Este viernes llega a las salas «Madres Paralelas», la nueva película de Pedro Almodóvar, por la que Penélope Cruz se alzó con la Coppa Volpi a mejor actriz.
Más contenido formalmente de lo habitual
Almodóvar relata una historia no solo interesante sino incluso con un componente reflexivo que, pese a estar cogido con pinzas, termina funcionando. Para ello vincula dos tramas aparentemente inconexas. El autor español logra articular un discurso solvente sobre la fuerza reparadora de la memoria histórica a través del concepto de la maternidad rota. Por un lado, la película empieza con la historia de Janis (Penélope Cruz), una fotógrafa embarazada de un hombre casado, Arturo (Israel Elejalde). El día del parto conocerá a Ana (Milena Smit), una adolescente que ha sido violada y que dará a luz el mismo día que Janis. Entre ellas se entablará una relación amistosa gracias a un pasado familiar tumultuoso y que desembocará en un estrecho vínculo emocional tras los respectivos partos. Por otro lado, Almodóvar narra cómo el personaje de Janis, ayudada por Arturo, lucha por conseguir que se desentierren los restos de sus antepasados fusilados durante la Guerra Civil y perdidos en una fosa común.
En la puesta en escena encontramos los rasgos más característicos de la filmografía de Almodóvar, una propuesta visual marcada por composiciones forzosamente coloridas, un realismo artificioso y unas interpretaciones impostadas, como el caso de Milena Smit. Sin embargo, la construcción de la primera trama —de carácter más melodramático— es bastante notable, por varios giros de guion muy adecuados, a la par que ciertas ideas visuales y de montaje que logran mantener el interés la mayor parte del metraje. Nos referimos, por ejemplo, a la composición de un plano en el que Janis está sentada y cabizbaja al fondo de su habitación, desvelando la sensación de soledad, sufrimiento y desamparo del personaje; o, en otro momento narrativamente genial, una elipsis de Janis teniendo una relación sexual para, utilizando una cortina como elemento transitivo, pasar a mostrarla a punto de parir. “Madres paralelas” es una cinta que emociona y sorprende.
La reivindicación de la memoria histórica
En la segunda trama la reivindicación de la memoria histórica, en manos del director manchego deviene más didáctica que reflexiva y solo al final logra integrarse en la estructura de la historia. En cualquier caso, la unión de las dos tramas termina siendo sencilla pero eficaz: se intercala entre las imágenes de los cadáveres de la familia de Janis un plano de una de las hijas de la película (no desvelaremos cuál). El futuro y pasado de una(s) familia(s) quedan, por fin, unidos, ofreciendo un necesario equilibrio a su presente. La elegancia y sutileza con la que Almodóvar introduce el plano de la niña observando los restos de la fosa le sirven para reivindicar la fuerza reconstructora que puede generar en muchas familias de nuestro país el simple hecho de desenterrar y capturar la memoria de nuestro pasado.
Los amantes del cine de Almodóvar se encontrarán con una película en el que la pérdida y el dolor vuelven a compartir protagonismo con el amor y la esperanza. Al mismo tiempo, aquellos que sean más reticentes con la filmografía del manchego volverán a toparse con su amanerado estilo visual, no obstante, disfrutarán con una historia conmovedora que, además, aborda temas actuales que necesitan verse representados urgentemente en la gran pantalla.
Frase destacable (un ejemplo del tono didáctico que a veces toma la cinta…):
- Janis (a Ana): «Ya va siendo hora de que te enteres de lo que ha ocurrido en este país».