El pasado viernes se estrenó en EEUU “Peter y el dragón” un filme familiar que hará las delicias de los pequeños de la casa.
En 1977 el realizador británico Don Chaffey, al que todos recordaréis por haber dirigido el clásico de la Hammer “Hace un millón de años” con una voluptuosa Raquel Welch y unos geniales efectos especiales de Ray Harryhausen, fue elegido por la productora Walt Disney para realizar “Pedro y el dragón Elliot”, basado en una historia original de S. S. Field y Seton I. Miller. Los mayores de la casa lo recordaréis por ser un filme al más puro estilo Disney donde el personaje de dibujos animados se mezclaba con actores reales, entre los que se encontraban estrellas tan rutilantes como Mickey Rooney o Shelley Winters. Todos cantaban y bailaban integrándose en una tierna y divertida historia. Disney ha decido que es hora de darle una vuelta a esta historia para adaptarla a la nueva generación de espectadores infantiles. Lo curioso es que ha elegido a David Lowery, que obtuvo excelentes críticas tras su paso por Sundance y Cannes con ese valiente western moderno que es “Ain’t Them Bodies Saints”.
Imaginación versus realidad
La estrategia de Lowrey es dotar al filme de un aura de cuento en toda regla, es decir, ha eliminado todos los aspectos relacionados con el musical, dejando tan solo una canción que sirve de homenaje y que bucea en las raíces dramáticas de la misma historia. Lowrey apuesta firmemente por crear un cuento infantil contemporáneo. Para dejar las cosas claras, el filme comienza con una secuencia donde nos presenta al narrador, el señor Meacham. Papel que entrega a su mentor intelectual, Robert Redford, y que este acepta agradecidamente brindándole una actuación entrañable y perfecta. Veremos a este hombre venerable rodeado de niños que escuchan absortos sus historias sobre un feroz dragón que reside en los bosques de la zona. Esta visión fantástica de la región del Noroeste del Pacífico contrasta con la de su hija, Grace, una agente forestal que se conoce cada rincón de esos bosques y devuelve a los niños a la cruda realidad, la de un idílico y entrañable pueblo, que vive gracias a la explotación maderera de sus bosques. El espectador adulto podrá apreciar que es un entorno muy endogámico. El gran aserradero local está dirigido por dos hermanos, Gavin, el villano de la función, y el bueno de Jack, que a su vez está casado con Grace con la que tiene una hija, Natalie.
Entre la imaginación y la realidad vive Peter, la columna vertebral de esta historia, que pierde a sus padres en un fatal accidente de coche. En medio del bosque encuentra a un gigante dragón verde que se ha perdido de su manada mientras se dirigían al norte y al que llamará Elliot. Se cuidarán mutuamente y surgirá la amistad entre ellos. Pasados seis años Grace y Natalie acabarán encontrándole por casualidad y le llevarán al pueblo. De esta manera, Peter dejará atrás el idílico mundo de los bosques para entrar de bruces en la realidad. La agente forestal tratará de buscar a la familia del niño, pero la respuesta la llevará a moverse en esa delgada línea entre creer en la fantasía y la realidad. El problema es que Lowrey entrega el papel a Bryce Dallas Howard, que nos demuestra una vez más sus enormes carencias de registros como actriz, de tal forma que acaba siendo engullida por todos sus compañeros de reparto.
En un afán del realizador por dejar las cosas claras, nítidas y cristalinas al espectador, este remarca las raíces de su relato cinematográfico con un elemento recurrente en la narración: el cuento ilustrado «Elliot get lost» (Elliot se pierde). Sirviéndole a su vez de nexo entre los personajes opuestos como son Natalie y Peter. La niña, que es más adulta y pragmática, acaba enseñándole la realidad al niño, que posee una visión del mundo más infantil, y se acaba sorprendiendo de todo. Ahí es donde el relato parece intuirse los derroteros argumentales de filmes como “Nell” (Michael Apted, 1994) o “El pequeño salvaje” (François Truffaut,1970), pero acaban convirtiéndose en meros espejismos que funcionan como elementos cómicos, que relajen el dramatismo argumental.
La defensa del medio
Lowrey trata con uñas y dientes de hacer suyo el clásico de Disney, por ese motivo reinventa a los personajes con el sano objetivo de buscar otros derroteros dramáticos. El resultado es que el malvado Dr. Terminus y su ayudante Hoagy se transforman en la pareja de hermanos, que el espectador puede leer en clave de Caín y Abel. Se intuye por diversos detalles que Gavin quiere exprimir el bosque con la tala indiscriminada frente a la sensatez de Jack. Esa sobreexplotación hará que el bosque pierda totalmente su magia al exponer a la realidad la humilde morada de Elliot y Peter.
Perdiendo el norte
Ver una película infantil con niños y verlos disfrutar es siempre un placer. Y mí yo niño ha salido del cine con un buen sabor de boca. Pero distinto ha sido el caso de mi yo adulto. Lowrey hace dos claras concesiones a la productora Disney. La primera es un evidente homenaje al original en la secuencia donde Gavin y sus hombres descubren a Elliot. Ahí brilla completamente Karl Urban, que se entrega por completo y sigue fielmente las pautas marcadas por Jim Dale, que daba vida al Dr. Terminus. Y el segundo es darle el consabido final familiar, perdiendo parte de su personalidad, cuando los derroteros elaborados desde su inicio contundente pedían a gritos otro desenlace. De esta manera el filme hubiera funcinado a la perfección como un relato centrado en la pérdida de la inocencia, subtrama planteada por el realizador indie, pero que no se atreve a llevar hasta las últimas consecuencias, al igual que le pasa con el tema de la deforestación, que lo plantea y no decide explotarlo como se merecía el cuento de aromas ecológicos. De esta manera, Disney una vez más nos edulcora una historia que prometía mucho, y Lowrey al igual que Elliot acaba perdiendo el norte de su relato, y se pierde en el vasto bosque de la comercialidad llena de acción y espectaculares efectos visuales, aunque lo cierto es que los niños acaban aplaudiendo y disfrutando las mágicas aventuras de Peter.
Frases destacadas:
- Pete’s Mother: “I think you’re the bravest boy that I never had”
- Pete: “Are you gonna eat me?”
- Grace: “I know the forest like the back of my hand. I wouldn’t have missed a dragon”
- Pete: “I’m wondering where that lady come from”
- Karl urban: “Let’s go hunting”
- Niña: “Is it Elliot an imaginary friend?”
- Girl in the hospital: “Mommy, there’s a monster outside”
- Song: “Deep in the forest there dragons will be”
- Bryce Dallas: “You may be the bravest boy that I’ve never met”
- Robert: “Nobody can survive alone in the woods for six years”
- Karl Urban: “What happened boys? Do you never have seen a dragon before?”
- Karl Urban: “This thing is going to put me in the map”