Hermosa y laboriosa película anime que aborda el tradicionalismo y la aceptación de la muerte de los seres queridos desde la infancia
El diseño de los personajes de «Okko, el hostal y sus fantasmas», filme que recopila la serie de 24 episodios del mismo nombre y que a su vez se basa sobre los libros de Asami y Hiroko Reiji, puede llevar a engaño en su primera impresión de cara al espectador. Señalamos este aspecto porque el dibujo destaca por las facciones infantilizadas de sus protagonistas, cuerpos menudos, de cabeza algo desproporcionada y unos enormes ojos que producen una sensación de buscar la aceptación del público más infantil. Y es cierto que la película está destinada quizás en primera instacia a los más pequeños, pero desde luego que es igual o incluso más disfrutable para los adultos. Y es que la trama de esta historia no se abandona a lo fantástico y al entretenimiento vacuo, sino que desplega un carácter emotivo y verosimil que acaba por regalarnos una de las mejores películas de anime estrenadas en nuestro país durante los útimos años.
Tradicionalismo, temático y formal
Una de las grandes bazas de este filme, es como logra encandilarnos a la hora de sumergirnos de lleno en la ambientación en la que se encuentra. La historia nos muestra en primera instancia el baile tradicional en una zona rural donde la abuela de Okko regenta un hostal. Tras volver en coche a la ciudad con sus padres, un grave accidente acaba con la vida de sus progenitores, mientras que ella sobrevive gracias a una ayuda sobrenatural. Pasado este epílogo, Okko tendrá que ir a la montaña a vivir con su abuela, proponiéndose gracias a la ayuda del fantasma de un niño ser la encargada joven del lugar. En un principio, la comunión de la niña huérfana con la naturaleza y el medio rural así como con la tradición espectral folclórica de Japón nos rememora a diferentes cintas de animación niponas, pero desde luego «Okko, el hostal y sus fantasmas» consigue asentarse en un terreno más cercano e intimista. Lo hace reviviendo los miedos de la pequeña, creando escenas oníricas cargadas de emotividad, fusionando la cotidianidad familiar casi al estilo de «Mirai, mi hermana pequeña» con bofetadas de realidad al despertar, alargando esa sensación de duda entre lo que es real o imaginado. También estará bien ideada la manera de vincular a la protagonista con los diferentes huéspedes, sabiendo que aparecen en su vida de manera episódica, siendo conscientes de que por mucho que logre su confianza o incluso labre una amistad, esta situación será temporal y tarde o temprano tendrá que partir. En este aspecto el filme apuesta por la cultura del trabajo dentro de la mentalidad nipona, quizás exaltándose demasiado, siendo el personaje principal una niña, chocando con nuestra manera occidental de entender las cosas.
Por otro lado, cabe destacar el acabado técnico de la cinta, tanto el dibujo como la animación se respiran como un regalo para los sentidos, buscando la hermosura en la manera tradicional de tratar la creación animada. Concordando con los bellos paisajes y la apelación del Japón tradicional que rezuma la narración. Un amor por sus costumbres y forma de vida que invita al optimismo, al salir adelante y a la colaboración entre iguales. Ricos y pobres, vivos y muertos, huéspedes y encargados,humanos y demonios, todos tendrán que sincronizarse en la metáfora final, un baile que reafirma su fe en su tierra, sus ideas y su manera de entender el mundo. Imposible no emocionarse con la fuerza que aguarda su final, los bellos valores que desprende y el buen hacer del realizador Kitarô Kôsaka, quien se consagra tras la estupenda «Nasu: Verano en Andalucía» (2003).
Quizás, y esto sea por ser un compendio de una serie, se podría haber abordado en más profundidad la relación de los fantasmas tanto con la abuela de Okko como con su competidora. Si bien es cierto por otro lado, que el filme refleja con auténtica serenidad y verosimilitud el proceso de aceptación de la muerte de los padres, así como, sobre todo, del perdón por parte de la víctima y la incesante lucha por seguir adelante. Así pues, mientras los fantasmas buscan su forma de ascender al cielo ayudando a quienes más aman en la Tierra, ella tendrá que aceptar la ascensión de sus padres, quedándose en el mundo de los vivos y logrando alcanzar sus sueños.
Frases destacadas:
- «Quisiera que este momento durara para siempre»