Drew Goddard lleva los preceptos de la Nueva ola francesa al thriller estadounidense en su nuevo y excelente trabajo, que acabará por sorprender al espectador.
Algo más importante que el dinero
El turista nada más ver el lago Tahoe se queda impresionado por lo grande que es. Este absorbe una gran cantidad de turismo nacional. Nada más llegar, se siente tentado a rodearlo con el coche. Esta idea le permite estar en dos estados. Reconocerá que ha pasado de California a Nevada porque los casinos se convierten en los protagonistas del paisaje. Drew Goddard decide sacar partido de esta particularidad del famoso accidente geográfico estadounidense y sitúa allí la acción de su nuevo trabajo, de tal forma que el ficticio complejo hotelero está justo en la línea los separa. Allí se darán cita siete personajes en enero de 1969. El joven Miles Miller, recepcionista del hotel, se encargará de registrar por orden al padre Daniel Flynn, la cantante Darlene Sweet y el vendedor Laramie Seymour Sullivan. Súbitamente llega Emily Summerspring. Laramie, por azar, descubrirá que Emily ha secuestrado a Rosie y la mantiene encerrada en su habitación. La joven conseguirá zafarse un momento y llamará a su mentor Billy Lee, que acudirá a rescatarla. Uno de ellos sabe que allí está enterrado el botín de un robo que tuvo lugar diez años antes. De esta forma da comienzo un extraordinario e interesante juego de apariencias, donde nadie es lo que dice ser, de la misma manera que se deja entrever que el Royale vivió tiempos mejores. Sutilmente, pasado y presente se darán cita creando una colisión de intereses entre los personajes.
Goddard de la misma manera que en “La cabaña en el bosque” deconstruía el género de terror y jugaba con sus clichés, en este caso hace lo mismo, pero con el thriller. El relato juega con toda una variedad de estereotipos de la novela negra: un robo, un pederasta, drogas, asesinatos, secuestros, policías, ladrones, élite que comete pecados en la privacidad de las habitaciones y un par de personajes verdaderamente inocentes, que acabarán pagando las consecuencias de pasar por allí. Para ello construye un argumento típico, un robo que sale medio bien, y el superviviente acaba por esconder el botín en una de las habitaciones. Lo mejor son los constantes giros de guion, muy bien planificados, y unos personajes perfectamente definidos. Da igual que aparezca solo un par de minutos, sabe dimensionar la psicología de los personajes con una sola secuencia. Sirva como ejemplo el cameo de un famoso autor canadiense. Como Drew va tejiendo las historias creando una pieza singular y maravillosa, donde cabe todo… la sorpresa, el humor y el drama. Es más, el resultado es un gran relato Pulp, que esperamos verlo nominado en la categoría de mejor guion.
Una vez más, al igual que en “The Martian”, la música juega un papel fundamental en el desarrollo argumental y a ritmo de los acordes de la mítica Motown, va explorando las distintas habitaciones y la conserjería. Así es como plantea un juego que posee distintos niveles de dificultad. En un primer nivel, el espectador debe descubrir antes de que lo desvele este singular autor dónde está el botín. A la vez, se irán desvelando las pistas del segundo nivel, donde al final de la película el espectador deberá descifrar qué personaje se esconde en el botín robado por los hermanos O’Kelly.
Un filme muy personal
En el marco referencial se aprecian que la sombra de Tarantino es alargada. Billy Lee podría haber nacido de la pluma del creador de “Pulp Fiction”. Y ya que hablamos de este singular autor estadounidense, no podemos pasar por alto a un referente en su obra, sobre todo de “Jackie Brown”, nos referimos al padre de la Nouvelle vague (Nueva ola francesa), Jean Luc Godard. En “Malos tiempos en el Royale” es importantísimo el contexto histórico para resolver uno de los juegos que nos plantea. Nos ofrece distintas perspectivas de determinados acontecimientos para que el espectador tenga más información. Se nota la total libertad narrativa de su autor a pesar de ser un filme de un gran estudio, lo que le convierte en una auténtica rareza.
Los personajes parece que carecen de un rumbo, y que se dejan llevar el azar. Los sonidos, luz y, sobre todo, la música surgen de una manera orgánica del argumento, llegando a caracterizar a los personajes, como en el caso del tema de Deep Purple, «Hush» con el personaje de Billy Lee. Todo ello aporta una gran autenticidad y frescura al filme. Todo ello hace que “Malos tiempos en el Royale” sea una maravillosa genialidad, es espléndida y fascinante. Nos demuestra que Drew Goddard es un autor, porque no olvidemos que para este movimiento francés el autor es el director, que impregna con su personalidad el celuloide sin importarle las modas imperantes, y todo parece indicar que ha encontrado su hueco en la industria de Hollywood, de la misma manera que François Truffaut lo hizo en la francesa.
Frases destacadas:
- Miles Miller: “Este no es un lugar para un sacerdote, debería irse”
- Miles Miller: “Pueden escoger una habitación en California o en Nevada”
- Padre Flynt: “Hay partes de mí vida que mejor no recordarlas”
- Jefe de la organización: “No se inmiscuya”
- Emily Summerspring: “Es el mal en persona”
- Billy Lee: “¿Creías que podrías llevarte algo mío y no te encontraría?”