Una película colosal que no se limita a ser un guiño nostálgico sino que brilla por luz propia
El pasado 3 de diciembre se conmemoró el 45 aniversario de la primera emisión del anime «Mazinger Z» en la cadena japonesa Fuji Tv. Una serie de 92 episodios que se emitió ininterrumpidamente hasta 1974. Llevada a televisión tan solo dos meses después de la irrupción del manga en la revista juvenil Shonen Jump, supuso un éxito de audencia increíble que no solo cuativó a los espectadores sino que dio el pistoletazo de la salida al mecha, un género protagonizado por jóvenes que se ven en la necesidad de pilotar un robot gigante para salvar a la humanidad de monstruos (kaijus) que siembran el caos en la gran ciudad. No obstante, en España, tuvimos que esperar hasta los noventa para poder disfrutar del final de la serie puesto que se censuró su emisión por considerarse violento para el público infantil. Y resulta interesante recordar el final de ésta, pues esta «Mazinger Z Infinity», la nueva demostración de que cuando se lo propone, Toei Animation puede hacer las cosas bien, está ambientada diez años después de que finalizara la guerra contra el Doctor Infierno.
Es recomendable rememorar los últimos episodios para entrar de lleno en el planteamiento de este filme, aunque bien es cierto que tampoco resulta totalmente necesario. El final de la serie original, se entronca directamente con su continuación oficial, «El gran Mazinger», de 56 episodios. En ella cobran importancia Tetsuya y Jun, quienes pilotan a El gran Mazinger y a Venus-A respectivamente, mientras que Koji Kabuto, protagonista de la primera entrega, se vuelca en la investigación. En la película que hoy nos atañe, Koji, al igual que su abuelo, se ha convertido en una eminencia dentro dentro de su campo, a su vez, Sayaka, quien pilotaba a Afrodita-A, ocupa un cargo importante y demuestra grandes dotes de liderazgo. Tetsuya es el encargado oficial de velar por la paz con su robot y su mujer está embarazada.
Una nueva energía, una nueva amenaza
Los inicios del filme nos adentran con dinamismo dentro de un nuevo Japón. Superada su infatigable guerra con el Doctor Infierno, el país se ha levantado gracias al uso de la energía fotónica, tan saludable como peligrosa en caso de caer en la manos equivocadas. Nos encontramos ante un futurismo utópico e ideal que no tardará en verse truncado tanto por la irrupción del malvado villano como por incomprensión y falta de entendimiento entre los propios humanos. Y es que en cierta medida, uno de los temas de fondo de esta entrega, es la incomunicación, tanto a nivel global, como, sobre todo, entre el propio Koji Kabuto y Sayaka, una pareja en crisis por culpa de la pasividad de él. Estamos ante una cinta introspectiva, que sabe generar tensión, construir un entramado dramático sabiendo dilatar esta sensación hasta su estallido final. Compleja y elaborada, su trama, donde se apela a las realidades paralelas y la salvación de toda la humanidad, se acerca más al estudio psicológico que sufre Shinji en el final de «Neon Genesis Evangelion» (Hideaki Anno, 1995) que al de una simple cinta de acción o aventuras. El incluir una voz robótica, inocente, quizás infantil, como es el caso del personaje de LISA, consigue servir de manera armoniosa como catalizador de sentimientos entre la pareja protagonista así como llave que une a toda la humanidad en su lucha por no desaparecer en una existencia paralela.
Sin renunciar a la nostalgia
Pese a sumergirse de lleno en una historia original de lo más trascendental e intimistamente épica, «Mazinger Z Infinity» sabe jugar con acierto sus cartas más nostálgicas. Resulta totalmente descacharrante la inclusión de Boss Robot, construido a partir de chatarra por el más fanfarrón y cómico de los personajes de la serie original, quien demuestra, como el resto de personajes, haber madurado durante estos diez años de paz. También, tras una debate interior de Koji acerca de pilotar al Mazinger original así de como encarrilar su vida en pareja con Sayaka, encontramos hacia finales del largometraje el épico regreso a la acción del joven héroe. Una secuencia con una animación deslumbrante donde el robot hace alarde de todas las técnicas usadas antaño contra unos kaijus que estéticamente lucen un colorido igual de hortera y cuya esencia añeja contrasta a la perfección con el dinamismo de esta versión renovada de la franquicia. Una secuencia brillante que viene acompañada del enfrentamiento contra los villanos clásicos, como el Conde Broken, el Barón Ashura y, por supuesto, el Doctor Infierno.Un revival vertiginoso acompañada de una banda sonora instrumental del tema principal de la serie a cargo de Michiaki Watanabe, quien hace un trabajo sublime en todas y cada una de sus partituras tanto originales como recicladas.
Machismo del futuro
El único aspecto negativo de esta inmensa película es el no haberse podido desprender del hedor machista que rodea estas producciones japonesas de antaño. Si bien hay escenas que puedan entenderse de manera cómica, como puede ser el rostro caricaturesco de los fotógrafos más pervertidos obviando al protagonista, Koji, quien intenta escurrirse de las exhuberantes mujeres que le rodean en cierto evento con la prensa, en otras secuencias encontramos escenas lamentables. Sobre todo aquella en la que la embarazada Jun recuerda los mejores momentos con su marido Tetsuya y en uno de ellos aparece una imagen violenta. Por su parte, también es justo destacar el papel de liderazgo que juega Sayaka, aunque sea una pena no poder ver en acción a su robot Afrodita-A, ya que siguiendo la coherencia de la serie original ya sabíamos que acabó destrozado en el episodio 74.
Tráiler de «Mazinger Z Infinity»: