípodas de cualquier atisbo de verosimilitud. Y parece más un error a la hora de perfilar este carácter y saber dirigirilo que mero fallo individual de una actriz que poco puede hacer para no excederse con el personaje. Tampoco sale bien parado Javier Bardem como Escobar, maquillado con una barriga que se siente demasiado falsa, y más cuando la cámara se recrea acercándose a ella, subrayando el trabajo de maquillaje y el deterioro físico del personaje. Solo las apariciones de Peter Sarsgaard consiguen dotar de cierta armonía el relato, pese al fuerte contraste que vive al compartir casi todas sus escenas con Penélope Cruz.
Estamos en definitiva, ante un filme cuyo enfoque a priori podría parecer interesante, y que sin embargo, lamentablemente su puesta en escena resulta fallida a muchísimos niveles. Y es una pena, porque como bien indicicábamos, existen punzantes críticas con sello del director y la escenas de acción están muy bien logradas. Pero la involuntaria comicidad del duo en pantalla de los protagonistas, a cual más afectado que el anterior, restan cualquier indicio de verosimilitud a una historia que por otro lado debería irradiar veracidad y más al basarse en hechos reales.
Frases destacadas:
- Virginia: «Amo a Pablo, odio a Escobar».
- Virginia: «Persiguen el narcotráfico porque el dinero regresa a Colombia»
- Pablo: «Si vienen unos tres disparas al que tengas más cerca, si son cuatro o más, pues…»