Tom Cruise continúa dejando al público boquiabierto en la sexta entrega de una saga que apenas muestra síntomas de agotamiento.
Los fans de las producciones made in Cruise estamos de enhorabuena. Tres años después del estreno de la adrenalínica «Misión Imposible: Nación Secreta«, Christopher McQuarrie vuelve a ponerse tras las cámaras para darnos una buena ración de persecuciones, tiroteos y peleas cuerpo a cuerpo que ya quisieran tener más de la mitad de los blockbusters que se estrenan cada año, sin olvidar los rocambolescos giros de guion propios de una película de espías a la vieja usanza.
Tras fracasar en una última misión que podría poner en peligro a un tercio de la población mundial, Ethan Hunt (Tom Cruise) se ve obligado a trabajar bajo la supervisión de la CIA. El agente August Walker (Henry Cavill) será el encargado de acompañarle en sus intentos por descubrir la verdadera identidad del líder de una organización de terroristas a sueldo llamada Los Apóstoles.
Acción a raudales y giros a montones
La historia de «Misión Imposible: Fallout» se dedica a recoger lo sembrado con respecto a sus entregas anteriores. Las decisiones tomadas por Hunt en el pasado, especialmente las que tienen que ver con los personajes de Solomon Lane (Sean Harris) e Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), dan lugar a acontecimientos inesperados que no sólo repercuten en nuestro protagonista, sino también en sus compañeros y seres queridos. Al más puro estilo «Skyfall» (Sam Mendes, 2012), «Misión Imposible: Fallout» se vuelve así la cinta más continuista de toda la franquicia, abandonando parcialmente el espíritu autoconclusivo del que solía hacer gala cada entrega.
Esta secuela vuelve a elevar el listón en lo que a secuencias de acción respecta. «Misión Imposible: Fallout» está plagada de set pieces a cada cual más brutal y adrenalínica, haciendo lo posible por demostrar al espectador que muchas de esas escenas no tienen trampa ni cartón, apoyándose en la necesidad constante de Cruise por realizar una nueva proeza y el talento del director para sumergirnos en la escena. La sobresaliente fotografía de Rob Hardy, responsable de maravillas visuales como «Aniquilación» (Alex Garland, 2018), consigue destacar a este filme por encima de sus predecesores, en parte gracias a su buen hacer a la hora de sacar provecho de unos fantásticos parajes naturales y localizaciones reales como París, Noruega o Londres. El compositor Lorne Balfe es el encargado de poner la guinda en el pastel, con melodías que nos pondrán los pelos de punta sin que nos demos cuenta.
Toda esta acción se dosifica sabiamente a lo largo de casi dos horas y media de metraje con situaciones variadas y cargadas de riesgo, lo que no solamente provoca que la película se nos pase en un suspiro, sino que nos quedemos con ganas de más.
Nueva misión, nuevos personajes
A pesar de que el estilo de McQuarrie a la hora de abordar la acción sigue estando presente, su guion no se olvida de que estamos en una película de espías (poco realista, pero espías al fin y al cabo), por lo que no faltarán las sospechas constantes sobre quienes son los buenos y los malos, además de los enrevesados métodos de Hunt y su equipo para resolver las situaciones que se les presentan. Nuestro protagonista camina por una fina línea que separa la pura improvisación y suerte de su capacidad innata para elaborar planes sin fisura alguna. Esto puede desconcertar a más de uno, pero hay que reconocer que McQuarrie sabe cómo mantener el efecto sorpresa y dotar a sus escenas de la tensión necesaria.
La incorporación de Henry Cavill como antagonista para Cruise resulta una elección a todas luces acertada. Alejado de la galantería que mostró en «Operación U.N.C.L.E.» (Guy Ritchie, 2015), aquí el actor británico se convierte en una máquina imparable que golpea poco pero con contundencia. Walker es un agente más pragmático y poco acostumbrado a los juegos de humo y espejos típicos del equipo de Hunt, lo que lo convierte en un punto de apoyo ideal para muchos de los alivios cómicos de la cinta, normalmente adjudicados al personaje de Simon Pegg.
El regreso del personaje de Rebecca Ferguson se recibe con entusiasmo, no únicamente por esa tensión sexual constante entre su personaje y el de Cruise, sino por esa aura de misterio que la actriz desprende constantemente y que la convierten en una secundaria imprescindible. Por otra parte, el resto de nuevos personajes para la saga tampoco se quedan atrás. Angela Bassett resulta una incorporación interesante que recuerda muchísimo al papel de Judi Dench en la saga de 007, y lo mismo ocurre con Vanessa Kirby, quien interpreta a la líder de una organización criminal en una clase de papel que no sorprende, pero que ella consigue sacarle partido.
«Misión Imposible: Fallout» se convierte así en el mejor blockbuster del verano, una apasionante cinta que sabe de qué pie cojea su público dándole lo que quiere en cantidades industriales, sin olvidarse de que hay que dejar un pequeño hueco para la sorpresa y la novedad. Da vértigo pensar qué pasará cuando Tom Cruise sea «demasiado viejo para esto».
Frases destacadas de «Misión Imposible: Fallout»:
- August Walker: «How many times has Hunt’s government betrayed him, disavowed him, cast him aside? How long before a man like that has had enough?»
- Ethan Hunt: «I don’t trust anybody outside this room.»
- Solomon Lane: «When the clock stops, Ethan Hunt will lose everyone he ever cared about.»
- Ilsa Faust: «Ethan, please, don’t make me go through you.»
- Solomon Lane: «There cannot be peace without first, a great suffering. The greater the suffering, the greater the peace. The end you’ve always feared is coming. It’s coming, and the blood will be on your hands.»
- Ethan Hunt: «What’s done is done when we say it’s done.»