Documental cargado de vida y positivismo sobre la idea que muchos urbanitas hemos tenido alguna vez: “me voy a montar una granja en el campo”.
John y Molly son dos urbanitas con un sueño, montarse una granja donde poder cultivar y criar de todo. Un sueño que comparten con muchos de los que acabamos asqueados de este mundo gris de hormigón y cemento donde el estrés es la única forma de vida. La diferencia entre esta adorable pareja y el resto de mortales es que ellos decidieron hacer realidad su sueño y, lo que es más importante y por lo que estamos hoy aquí hablando de esta dulce historia, lo grabaron. “Mi gran pequeña granja” es la caja negra de esta aventura. Una historia tan personal como universal sobre la sociedad actual, nuestra distante conexión con la naturaleza, lo duro que es perseguir un sueño y, sobre todo, y donde erradica el mayor logro de este documental, saber transmitir un mensaje ecológico y sobre la necesidad de la acción de toda la humanidad para intentar minimizar el desastre climático al que nos enfrentamos, sin la necesidad de mentar una sola vez términos como “cambio climático”, “ecologismo” o derivados. Además, tampoco recurre al alarmismo al que estamos constantemente sometidos , sino que construye la idea desde el positivismo y la esperanza inundando nuestro alma mediante este canto a la vida que es la maravillosa “Mi gran pequeña granja”.
Ecologismo puro y sano
El documental, dirigido por John Chester, protagonista a su vez del filme, narra las muchas vicisitudes que han tenido que pasar desde el momento en el que deciden emprender esta aventura agraria hasta que logran cierta estabilidad. Un camino de unos 7 años en los que, junto a ellos, aprendemos desde principios básicos de agricultura hasta como funciona un ecosistema. Como luchar contra la naturaleza nunca es fructífero y buscar utilidad a las diferentes plagas y vicisitudes que la tierra te plantea es la mejor forma de salir adelante. Lo cual nos deja un mensaje sobre ver el lado positivo de la vida potentísimo sin que el realizador nos suavice el golpe lo más mínimo. Asistimos a acontecimientos muy duros, pero también otros preciosos. Nos hace participes de su hazaña hasta el punto en el que la vida de sus gallinas nos importan tanto o más que la de cualquier protagonista en una cinta de ficción. En 90 minutos, el director es capaz de narrarnos muchas vivencias que sabe ordenar dramáticamente y siempre apoyando una sola idea que avanza y se cimenta sobre estas anécdotas de forma tremendamente efectista.
Por ello, la conexión a nivel sentimental que se logra con “Mi gran pequeña granja” es totalmente increíble. Este documental no nos habla de ninguna figura famosa, ni de ningún acontecimiento histórico ni de las atrocidades y miserias humanas que se acometen en muchos países. Es tan solo la historia de una pareja anónima que decide montar una granja. Y justamente por ello el impacto al descubrir la verdad, la alegría, la vida y la potencia de su mensaje es monumental. Todo un descubrimiento que espero que vosotros podáis disfrutar.
Frases destacadas:
- John: “El sueño de Molly era la respuesta a todo.”
Molly: “Y con los excrementos haremos un té y se lo daremos de comer a la tierra.”
Alan: “¿Hay alguna pregunta?”
Alan: “Nuestra meta es conseguir la máxima biodiversidad posible.”
Alan: “Y si desde el principio se trataba de vivir en armonía con la naturaleza, bueno, llegamos hasta aquí con el punto justo de desarmonía.”