Mar. Mar 19th, 2024

El primer fundido arrastra el primer plano, un tocadiscos azul, una joven con prismáticos. Son los años sesenta y en la radio Leonard Bernstein disecciona una obra musical con gracia y con un sentido pedagógico intachable mientras Wes Anderson nos descubre con esos movimientos de cámara tan suyos, calculados y delirantes al mismo tiempo, a una familia de miembros sutilmente disociados que esperan, cada uno a sus labores, la hora de la cena. Y justo después Bob Balaban, vestido como si acabara de llegar de Life Acuatic, presenta, mirando a cámara y encuadrado en excéntricos planos, la isla de Nueva Inglaterra donde va a trascurrir la historia de amor pre adolescente más maravillosa que se haya rodado jamás. Las bocas abiertas durarán 94 minutos.

Wes Anderson roza el surrealismo en cada escena. Esto no es nuevo, lo hace siempre. Utiliza recursos casi oníricos para introducir a sus personajes en un universo plagado de un ingenioso, irreverente, ácido e inteligente sentido del humor–evidentemente a quién no le haga gracia dirá que es una bobada-. A Wes Anderson también le encanta romper las reglas de la cinematografía seria retando a cada instante lo convencional con zooms imposibles o travellings laterales. Pero en Moonrise Kingdom hay una variedad o contrariedad en su estilo. Anderson utiliza todas sus irreverencias pero esta vez lo hace con tiento, casi de manera fría. Sin embargo, y quizá como conescuencia de ese orden, la película desborda magnetismo. El universo de Anderson está más vivo que nunca.

Vayamos con la historia de amor entre ese boy scout huérfano y esa dulce niña burguesa. Ambos sienten un flechazo, se cartean y deciden huir juntos hacia lugares salvajes, en concreto una reserva india al lado del mar donde vivirán una historia de amor a la francesa -primeros besos de tornillo, agujeros en las orejas, tímidas muestras de erotismo- rota por la ruidosa e insufrible responsabilidad que los adultos se imponen a sí mismos.

Wes Anderson retrata a los adultos con cariño y honestidad, los convierte en tiernos bufones con inseguridades. Nadie ha conseguido que Edward Norton luzca tan bobalicón, tan noble o que Bruce Willis parezca un amargado y derrotista solterón. Pocos directores tienen la suerte de rodar como Bill Murray baja las escaleras en pantalón de pijama con su prominente redondez abdominal  mientras agarra el cuello de un vidrio con una mano y un hacha con otra y dice: “Voy a buscar un árbol para talar”.

Con Fantástico Sr. Fox Anderson alcanzó la excelencia, los críticos repitieron hasta la saciedad que el director había nacido para hacer animación y que por tanto se había estado equivocando durante años. Afortunadamente no hizo caso a nadie. Moonrise Kingdom es la mejor película de Wes Anderson. Su inconformismo narrativo, su fantasía envolvente en forma de cuento de niños con algún que otro paréntesis adulto, su artificiosa manera de crear atmósferas, su ácida delicadeza a la hora de hablar del primer amor hacen imposible no querer mudarse a esta isla de Nueva Inglaterra, con tormentas o sin ellas.

Frases destacadas:

Sam: “Yo dije, ¿qué clase de pájaro eres tú?”
Suzy: “Querido Sam ¿Dónde?”
Scout Master Ward: “¡Pepe Grillo! Se escapó del gallinero”.
Walt Bishop: “Voy a buscar un árbol para talar”.

Clasificación: 9

2 comentarios en «Moonrise Kingdom»

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