Monstruos University, la precuela de aquella amada Monstruos S.A. posee un interesante subtexto con el que juegan sus guionistas.
Ser asustador es como ser bombero, policía y físico nuclear a la vez. Si hubo alguna vez una profesión que recogiese todas las bondades y lances del prestigio simbólico laboral era esta. Ser un asustador consiste, al mismo tiempo, en proveer de energía a tus ciudadanos, de correr riesgos más graves que los que viven los técnicos en las centrales nucleares, y por último tener la sangre fría, la falta de escrúpulos y de empatía necesaria para aterrorizar a los niños de la tierra. Es, en realidad, un trabajo terriblemente deshumanizado. Pero, eh, ¿no estamos aquí hablando, en realidad, del mundo de los monstruos? Este, podríamos decir, es el interesante subtexto con el que juegan en Monstruos University, la precuela de aquella amada Monstruos S.A. y que también trataba, aunque de otra manera más directa y profunda, la complicada relación en su mundo (como también en el nuestro) entre fuente de energía y ética derivada. Aunque como ya se intuía en el tráiler, en las nuevas aventuras de Mike y James poco rastro hay de un interés metafórico, pero seguirá teniendo cosas por las que merecerá la pena.
Mike es un niño inadaptado por razones físicas. No vemos en él mayor problema que el ser, para tratarse de un monstruo, alguien bastante diminuto, sobre todo si lo comparamos con los fortachones asustadores de Monsters Inc. Sorpresa cuando vemos que en una visita a esa central de asustadores se le genera el trauma y el objetivo vital al mismo tiempo: convertirse en uno de ellos. El resilente Wazowski peleará contra los elementos que se le interpongan en su camino (altas notas, sí, pero también hermandades elitistas, profesores antidemocráticos y puñaladas coleguiles). La película seguirá por estos derroteros de tradicional buddy movie con un toque de Revenge of the nerds. Y poco más que decir sobre la trama.
Repiten el esquema de Toy Story, en lugar de el de Cars, a la hora de afrontar la segunda parte: intentando explorar los trasfondos de los protagonistas más que interesarse por la explotación de su dimensión refulgente, lo cual no termina de funcionar, tanto por lo anticuado que resulta en pantalla el texturizado de las criaturas y poco uso de la fisicidad del universo monstruil pero también por la carencia de enfoques refrescantes a los personajes (nos pesa bastante no saber más del hippy Art). Además, Mike Wazowski, al que pone voz Billy Crystal en su versión original y en la nuestra José Mota, está de lejos bastante mejor construido que James P. Sullivan (John Goodman, Santiago Segura), mera comparsa del primero que sustenta todos los clichés del retoño de alta alcurnia que da por sentado un futuro prometedor sin tener que esforzarse. Una ejecución armoniosa del conjunto, algunos gags especialmente buenos, un magnetismo casual para los nuevos amigos y, sobre todo, un final inspirado lo convierten en una grata propuesta veraniega.
Sin embargo y aunque intentes obviarlo la sensación de búsqueda del lucro, de pecar de avaricia del nuevo producto de Pixar (compañía innecesariamente sacralizado por sus fans, pero también más acusada estos días por la presión que le está metiendo Disney) golpea sin remedio. Puede que no sea así, que sea este un título movido por algún interés artístico, pero su resultado insustancial hará que no puedas disfrutarla como se merece: un moderadamente brillante título que disfrutar con los más pequeños y un golpe de nostalgia dionisíaco para aquellos que soñaron con la cinta originaria. Seamos sinceros: si la hubiese hecho cualquier otra compañía seríamos bastante menos críticos, esto es así.
Parece que igual que nos contaban que Wazowski era un maestro de la técnica alguien que había conquistado la fórmula para garantizar el más potente de los sustos, MU consigue aprobar por un manejo de las técnicas miméticas de todo lo exitoso y masajeador del público fiel. Sin embargo, con esa falta de aptitud desde el comienzo del proyecto nos hacemos la misma pregunta que se le plantea al verdoso protagonita: ¿Quién puede decir que tenga lo que hace falta para ser una buena película? No. En la creación, como con los sustos, se nace con alma o sin ella, pero no se le puede fabricar si no hay de dónde sacar.