Solvente thriller de manual firmado por Paco Plaza
Desde hace unos años, el cine español ha encontrado en el thriller castizo un sin fin de posibilidades. Películas que abordan desde la españolidad elementos marcadamente violentos, heredados del existoso estilo coreano. Véase como ejemplo más claro «La isla mínima» (Alberto Rodíguez, 2014). Y a este tirón donde han surtido su calidad técnica cineastas como Rodrigo Sorogoyen y Raúl Arévalo, se acaba de unir Paco Plaza, referente del cine de género. Personalidad que entiende el medio a la manera del artesano, tejiendo una historia, una atmósfera que juegue en favor de la narración, del entretenimiento de calidad. No hay dobles mensajes, ni moralinas, ni atisbos de mostrarnos nada más en su » Quien a hierro mata» que la devastación psicológica de sus elaborados personajes.
El nuevo trabajo del creador de «Verónica» (2017) acierta desde un primer momento tanto en el tono como en la ambientación. Escondido por las zonas rurales de Galicia, nos muestra la terrible realidad de quien convive con los narcotraficantes, del legado que han dejado en sus gentes y la evolución del negocio en nuestros días. Se abre con la brecha generacional de un capo viejo, salido de la cárcel por una enfermedad degenerativa. La decrepitud de quien estuvo en la cresta de la ola y la falta de experiencia de una juventud, sus hijos, incapaces de llevar las riendas sin el capital y la posición social de un padre que desconfía plenamente de ellos. Por otro lado, la víctima indirecta, quien supo lo que se hizo con la gente de aquella localidad en los tiempos donde la droga causó más víctimas. Alguien que lleva una vida respetable, que se ha ganado la confianza de todos sus compañeros de trabajo y sus conocidos. Una persona normal, que a modo casi hitchcockiano, no puede reprimir para sí mismo el ansia de maldad. Maldad eso sí nacida desde la necesidad de la venganza, generado no de manera espontánea sino originada de un pasado tormentoso. Y en ese momento viviremos el juego por oposición de la víctima y el verdugo. No sin dejar de prestar atención a lo que sucede en el mundo exterior, las operaciones de contrabando, las amenazas y las coacciones de quienes ven peligrar su fuente de ingresos. Elementos que calibrarán un cóctel fatídico que buscarán mantener al espectador atento en todo momento, sintiendo el filme de manera física, absortos ante las posibilidades que ofrece el desenlace.
Estamos en definitiva ante un thriller estupendamente adaptado a la realidad autóctona que aborda, con unos actores entregados en sus roles. Un filme bien construido, que si bien no ofrece nada nuevo respecto a películas ya vistas recientemente, cumple su objetivo de abstraer al público siendo respetuosa con él. Destacando el cuidado técnico, la fotografía, el uso intercalado de un humor incómodo genuinamente identificable por parte de su reconocido autor. También triunfará por la crudeza de muchas de sus secuencias más violentas, impactando cruelmente en nuestras retinas, buceando en el lado más truculento de la psique humana.
Frases destacadas:
- «Si el centollo tiene la pata rota ¿tú qué crees?»
- «Tienes que sacarme de aquí»