«Mad Max: Furia en la carretera» es una patada en los cojones de todas las películas de acción rodadas durante este milenio.
Aviso: Esta crítica está realizada bajo los efectos del flipe de ver «Mad Max: Furia en la carretera». Es posible que el autor se abochorne de lo que ha escrito, una vez se le hayan pasado los efectos de esta droga, allá por fin de año.
Una orgía para los sentidos
Acojonante lo de esta nueva visión de Mad Max. Si George Miller decía que esta nueva revisión, tal vez a medio camino cronológico entre la segunda y la tercera entrega, de su antihéroe postapocalíptico era lo que siempre había querido hacer de haber contado con el dinero necesario, nosotros no podemos más que bajarnos los pantalones y mostrar nuestras erecciones ante la brutalidad que ha parido el australiano. Como decía Barney Stinson en uno de los mejores episodios de «Cómo conocí a vuestra madre»: «un buen mix no puede decaer sino que ha de empezar fuerte y seguir siempre ahí petándolo, sin que haya ningún momento de relax durante el tiempo que dure«. Así es esta Mad Max. Como si de un recopilatorio de titulares de Pedro Piqueras se tratase, las dos horas y cuarto de película son un compendio de grandilocuencia aplastante, brutalidad apoteósica, desenfreno alucinante, locura catarquica y majestuosidad elefantiásica (creo que debo ir a buscar el diccionario a buscar más adjetivos) que nos van a dejar pegados a la silla cual amebas babeantes. Pero es que además sí, la película es bastante más que una sucesión de escenas apoteósicas. Miller tiene tiempo para construir a este nuevo y lacónico Max, interpretado con solvencia por Tom Hardy, haciendo que no echemos de de menos en absoluto a un personaje tan icónico como el Max interpretado por Gibson. Con el ya consabido trauma interno reflejado a través de flashbacks que emergen como destellos de montaje en momentos puntuales de tensión, Max Rockatansky adquiere la profundidad necesaria para que Hardy actúe. Y bien que funciona esta caracterización porque, manteniéndose en un hierático segundo plano, en esta nueva versión, el peso narrativo de la acción no va a recaer en Max sino en Imperator Furiosa, el personaje femenino definitivo del cine de acción, la «Tank Girl» que nunca fue. Un personaje hecho a la medida de una Charlize Theron en apogeo como heroína de acción, demostrándonos totalmente su potencial como protagonista en este tipo de cine.
Una película de acción feminista
Es esta nueva visita a este mundo de «sangre y fuego» no hace falta que me lance a desgranar argumentos, eso no es lo importante. Más allá de una excusa para mostrarnos coches tuneados de forma postpunk apocalíptica, persiguiendo a otros coches más grandes, tuneados de forma postpunk apocalíptica, la trama se desarrolla en la clásica fórmula de huida y persecución en la que, los que huyen, lo hacen asqueados de una forma de vida horrible y sometida a la voluntad de un tirano que controla las vidas de los que no tienen nada más que las migajas que éste quiere repartir y en busca de una esperanza que no existe más que en la revolución (metáfora acertada de nuestros tiempos). Y es en este apartado en el que Miller se moja y nos lanza un subtexto tremendamente feminista, más allá de darle el protagonismo a Charlize Theron. La huída es protagonizada por mujeres que son usadas como vacas lecheras y fábricas de niños, cuyo único fin vital es el de proporcionar hijos a Inmortan One. No hace falta ahondar más para darnos cuenta de lo que nos quiere explicar Miller, hay tantas feminidades como mujeres y no hay que ceñirse al hecho reproductivo para que una mujer sea plena. De ahí que el grito que lanzan las mujeres para reivindicarse sea el explícito: «No somos cosas». Algo que, en contraste con la reciente polémica a raíz del papel de La Viuda Negra en «Los Vengadores: La era de Ultrón«, es un paso adelante en la representación de la mujer en este tipo de cine.
Un espectáculo de «Heavy Metal«
Pero creo que le he estado dando demasiadas vueltas a cosas que nos alejan, aunque complementan, eso sí, el apoteósico espectáculo visual que es este Mad Max. Tal vez la obra de arte definitiva (en este género), cercano en su intencionalidad a la experiéncia orgiástica de un concierto de Heavy Metal (que bien ha hecho Junkie XL pasándose a la composición de Scores), y sí la referencia a la mítica revista de cómics no es gratuita. No hay más que ver al guitarrista que acompaña la cacería, subido en una plataforma cuál Steve Vai mutante y un muro de amplificadores, llevando a una nueva dimensión la experiencia de la música diegética. O los tambores que refuerzan de manera acompasada los movimientos, golpes y caídas de los personajes. Y es que del mismo modo que Wagner, Miller nos trae la experiencia audiovisual completa sin olvidar ningún tipo de elemento de todos los que forman una película. La música, como vemos está al mismo nivel de importancia que la imagen, pero es que la imagen ¡Por Humungous! ¡Qué imágenes! La composición de planos es brutal, cada escena, cada secuencia, cada plano; está detallado y planificado al milímetro y, si Miller nos lo muestra de una determinada manera en la pantalla, es porque cualquier otro plano no hubiera molado tanto. Es tal el dominio de la composición, que es imposible no quedarse flipado simplemente con la contemplación de cada imagen. En serio, es imposible no flipar. Acojonante, es la labor del etalonador al que habría que hacerle 20 monumentos, consiguiendo unos matices de color impresionantes, con la dificultad que radica la monocromía de los rojos y los azules de los días y las noches en el desierto. Y, al compositor de VFX y al director de Postproducción, habría que ponerles 20 pisos en el centro de Madrid a cada uno: hay matte paintings ESPECTACULARES, y el trabajo con las explosiones y los detalles que aparecen en cada una de ellas son, directamente, de levantarse y aplaudir. Todo fluye con una fisicidad que sorprende en los tiempos en el que la ligereza de los CGI es lo que predomina.
Y como un salvaje director de orquesta o de banda de puro metal, George Miller ha realizado la película de acción definitiva y yo simplemente doy las gracias por haberla podido ver en mi periodo vital en este mundo.
Frases destacadas de «Mad Max: Furia en la carretera»
- «Mi nombre es Max»
- «La esperanza es un error»
- «Vivo, muero y renazco»
- «Sed testigos»
- «Mi mundo es de sangre y fuego»
No puedo estar más de acuerdo con tu excelente crítica. Esta peli está de putísima madre. Viva Mad Max, viva Metal Hurlant (o Heavy metal) y viva George Miller y la madre que lo parió. APABULLANTE. No hay más que añadir
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