“Mátalos suavemente” generará detractores por sus irregulares trazos, mecánicas preestablecidas y su halo pretencioso, también contará con adeptos.
Mientras suena el discurso de aceptación de Obama en la Convención Demócrata de 2008 cargado de intencionalidad optimista, un yonki deja un oscuro y abandonado edificio para encontrarse un iluminado parking. Las palabras “esperanza”, “cambio” o “sistema financiero” se entremezclan con la imagen de cientos, miles de mugrientas bolsas de basura que revolotean alrededor del personaje mientras cada pocos segundos se corta la escena para llevarnos a la negrura total imbuida por una angustiosa nota musical decadente y premonitoria. Esta es la introducción de Mátalos suavemente. Un paradigma de la lírica emponzoñada sobre el declive del sistema económico (más bien cardinal) de la América actual y envuelta aquí en peli de gángsters que se erige como la nueva osadía (demasiado hinchada, todo hay que decirlo) de Andrew Dominik. Si bien el filme generará detractores por sus irregulares trazos, mecánicas preestablecidas y su halo pretencioso, también contará con adeptos, al ser una pieza oportuna y hasta cierto punto atrevida para comprender el abatimiento que experimentaron y experimentan los votantes de la izquierda estadounidense.
Andrew Dominik, tras el humilde éxito de crítica cosechado en 2007 con El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, se decanta ahora por adaptar la novela Cogan’s Trade, de 1974 escrita por George V. Higgins (autor también de la novela Los amigos de Eddie Coyle adaptada en El confidente de Peter Yates). En Mátalos… mientras paseamos por esas chicanerías y zonas deprimidas donde todo repugna (mirar al pelo de los protagonistas es un ejercicio de valentía) los mafiosos (subsistema alternativo pero equivalente al establecido) tienen importantes dificultades económicas. El segundo robo provocado en una timba clandestina de póker poco después de la anterior, esta vez organizada por dos parias adictos y acabados causa el caos entre los habituales del juego, y los mandamases piden castigo para los culpables y una advertencia a los torpes (sufrirás con el talante de Ray Liotta). Y mientras Brad Pitt, James Gandolfini, Vincent Curatola o Ray Liotta colman unos papeles hechos a su medida, la sorpresa serán Scoot McNairy y Ben Mendelsohn, quienes ejecutan unos roles de incuestionable intrincación con tanto o más talento que sus compañeros de reparto.
En tiempos de recesión depredadora todos se venden a la supervivencia y aquel atractivo nimbo que ostentaba el mundillo criminal desaparece para dejarnos una sensación de desesperanza vital, de desarraigo visceral, del desaliento. Evasión, alcoholismo y culos judíos como vía de escape, los personajes de Mátalos suavemente se alienan cada cual a su manera. Y bajo esta premisa sencilla y trillada el ejercicio metafórico no se relaja, y lo sonoro (los diálogos y los efectos) toma forma de protagonista.
Como ya he dicho, este es un cine de género al uso, así que para variar, no sale ningún homosexual, negro o mujer, apenas dos minutos una de ellas con cinco frases, y es una prostituta cuya presencia no deja de ser una excusa para cosificarla. Sólo salen italianos y americanos, y la mezcla proveniente de ambos. Si esto es un cuento sobre el fallo que ha supuesto el neoliberalismo, de los engranajes que verdaderamente mueven el sistema, y si esto es post-obamaísmo, ¿dónde nos deja esto?
Barrett Strong – Money (That’s what I want)
http://youtu.be/0uqCocIh3_o
Frases destacadas:
- Russell: Si bueno, a la chica esa no la querría violar, pero todo le funciona ahí abajo.
- Frankie: Es como llevar una granada con un condón en la mano.
- Markie: Espero que sepáis lo que estáis haciendo.
- Conductor: Este país se va a la mierda, te lo garantizo. Le ha entrado la peste.
- Jackie: Bebes mucho, ¿no, Mickey?
- Mickey: Podría haber matado a cinco tíos sólo con la polla.
- Jackie: Se ha bebido lo que no se ha follado.
Calificación: 6.5