Por fin se estrena en España la magnífica obra del desaparecido Aleksey German “Qué difícil es ser un dios”. Un filme necesario.
Una historia pan-humana
Umberto Eco es un autor y a veces escribe novelas para una amplia minoría como es el caso de “El nombre de la rosa” y otras para una pequeña minoría como en “El péndulo de Foucault”. Pero eso no significa que una sea mejor que la otra, ambas son excepcionales. Algo parecido puede decirse del autor Aleksey German y su criatura “Qué difícil es ser un dios”. Se trata de la brillante adaptación de la novela homónima escrita por los hermanos Strugatskiy. El gran maestro Tarkovsky ya adaptó en 1979 “Stalker”. Por ese motivo le traemos a la memoria de todos, porque German se sirve de nuevo del excepcional material que le brindan los autores de ciencia ficción para realizar un maravilloso y sentido homenaje al famoso realizador soviético.
Estamos ante una brillante obra de ciencia-ficción que nos cuenta cómo los científicos descubren un planeta llamado Arkanar, también habitado por humanos. Por ese motivo se envía una expedición de científicos a explorarlo. Viven en un periodo semejante a nuestra Alta Edad Media. El régimen social que impera es básicamente feudal, y el poder se ejerce de manera tiránica. Los investigadores tienen por obligación no interferir en el curso político e histórico de los acontecimientos, a pesar de que sean testigos de cómo los intelectuales, conocidos como los Grises, y los artistas autóctonos son perseguidos. Desobedeciendo a sus superiores, el misterioso Don Rumata, un aristócrata que se desenvuelve con soltura entre duelos e intrigas palaciegas, se siente impotente a la hora de entender los mecanismos de represión que embrutecen el reino. Los plebeyos le atribuyen poderes divinos, pero Rumanta sabe que no puede interferir en el desarrollo de su historia. A pesar de todo acabará por desencadenar una guerra para salvar a algunos hombres de la suerte que les ha sido reservada.
Más allá del bien y del mal
La gran ciencia-ficción siempre ha servido para hacer una crítica brutal al sistema social imperante en un momento determinado. De esta manera Aleksey German toma y se apropia de la novela de Arkadi y Boris Strugatskiy para hacer una brutal crítica al totalitarismo imperante en el régimen “democrático” ejercido por Vladimir Putin. Y al igual que los hermanos judío-rusos, Aleksey consigue sortear la “censura” en este momento donde Putin lucha con todas sus fuerzas contra todos sus detractores. Con pocos meses de diferencia llegan a las carteleras españolas “Leviatán” y “Qué difícil es ser un dios” ambos largometrajes proceden de Rusia y se caracterizan por ser una crítica feroz hacia el dirigente.
Este filme de autor a pesar de su innegable calidad y belleza sólo es apto para minorías al igual que algunas novelas de Eco o que los filmes de Tarkovsky. A pesar de que poseen el mismo trasfondo, esto no es un producto hollywoodiense como “The giver”. En su contra juega que está fotografiada en blanco y negro, su gran metraje (tres horas) y la ausencia de efectos especiales. Pero esos elementos que juegan contra ella también la hacen, irónicamente, espectacular. Lucidísimo es ese comienzo rodado con una lente que difumina los márgenes exteriores del campo visual. Así, el realizador de Leningrado hace sentir al espectador como un biólogo que mira al microscopio el microsistema social feudal. Además quiere que en todo momento se sienta testigo de la acción, y con ese propósito plantea numerosos planos secuencia perfectamente desarrollados y algunos muy complejos. Para terminar de involucrarle y hacerle partícipe de la denuncia social hace que algunos personajes secundarios miren e interpelen a la cámara, y por ende al espectador.
Como todo en la vida no hay blancos ni negros, solo una escala de grises. Por ese motivo el realizador decide fotografiar ese particular microcosmos feudal con una total ausencia de colores. Un mundo en blanco y negro, donde están los vasallos y los señores feudales, esa oligarquía que tiene subyugado al pueblo, donde no hay capacidad para el libre pensamiento, para discernir sobre ningún tema. Por eso, los científicos como no pueden tomar partido deciden emborracharse y drogarse, todo para no ver la realidad. Todos excepto uno que jugará a ser dios por un día.
Frases destacadas de “Qué difícil es ser un Dios”:
- Don Rumata: “Os venderé a todos. A ti también. Lástima que haya bajado tanto el precio de los esclavos. Así es la vida”
- Don Rumata: “No vuelvas a destilar esa bazofia”
- Don Rumata: “¿Puedes creer que ese imbécil sintetizó alcohol?”
- El barón Munchhausen : “¿Qué haríais sin mi locos desconocidos en un planeta desconocido?”
- Don Rumata: “Siempre ha sido así, y así será. Es la norma. Y así funciona”
- Don Rumata: “Temer a la muerte es una herejía, Capitán”
- Niño: “Los pecados no se lavan con el agua”
- Barón: “Yo no bebo, solo esnifo”
- Barón: “Los Grises son como las chinches”
- Barón: “Vino y putas para todos. Yo me quedaré con las más viejas y decorosas”
- El vicario de la Orden: “Ya sé dónde aprendiste tu técnica de combate”
- Don Rumata: “No has respondido ¿Qué harías si fueras un dios?”
- Don Rumata: “Destruir es fácil”
- Don Rumata: “No voy a cederte el trono. Esa es la verdad”
- Don Rumata: “Dime Arata, darás la tierra a tus hombres ¿Quién quiere la tierra si no hay esclavos”
- Don Rumata: “Dios si existes detenme”
- Arima: “El creador nos castigó con el dolor. Yo también fui a la Universidad”
- Don Rumata: “Si escribes sobre mí, escribe que es difícil ser un dios”