Mar. Mar 19th, 2024
Gustavo Salmerón dirige esta película

El actor Gustavo Salmerón debuta en la dirección con un documental que ensalza la extravagante personalidad de su madre.

Dando que hablar desde su triunfo en Karlovy Vary, llega a las salas comerciales el documental que el actor Gustavo Salmerón ha realizado durante 14 años filmando a su propia familia. Un trabajo que ahonda en sus apiraciones, éxitos y fracasos, girando siempre entorno a la figura de su peculiarísima madre. Un ejercicio que por un lado podría recordar a lo que hizo Paco León en su díptico materno «Carmina o revienta» (2012) y «Carmina y amén» (2014), pero que, a diferencia del sevillano, rechaza cualquier atisbo de ficción para sustentar el filme desde el punto de vista meramente documental.

Tres deseos, una búsqueda y la muerte

La cinta se abre y se cierra de manera circular, con el personaje de Julita, quien no entiende que su hijo haga una película sobre ella para el gran público, reflexionando sobre el rito que habrá que celebrar tras su muerte. En el inicio descartando las demás opciones, y en las secuencias finales haciendo un ensayo de la ceremonia. En medio de estas dos partes, Julita explica sus deseos de juventud. El primero es tener muchos hijos, y tuvo seis. El segundo tener un mono, y cuando vieron que se podía comprar uno en una revista así lo hicieron, aunque no les salió tan amaestrado como creían. Por último, tras dejar de ser clase media alta para recibir una herencia que le convirtió en una nueva rica, comprarse un castillo. Una vez contextualizado el momento en el que Salmerón empieza su filmación, introduce el propio director un macguffin sobre el que volcar la primera parte de la cinta. Se trata de la búsqueda de las vértebras que Julita guardó del cadáver de su abuela asesinada en la guerra civil. Una excusa que sirve para mostrar una casa que refleja el síndrome de diógenes que padece su madre. Una obsesión malsana por almacenar bienes materiales, desde objetos de lujo hasta extraños recuerdos como muelas de leche de sus hijos. Sirve además esta historia para que Julita hable sobre la guerra que padeció de bebé, sobre el falangismo adoptado por su familia como respuesta al comunismo. También para dar lugar a anécdotas rocambolescas como su sueño de hacer croquetas con la carne de José Antonio Primo de Rivera.

Los guionistas del filme son Beatriz Montañez y Gustavo Salmerón

En un momento dado Salmerón deja de lado la búsqueda de estas vértebras para centrarse en la pérdida del castillo. El filme se vuelca en la crisis económica, en la vejez de Julita y su marido y en la imposibilidad de seguir pagando un castillo que se creyeron era para siempre. Instante el cual demuestra la necesidad que guarda Julita por salvaguardar todos los bienes allí habidos. Experimentamos esa necesidad de aferrarse a los recuerdos de una vida mejor. También la alegría de ésta por sentir que su familia trabaja unida aunque sea con un objetivo que les desquicia y no comparten.

Pese a la narrativa que guarda el documental, que resulta bien estructurado y cuenta con imágenes de archivo perfectamente montadas a modo de transición, estamos ante una obra que se sustenta prinicipalmente sobre los hombros de su personaje principal. Su mejor baza, y a su vez su punto débil. Y esto depende únicamente del espectador, quien entre o no en la extravagancia de Julita. Un personaje que puede despertar simpatías, pero también cierto hastío por quien no acabe de sintonizar con ella. Puede que la pérdida de un castillo y el robo de artículos de lujo no sea algo que ayude a empatizar con el gran público.

Frases destacadas:

  • Julita: «Ya teniamos los hijos, el mono… lo que nos faltaba era el castillo»
  • «Una familia numerosa con organización caótica, eso no se ha visto nunca»
  • Julita: «Con lo devota que yo era y ahora soy media atea».

Tráiler de «Muchos hijos, un mono y un castillo»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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