“Pieles”, debut en el largometraje de Eduardo Casanova es toda una apuesta personal, la de un cineasta que nos presenta su singular manera de ver el mundo
Leer entrevista con Eduardo Casanova
Siempre ha sido difícil establecer las diferencias entre un director, un cineasta y un autor. Se podría decir, muy por encima, que la línea va desde la profesional artesanía del primero hasta la visión propia, artística y personal tanto del mundo como del arte del último. Obviamente, no todos los cineastas tienen un corpus fílmico uniforme, especialmente en sus inicios. Suele ser habitual, en el comienzo, que un director empiece con algunas películas de autor de bajo presupuesto y luego busque dentro de la industria algún producto de género que le permita conseguir una posición sobre la que ya, desde ahí, decidir su camino. Otros, los más valientes o quizás los más locos, vuelcan en su primer largometraje profesional, el que será su presentación en sociedad, todo lo que llevan dentro desde que quisieron hacer cine, creando su primera película como si fuese a ser la última. “Pieles” de Eduardo Casanova supone la arrebatadora apuesta de un creador valiente y desvergonzado. Un cineasta que ha puesto como autor sus intenciones creativas para con su obra muy por encima de cualquier pensamiento de recepción, distribución o el público medio. El primer largometraje de un atrevido cortometrajista que ha volcado lo más radical de sus cortos en su primera película comercial.
Sí no le gustan mis principios, lo siento, no tengo otros
Pero qué puede hacer que una película cuyo director es una conocida figura televisiva, cuyo productor es Alex de la Iglesia y que cuenta en su reparto con actores tan mediáticos como Macarena Gómez, Secun de la Rosa, Carmen Machi, Jon Kortajarena o Candela Peña sea una película de minorías, de arriesgada distribución. La respuesta es evidente con su visionado, Casanova ha elegido el camino del autor y es la original personalidad que puebla la puesta en escena de la película así como su atrevido tratamiento de multitud de temas de incómodo trato social los que demuestran la estimulante valentía que contiene este debut. En un momento en el que el cine de autor industrial nacional parece abocado a las historias reales, las adaptaciones de best sellers, las producciones televisivas de comedias con realización de sitcom, la emulación barata del cine negro y de espías americano y la esperanza blanca de la enésima reinvención del melodrama femenino por parte de Almodovar, “Pieles” es, como diría Esperanza Aguirre, un Maverick.
La dinámica de las historias cruzadas sirve de punto de partida a una película que utiliza esta degradada herramienta estructural para convertir a sus personajes en todo un collage de diferencias e individualidades, una elección esencial para crear un relato sobre la normalidad de las diferencias en la sociedad. Así, la aparición, mezcla e interacción de la prostituta sin ojos, el chico sireno, la mujer con el ano en la boca, la enana o el pederasta de conciencia atormentada, entre otros, sirve como red humana para crear un relato ético con estas taras, unas reales y otras inventadas, en coherencia con el mensaje de aceptación tanto a otros como a uno mismo que transmite la película. Estamos, sin embargo, muy alejados de relatos de celebración de la diversidad a través de la despreocupación tal como podría extraerse del visionado de “Kiki, el amor se hace” (Paco León, 2016). Aquí Casanova se atreve a jugar duro desde el principio, dejando claro que esta normalización de lo anormal va a estar más que expuesta, desde una posición de sublimación estética cuyo discurso moral resulta ambiguo e incómodo.
Un prólogo como presentación de una película y de un autor
Así, la película cuenta con un prólogo soberbio que introduce dentro de sí todas las dinámicas de la película. En él, el pederasta acude a un extraño local de alterne para acostarse con una niña sin ojos con la esperanza de que ese “desahogo” le permita mantener sus deseos alejados de su hijo recién nacido. La madame es una obesa anciana desnuda, el brillo y las arrugas de su cuerpo hacen palpable su tacto en la imagen. La cámara permanece inmóvil con una cuidada planificación formal de planos que juegan con el progresivo aumento de la escala que irá desvelando más y más información. Podrían ser estas primeras imágenes una arrebatada y personal reinterpretación de la magistral apertura de “El padrino” (Francis Ford Coppola, 1972) si no fuera porque en “Pieles” el espacio es rosa y violeta. Cuidando esta perfumada y artificiosa decoración y tonalidad en todos los escenarios, maquillajes y vestuario, la confrontación entre lo anormal y lo normal, el bien y el mal se ve potenciado exponencialmente. “Pieles” es un cuento de terror que sucede en una perfecta casa de muñecas, algo así como “La parada de los monstruos” (Freaks, Tod Browning, 1931) filmada por Wes Anderson. La estricta planificación formal abandona la rigidez de su encuadre para volar con la música. Será mediante el uso de esta, casi siempre extradiegética, con la que Casanova llene los momentos en los que la historia de sus atormentados personajes se cruza y, finalmente, se cierra.
“Pieles” aparece escrito sobre la pantalla en una imagen que únicamente nos muestra la terrorífica visión de una puerta cerrada la cual nos impide seguir viendo el encuentro entre la niña y el pederasta. Más que una presentación de la propia película, Casanova deja claro en el prólogo la potencia de su apuesta, la tarjeta de presentación a su mundo cinematográfico. El joven cineasta domina los diálogos de sus personajes, sostiene el ritmo de la arriesgada originalidad de sus historias y giros narrativos y llena la pantalla de una mezcla de influencias estéticas que se sienten nuevas y originales, a la par que referenciales, sin temor a atacar las entrañas del espectador. Este atrevimiento va acompañado de una visible irregularidad, todos los personajes no se desarrollan con la misma maestría, la estética puede parecer solo un capricho en ocasiones y el final es mucho menos brillante que su prólogo. Pero quizás eso no sea tan importante como lo es la valentía y coherencia consigo mismo demostrada por un joven debutante en el largometraje. La virtud está en la diferencia, eso parece querer decirnos la película, más allá de su historia, desde su pura creación.
Frases destacadas de “Pieles”
- Ana: Solo me quieres por mi físico.
- Ernesto: Me gustan las mujeres como tú, no las mujeres normales.
- Hermano de Samanta: Cuantas veces te he dicho que no salgas a la calle con la cara al descubierto.
- Cristian: Estas piernas no son mías.
- Laura: No puedo quitarme mis diamantes, son mis ojos.
- Personaje sin nombre interpretado por Itziar Castro: No quiero que me toquen.
- Red social similar a Instagram: Su fotografía no cumple con las normas de nuestra página.
- Ana: Las pieles cambian, las pieles se operan, se transforman, la apariencia física no es nada