Món petit es un documental de aventuras. Las que dan sentido a la vida del menudo Albert Casals, un joven catalán que decidió explorar el mundo, sin dinero y sin reloj.
Premiado con el DOC U en el festival IDFA de Ámsterdam.
Albert, para más señas, es un joven de 19 años que conecta instantáneamente con cualquier criatura viva gracias a su carisma. Es un chico que no deja jamás de sonreír. Ataviado con su pelo teñido, unos ojos penetrantes, una mochila y una tienda de campaña, es un ácrata mochilero, más cercano al trotamundos que busca la libertad individual que el compromiso político. Su particular manera de desplazarse -cualquiera que esté pegada a la tierra- se nutre de la generosidad de cualquier individuo que le suba a su coche, le pague un billete de tren o autobús y si es necesario, tirar de picaresca para colarse en algún barco.
El hilo narrativo de la cinta es el reto de llegar sin mapas ni brújulas al punto más alejado de su casa, un cabo en nueva Zelanda. Una peregrinación que, junto a su novia Ana, le llevará a atravesar Europa, Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Kazajistán, China, Laos, Tailandia, Indonesia, Australia y finalmente Nueva Zelanda. Como el mismo propone, no puede ir acompañado de un equipo de cámara, por lo que será la pareja la que documente su periplo de 200 días y más de 30.000km
Pero Món Petit no es una cinta de viaje, ni un documental estilo Baraka. Las aventuras de Albert Casals sirven para mucho más, proponen al espectador una serie de interrogantes acerca del control parental, de la capacidad altruista del ser humano, de la superación de los miedos que más nos abruman, de la desconfianza hacia “el otro”, de transformar la realidad a nuestro gusto, de moldearla. De tomar caminos alternativos a una vida que circula bajo un manto de asfalto, cómoda, pero de renuncia a la casualidad, a la apuesta de vida, al peligro, a la hazaña.
Ataque salvaje al lacrimal
El documental cumple a la perfección con un planteamiento de narración simple y navegable. Se hace ameno e interesante y, perdóname la sinceridad, te ataca el lacrimal salvajemente porque, creo que no lo he dicho –es solo un detalle-, Albert Casals no puede andar a causa de una repentina leucemia sobrevenida cuando era apenas un niño. Viaja en una silla de ruedas que nadie empuja; y solo sus flacos brazos y su arrojo libertario le llevan allá donde nosotros nos conformamos con soñar.
Frases de Món Petit.
Albert Casals (con 8 años, probando unas prótesis para sus piernas): «Este es un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para Albert.»
Albert Casals: «No creo que viajar sea huir de nada.»
MAGISTRAL película. Es una obra maestra. Todos deberían verla.
Completamente de acuerdo. ¡Con lo fácil que hubiese sido hacer una sensiblera película y ya ves! De la sencillez nacen cosas mágicas.