Olivier Assayas nos deja una historia espectral sobre fantasmas interiores
Olivier Assayas ha afrontado muchas veces sus películas valiéndose de un género muy explotado para abordar a partir de él lo que realmente le interesa. Algo que demostró en el último tercio de «Demonlover» (2002) y que parece haber recuperado en medida en su última cinta «Personal Shopper». Erigiéndose com una de las cintas más polémicas de Cannes 2016, junto con «The Neon Demon», la cinta del director francés llega a nuestras carteleras casi un año después de haberse hecho con el premio a mejor director ex aequo junto con Cristian Mungiu («Los exámenes»).
«Personal Shopper» nos sumerge desde buen inicio en lo paranormal, abriéndose casi como una cinta convencional del género de terror adentrado en el trhiller psicológico de fantasmas. Unas primeras secuencias que nos dejan a su vez observar como el día a día de Mareen se mueve entre sus habilidades como medium y su curiosidad en esta materia de estudio con su trabajo de personal shopper para una importante figura dentro del mundo de la moda. Juega entonces Assayas con las convenciones del género, emulándolo, utilizando la música estridente para crear tensión y valiéndose del CGI para sus representaciones espectrales que imitan la espectacularidad de cualquier cinta mainstream sin personalidad alguna. A partir de ahí es cuando el cineasta se centra en la psique de su protagonista, el duelo que siente por la pérdida del hermano y el terror interno que le provoca el padecer del corazón. Información que se desvela convenientemente para introducir el elemento fantástico y más singular del filme, la irrupción de un ser fantasmal o no que se comunica con el personaje principal a través del chat de una aplicación de su smartphone. Una excusa que sirve para abrir el alma de esta joven y que el espectador, junto a este ente invisible, conozca las verdaderas preocupaciones de ésta, sus deseos ocultos, su verdadera faceta. Una invitación a conocerse a sí misma, sus temores y sus ahelos.
El thriller tardío
A partir de entonces, el filme muta en un thriller que puede recuerdar en estructura al de «Passion» (2012) de Brian De Palma. Un intento de confundir a Mareen, y también al espectador, entre lo pasional y lo irreal. Lo que se recrea en la mente de Mareen y lo que sucede en la realidad. Un cénit tensional que busca la excusa perfecta para provocar la marcha de su protagonista. Tras solventar el caso en el que se ve envuelta, y tratar con distintos hombres con conversaciones forzadas, explicativas y obvias que descolocan el tono del filme, la cinta toma un camino zigzagueante en sus compases finales, quien sabe si citando levemente a Abbas Kiarostami, con tal de ofrecernos un final que si bien es coherente con lo desarrolldo en gran medida del filme, se vive de manera efectista y predecible, demasiado simple y vacía para la ambición con la que se ha enfrentado Olivier Assayas a una película de estas características.
Frases destacadas de «Personal Shopper»:
«Mi hermano murió aquí hacer 95 días. Nos hicimos el siguiente juramento. El primero que muera le tendrá que mandar una señal al otro».