Banal, cursi y estulta. Por la cara, la nueva película de Seth Gordon, que en el metro de Madrid se jacta de ser nº1 en EE.UU., es un happy end facilón y de escaso buen gusto.
Sandy Patterson (Jason Bateman) es un honrado padre de familia de Denver preocupado por llegar a fin de mes. Con todo, las cosas le van relativamente bien. Incluso mejor, cuando un compañero de trabajo decide independizarse de la tiranía de su jefe, monta su propia empresa y le propone al cabeza de familia un ascenso considerable. A varios kilómetros al sur se encuentra Diana (nombre ficticio con la que se la denomina en la mayor parte del film interpretada por Melissa McCarthy), una consumada falsificadora de tarjetas de crédito que se aprovechará de la inocencia del confiado (algunos lo llamarían calzonazos) Patterson.
Una comedia en tres actos
El primero, la de la felicidad amenazada; la segunda, la del thriller que pretende en vano ser cómico, y el último en la que el espectador asiste a una evolución psicológica de los personajes completamente in-creíble, en el sentido literal de la palabra. Y no tanto por la calidad de las interpretaciones, que medianamente se salvan, sino por un guión que no prepara para ello. Es en el segundo en la que los creadores de Por la cara han debido apostar a lo grande. Aquí el film se convierte temporalmente en una road movie que cuenta con algunas de las escenas más ridículas, como la del hotel de carretera. Es la hipérbole del slapstick envilecida, que no consigue siquiera arrancar una débil sonrisa. Durante la primera media hora hay momentos en los que uno empatiza, posiblemente por compasión, con Patterson, pero pronto se rinde y lo abandona. Todo es demasiado prefabricado.
La comedia como medio y no como fin
La familia de Patterson rezuma un tufillo de american way of life que si es leído entre líneas resulta de veras denigrante paras las mujeres.Véase aquella frase de Trish Patterson (Amanda Peet) cuando se pone a elucubrar sobre el sexo de su tercer retoño: «¡Tal vez sea un chico y lo podemos hacer trabajar!».
Añádase a esto que Mrs. Patterson es una ama de casa a tiempo completo que se desvive por su
marido en cuyo trabajo no se ha visto ninguna compañera. La otra fémina es la ya citada Diana que
representa tópicamente el floridian way of life, una burda pantomima de la «mala» que en el fondo es capaz de grandes dosis de sensiblería y al final decide inmolarse en aras de continuar la irritante felicidad de los Patterson.
Hay otras salidas de guión que han podido resultar sutilmente ofensivas, aunque dudo mucho que
éste haya sido el objetivo de los guionistas, porque Por la cara es eminentemente una película para ganar dinero fácil y rápido, y para cumplir ese imperativo es necesario respetar ciertos límites. Me estoy refiriendo a aquellos comentarios o representaciones de los hispanos. El primero de ellos, de papel poco relevante, es el gasolinero que parece poco más que un palurdo. Y la segunda, bastante más importante en número de minutos en pantalla, es la sicaria que en sí podría estar vagamente diseñada como una mujer fatal, pero que tiene que soportar las imprecaciones despectivas de Big Chuck (Eric Stoneestreet).
Todo ello podría estar justificado en aras del cumplimiento de las reglas del género de la comedia,
una comedia, por cierto, situada a años luz de la de Billy Wilder, Ernst Lubitsch o Frank Capra, y
más en la línea de Tod Phillips («Resacón en Las Vegas», 2009) o del propio Seth Gordon en «Cómo acabar con tu jefe» (2011) en la que también trabaja Jason Bateman. Y lo estará para algunos; es indudable que sacarán buena tajada los productores. Pero Por la cara es una película pensada para el consumo rápido de cine. Y no aspira a más.
Frases destacadas Por la cara:
Sandy Patterson: «¿Cuándo van a resolverme mi problema?» / Oficial de policía: «Esto va lento, pero tenemos un porcentaje de éxito muy alto» / S.Patterson: «¿Cuánto?» / Oficial de policía: «Entre el 5 y el 10%»
Sandy Patterson a su mujer: «Tranquila, no me hará daño, es muy bajita. Voy a buscar a Bilbo»
Diana al sicario que la quiere asesinar: «Oh, la barba le huele a sandwich…¡¡qué gusto!!»