Te Ata fue una actriz Cickasaw famosa por acercar la historia de su pueblo a los estadounidenses mediante representaciones teatrales. Esta es su historia.
En su segundo largometraje, el director canadiense Nathan Frankowski, nos acerca la, para muchos, desconocida figura de Mary Thompson. Más conocida por su nombre artístico, Te Ata, Mary fue una mestiza (alemana-Chickasaw) de familia adinerada cuyo deseo desde niña era ser actriz. Aunque su condición de nativa americana fue un hándicap para poder conseguir algunos papeles, logró hacerse un nombre en Broadway. Sin embargo, su talento brillaba como cuenta cuentos de historias de su pueblo, lo que empleó para tender puentes entre nativos americanos y estadounidenses, ya que sirvieron para que estos conocieran la cultura de su pueblo. Esta popularidad llegó a oídos del presidente Franklin D. Roosevelt, quién le invitó para que realizara una de sus actuaciones en la Casa Blanca. Con esta historia tan peculiar, Frankowski realiza el clásico biopic de superación haciendo un recorrido por su vida desde su niñez hasta su actuación frente al presidente. Una película sin pretensiones, inofensiva y maniquea. Una buena adaptación cinematográfica del tono infantil característico de los cuenta cuentos. Aunque no queda claro si este tono es deliberado o consecuencia de una dirección mediocre. Por ello es difícil saber si estamos frente a una buena película o frente a un fracaso.
Cine para toda la familia
Q’orianka Kilcher, la Pocahontas de Terrence Malick en “El nuevo mundo” (2005), es la única que salva la papeleta interpretando a Te Ata en “Mi nombre es Te Ata”. Todos los demás están absurdamente sobreactuados con un tono infantiloide y una profundidad de personajes inexistente. Este tono se extiende a la dirección, la fotografía y el montaje como si se estuviese adaptando el dibujo de un niño de 5 años. Una vez más, todo parece deliberado, pero la sombra de la duda, y que realmente se trate de una mala película, se extiende por todo su metraje. Esa sospecha se acrecienta cuando vemos que tanto en el guion como en la dirección de Frankowski no hay cabida para el riesgo. El canadiense se limita a aplicar las reglas cinematográficas básicas sin intentar salirse del tiesto. Y no como un maestro que domina la técnica, sino como un neófito que quiere demostrar lo que acaba de aprender. A Frankowski no se le puede recriminar que haga mal su trabajo, pero si que sea completamente prescindible desde el punto de vista artístico. Por esto mismo, se plantea difícil que una dirección y estructura narrativa tan académica esconda detrás un estilo tan arriesgado.
La película es totalmente inofensiva. Ni los “malos” son mínimamente intimidantes. No conozco más de Te Ata de lo que se cuenta en el filme, pero dudo mucho que los baches que tuvo que afrontar una nativa americana en los Estados Unidos de principios del siglo pasado sean tan suaves como se plantea en la película. La cinta se centra en dos puntos: las dificultades de poder ser una actriz en un mundo tan racista y enfrentarse a un padre que no aprueba su sueño. Sobre el primer punto, la película pasa muy de puntillas y siempre intentando mantenerse dentro de lo políticamente correcto y sin ser demasiado duro. A pesar de lo jugoso que es traer a la palestra el tema racista en un filme como este, Frankowski ve oportuno centrarse más en la relación de Te Ata con su padre, un hombre encantador que jamás le levanta la mano ni la voz. Un enfrentamiento carente de drama y más dulce que “Mary Poppins” (Robert Stevenson, 1964). “Mi nombre es Te Ata” se erige pues como un producto educativo perfecto para el consumo infantil, pero nada más.
Frases destacadas:
- Te Ata: “Mi nombre es Te Ata, portadora de la luz del alba. Soy una Cickasaw y me dedico a contar historias. Y esta es la mía.”
- Te Ata: “Me atrevería a decir que lo que mas nos disgusta a los indios, es que cuando el hombre blanco siembra, cuida y recoge su trigo, nunca canta.”
- Dr. Fisher: “La ignorancia alimenta al miedo.”