Divertida, irónica, cínica, magnífica, entretenida, maravillosa, tierna son algunos de los adjetivos con los que podemos calificar a la película destacada de esta semana, que gracias a la valentía de la distribuidora Vertigo por fin podemos ver en nuestro país. Se trata del nuevo trabajo de un director que no precisa de la menor presentación, hablo del gran e inimitable Jean-Pierre Jeunet y de su film “Micmacs”.
Primero fue una mina que explotó en medio del desierto de Marruecos. Años después, fue una bala perdida alojada en su cerebro. Bazil parece no tener mucha suerte con las armas. La primera le convirtió en huérfano, la segunda le mantiene al borde de una muerte súbita. Liberado del hospital, Bazil se encuentra sin hogar. Afortunadamente, este inspirado y alegre soñador es adoptado por una panda de traperos de segunda mano que viven en una auténtica cueva de Ali Babá, cuyos talentos y aspiraciones son tan sorprendentes como diversos: Remington, Calculadora, Chasquido, Talego, la Chica de Goma, el Pequeño Pete y Mamá Pan. Un día, caminando junto a dos enormes edificios, Bazil reconoce los logotipos de los fabricantes de las armas causantes de sus desgracias. Con ayuda de su fiel pandilla de locos amigos decide vengarse.
En este caso retoma la ayuda de Guillaume Laurant, que colabora con Jeunet desde “La ciudad de los niños perdidos”, para elaborar un guión delicioso, lleno de ingenio y de situaciones cómicas bien desarrolladas y algunas hasta sorprendentes. Así los gags son herederos del mejor cartoon de Tex Avery y del mejor slapstick de Búster Keaton, Charles Chaplin o Harold LLoyd, así los homenajes se van sucediendo en una solución de continuidad para crear una de las mejores comedias que hemos podido ver este año, ya que ambos guionistas buscan hacernos reír con una historia de venganza que está cargada de un gran crítica social. Va a deguello con el presidente francés de ascendencia húngara Nicolas Paul Stéphane Sarkozy y su apoyo a la industria armamentística.
Pero además podemos decir sin temor a equivocarnos que estamos ante cine de autor, porque lo que nadie puede negarme a estas alturas de la partida es que Jeunet posee un estilo visual y narrativo muy particular, lleno de zooms, de primerísimos planos que deforman los rostros de los actores, de objetos reciclados, y así un largo etcétera. Eso por no obviar que es un hombre que ha visto mucho cine, al igual que otros realizadores de su generación, como por ejemplo Tarantino, sabe fagocitarlo y hacerlo suyo. Así en “Micmacs” se integra dentro de la narración “El sueño eterno” de Howard Hawks hasta el punto que acredita la banda sonora del film firmada por el gran Max Steiner.
Llegados a este punto quiero destacar la enorme labor de un equipo artístico entregado en cuerpo y alma a la causa, en la que destacan todos interpretando a una particular panda de freaks, y en el que podréis ver a rostros tan conocidos del país galo como Dany Boon, y en el que por supuesto no puede faltar su actor fetiche Dominique Pinon y una referencia a sus inicios juntos, concretamente a “Delicatessen”.
Quiero llamar la atención de todos vosotros sobre un detalle. En varios momentos del film veréis referenciado el cartel de “Micmacs” en vallas publicitarias o en la puerta del videoclub “Matador”, por ejemplo. Algunos lo veréis como un ejercicio de autohomenaje otros de crítica, ahí lo dejo porque dará mucho que hablar a partir de este fin de semana. Pero a pesar de eso considero este film como uno de los mejores de la cartelera y se ha ganado la calificación a pulso, porque su universo es tan global como su discurso, al igual que los personajes que pueblan su narración.
Frases destacadas de «Micmacs»:
- Bazil: «Puedo enviarle una radiografía pero prefiero verle cara a cara«.
- Bazil: «Mi madre me dijo que desconfiara de los retorcidos«.
- La Môme Caoutchouc: «¿Qué tal con tus dos vendedores de la muerte?«
Jopé, qué entusiasmo…!!!! Choca un poco con mi ánimo, porque Jeunet ya me cansa bastante, pero apuntada queda.
Pues a pesar de que es muy Jeunet, se nota que este tipo ha visto mucho cine y los fagocita y lo pasa por el tamiz de su estilo. Es de agradecer ver cosas como esta ante tanta mediocridad y telefilm encubierto.
Pues acabo de verla, amigo Alfie, y la verdad es que me he aburrido bastante. Tiene ingenio visual y mucha inventiva para los gadgets, pero hacer cine es otra cosa. Vuelve a resultarme cansino, monótono, lento y denso en su onanismo barroquista, en su continuo empeño por dotar de complejidad a lo banal y accesorio, lo mismo que presenta lagunas y baches continuos: lo mismo se quita de encima momentos importantes perdiendo tiempo en mostrar sandeces que se reitera en presentar situaciones y momentos que, además de no ser graciosos, no aportan nada. Además creo que, como siempre, insiste en sus cursilerías sentimentales y que esta vez, cuando pretende ponerse trascendental vomitando un mensaje político y moral, lo hace de manera burda, evidente, excesivamente subrayada, y que por tanto le quita fuerza, importancia, realidad. Es como si le faltase talla intelectual y capacidad de reflexión. Quizá por esa manía de infantilizarlo todo y optar por una visión falsamente fantasiosa pasada por mucho azúcar.
Estoy de acuerdo, sin embargo, de que las referencias cinéfilas son constantes, cosa que se agradece, sí, y que desde luego no es nada mediocre, pero ni de lejos se tendría que acercar siquiera a la calificación de notable.
Mi estimado 39 escaolones, personalmente me encantó, la he vuelto a ver y me sigue pareciendo muy divertida. Ese momento FIFA gore, es genial. El tercio final magistral. Así es el cine de subjetivo. Seré así de ñoño.
Ya digo que yo parto de un atragantamiento habitual con las películas de Jeunet, con todas en mayor medida. No sé, no me entusiasman sus florituras visuales, casi siempre innecesarias y algo cargantes (en esta ocasión, me cansé hacia la mitad). Por otro lado, la veo más cercana al mundillo de Tati que al de Keaton y Lloyd, que eran dos portentos del genio físico que no encuentran a nadie a su altura aquí. Pero repito, en mi caso mis objeciones son una cuestión de gusto personal, o de disgusto, más bien. Honestamente, no encuentro, más allá de tonos y formas elegidos, verdaderas objeciones técnicas ni cinematográficas. Me resulta fría, indiferente. Jeunet no logra divertirme.
Estoy seguro de que es culpa de que yo soy más friki que los que él se inventa…
[…] falta reflexionar en exceso para situar en el reverso endomingado del francés su penúltima obra: Micmacs, la historia de un tipo con una bala incrustada en su cerebro que pecaba de un tremendo barroquismo […]