Mar. Mar 19th, 2024
La nueva película de Sean Ellis

Metro Manila es el retorno de Sean Ellis a la gran pantalla. Es una obra que se aleja de los cánones del mainstream para bucear en la sociedad postcolonialista.

Que la miseria es la madre de la crueldad no nos pilla por sorpresa, y sin embargo, cada vez que tenemos que bajarnos de la cómoda civilización para toparnos cara a cara con el horror cotidiano de aquellos que viven por debajo de los mínimos, fuera de toda red de apoyos, en lo que sería algo más allá que el lumpenproletariado, nos acongojamos. Cuando la niña pequeña de Oscar, a quién le duele una muela, le pregunta a su padre: “¿Es aquí donde venimos a morir?” notamos cómo crece la gran ola y Metro Manila, poniendo por protagonistas a los mayores cándidos de la historia (unos santos inocentes a quienes, parece, nadie dio parte de la maldad de los lobos de ciudad) no le hace ningún bien a nuestra estabilidad emocional.

Metro Manila habla del miedo a resistir, a dar un paso al frente. Y habla de esto desde la omisión, puesto que es la ausencia de las conductas valientes es lo que nos ha llevado a construir realidades como las que viven los habitantes de Manila. Manila como ese monstruoso mecanismo de infinidad de eslabones corruptos, como ese enjambre de miserias superpuestas en bloques de edificios que para la vista no tienen fin. Manila como el único protagonista del filme retratado desde un plano general, puesto que el resto de personajes verá cómo Sean Ellis aborda sus cuerpos desde el plano corto o el primer plano. De lo atómico a la superestructura. “Las situaciones desesperadas llevan a acciones desesperadas, y estas hacen que te maten”. Y del grano de arroz a la montaña.

Si bien es cierto que el tono afectado de la obra brilla con menor intensidad que las maquinaciones de sus protagonistas (tan dinámicas, tan interesantes, tan hipnóticas), no se puede obviar que en para la ocasión, se despiertan nuestras alarmas, manteniéndonos siempre en vilo de ese golpe que irremediablemente recibirán los personajes que pueblan esta pobre megaciudad. Lejos queda el lirismo de Cashback (2006) o la intensidad de The Broken (2008), anteriores éxitos del creador. Ahora pasamos de la estética a la ética. Parece que el accidente provocado por el paso del supertifón en la zona de Bisayas, también en Filipinas, marcará el mayor foco de interés (un interés acomodaticio, un interés hasta cierto punto malvado) que esta lejana sociedad nos incite. Otro escollo más a salvar.

Pese a ser un filme menor marcado por la fallida pretensión de su director de fabricar un mensaje en favor del análisis postcolonialista (Metro Manila busca aleccionar y concienciar en todo momento, sin ser esto necesariamente denostable) su historia fluye por unos derroteros que resultan más gratificantes y más solventes que tantas otras populares producciones mainstream, y donde se acaba renunciando a un posible lucimiento expresivo en el ámbito cinematográfico para fomentar su dosis de realidad necesaria. Y la realidad es que, dejando a un lado las cuestiones éticas o de justicia, hay unos que ganan y otros que pierden.

Frases de Metro Manila:

– Hay un proverbio filipino: «No importa lo larga que sea la procesión, siempre acaba en la puerta de la iglesia».
– Papi, ¿es aquí donde venimos a morir?
– Le enseñaremos… a nuestra manera.
– A veces hay que agarrarse a un clavo ardiendo, pero yo confío en Dios.
– Las situaciones desesperadas llevan a acciones desesperadas. Y las acciones desesperadas llevan a que te maten.
– Es más probable ver un OVNI que que te toque la lotería.

Por Esther Miguel Trula

Periodismo Complutense. He visto y he leído. Si hay que elegir, soy más de Edgar Wright que de Robert Bresson. Por suerte no hay que elegir. Mientras vivo en el norte, en mí cabaña en el bosque, mantengo el blog que actualizo asiduamente gracias al poder omnisciente de Internet. La dirección es http://flamencastone.com/ My home, sweet, home

Un comentario en «Metro Manila: el lodo es miserable»

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