Spielberg se la juega al todo o nada con esta adaptación de la novela futurista de Ernest Cline, una obra de culto metareferencial para geeks y para la generación que nació en los ochenta, con referencias a videojuegos, personajes, películas, canciones y recuerdos. Una película para nosotros, los frikis.
Comienza la partida
Imaginen la escena:
Un anciano americano llamado Steven Spielberg lee una futurista novela de ciencia ficción que sabe hacer converger el mundo digital de los videojuegos con el mundo real, de una manera emocionante y humana. La novela homónima es Ready Player One, también norteamericana y publicada hace ahora siete años (en su edición española Ediciones B, S.A., 2011), un auténtico disfrute página a página. Y eso debió pensar el anciano Spielberg y pensará casi cualquier lector que se acerque a ella. Te atrapa, te divierte, te conmueve y te hace imaginar. Es tan visual su narrativa que se hacía necesaria su adaptación cinematográfica. ¿Y quién mejor que Spielberg para llevarla a cabo? El cineasta comenzó a conversar con Ernest Cline, el autor, fiel admirador del responsable de «Parque Jurásico», «E.T», «Indiana Jones» o «Inteligencia artificial» y le habló de la posibilidad de llevar la novela a la gran pantalla. Era muy complicado, sabían que el mundo de los videojuegos y el del cine no habían tenido buenas relaciones hasta el momento.
Nivel 1: Los primeros pasos
La partida ha comenzado. Cline nos tenía preparadas casi 500 páginas y Spielberg dos horas y veinte de absoluto disfrute. Se apagan las luces y el mundo que conocemos desaparece: ¿No es eso el cine? Una fábrica de ilusiones con imágenes en movimiento. Suena muy naif pero en este caso es real. Desaparece porque esta historia nos habla de una sociedad no demasiado lejana, la de 2045, en la que se ha creado un juego o realidad virtual (OASIS), que permite a toda la población evadirse de su sombría, inhumana y vacía existencia, para explorar cualquier mundo posible, siempre que entre dentro de la imaginación. Y la imaginación, amigos, no tiene límites. Así que es cierto que conocemos la historia de Parzival, pero en el fondo podríamos ser cualquiera de nosotros. Alguien que busque algún pasatiempo (cine, videojuegos, música, deporte) para evadirse el mayor tiempo posible de sus realidades, a veces dolorosas, en ocasiones insoportables y la mayoría de las veces, rutinarias y agotadoras.
Lo cierto es que nunca había entendido ese poder de fascinación de los videojuegos, nunca me habían abstraido de la misma manera que lo hacía el cine, pero el poder de Cline para narrar y de Spielberg para exponer con imágenes sus teorías, definitivamente me derrotan y me hacen querer explorar todos los “Oasis” posibles, eso sí, con los pies en el suelo para no perder el norte y recordar cual es la verdadera realidad, y por qué no, sus posibilidades.
Una fotografía espectacular del polaco Janusz Kaminski (habitual en el cine de Spielberg desde 1993, ganó dos oscar por «La lista de Schindler» y «Salvar al soldado Ryan») y unos efectos visuales y sonoros acordes a la historia épica, familiar y apoteósica que se está contando contribuyen a crear una atmósfera de infinitas formas, llena de acción, emociones, explosiones, persecuciones, huidas, carreras y magia. Parece que Parzival esté salvando al mundo, cuando en realidad “Sólo” está intentando proteger a una realidad virtual.
Nivel 2: Personajes, avatares, gamers, geeks y demás frikis
Hemos visto a los avatares de James Cameron, que prepara tres películas para completar la saga o el reboot innecesario, exagerado y ridículo de «Jumanji», mucho más cercano en el tiempo, que utilizaban esta figura como esqueleto de sus historias. En «Ready Player One» nos llega Parzival, un avatar ficticio de Wade Watts, que interpreta el talentoso y guapísimo Tye Sheridan, un joven que vive en la miseria y que utiliza Oasis para huir de esa realidad, normalmente obviando que “cualquier Oasis” nos hace olvidar el mundo real. Cline vuelve a referenciar en Parzival a El rey Arturo y el Santo Grial, adoptando el nombre de uno de sus legendarios caballeros, también conocido como Percival, Parsifal o Peredur.
Imaginen a Parzival como avatar de Wade Watts, a Wade Watts como Avatar de Cline, a Cline como Avatar de Spielberg y a Spielberg como nuestro propio Avatar. Seguramente, habríais soñado con hacer una adaptación así.
Y aunque en la novela Wade es menos musculoso y más entrado en carnes, sus emociones, sus objetivos y sus sueños son casi idénticos que en la novela. Así como el resto de personajes importantes que comparten un carácter y unos atributos comunes.
Es precisamente esto lo que sí esperaba de la adaptación de esta fantástica novela, que Spielberg consiguiera un arco de transformación mucho más pormenorizada de los personajes y no tan lineal, menos Disney e incluso una aproximación sexual de los caracteres juveniles. Entiendo que es una película para todos los públicos pero sin ese mensaje de cuento de hadas, donde todo es tan maniqueo, la película habría sido casi perfecta. Al menos el final no es tan bochornoso como suele ser habitual en el cine de Spielberg (véase «El puente de los espías», o cómo lastrar una buena película en los últimos cinco minutos). Pero en «Ready Player One» me consta que tiene más culpa de este final más comedido, familiar eso sí, Cline que el propio Steven.
Nivel 3: Referencias
El universo creado por Cline es metareferencial. Le bastan seis páginas para hablar de «Los cazafantasmas», de Space Invaders, de canciones como Dead’s man party, de series como «Escuela de jóvenes asesinos» o «Enredos de familia»… Y las referencias se expanden por el resto de la novela. A cada cual más pormenorizada y explícita. Este puede ser el kit de la cuestión para Spielberg, ya que ha hecho de esta verborrea referencial, el leitmotiv de esta película. Atención a una escena que va a dar mucho que hablar, el homenaje entre divertido, tenebroso y fascinante a The Shinning (El resplandor, escrita por Stephen King y dirigida por el maestro Kubrick). «Ready player one» consigue un universo o varios lleno de acción y de recuerdos, de referencias pop que con un ritmo perfecto no sólo no llegan a cansar en ningún momento, sino que sumergen al espectador (y a su avatar también imaginario) en una fantasía fascinante.
Nivel 4: Has llegado a tu Oasis
Al menos eso crees. A pesar de algunos personajes demasiado lineales y maniqueos y de un guion en ocasiones previsible y familiar; «Ready player one» consigue hacer que cualquiera se interese por el mundo virtual. Es posiblemente la mejor película que se ha rodado que aúna ambos universos, al menos a nivel visual y emocional. Es un absoluto viaje fascinante, que nos traslada a un mundo de infinitas posibilidades, donde la realidad está pasando a un segundo plano. Y es ahí donde nos atrapa y nos hipnotiza. Parece un argumento para «Black Mirror» pero en el fondo es un futuro muy próximo. Spielberg, como si siguiera inmiscuido en su reciente anterior estreno: «The Post» (aquí «Los archivos del Pentágono») pero con mucha más fuerza, contundencia y relevancia, nos habla sobre el control de las sociedades a través de las nuevas tecnologías; sobre el control empresarial y político de los medios de comunicación y sobre la pérdida paulatina de la libertad en general del ser humano y de la libertad de expresión en particular. Si no podemos hacer ni decir lo que queremos, ¿podríamos hacerlo en un mundo virtual? ¿Y si nos olvidáramos del mundo real? La ficción parece superar a la realidad. Y en eso Spielberg suele ser un maestro.
Game Over
La partida ha terminado. No deben haberle gustado a Oasis demasiado mis preguntas pero Spielberg y Cline han conseguido que quiera volver a intentarlo. Por mi parte, empezaré desde el principio o al menos se lo preguntaré a mi avatar: ¿Te apetece comenzar una partida?
Frases destacadas en “Ready Player One”:
- “Por más aterradora y dolorosa que pueda ser, también es el único lugar donde puede encontrarse la verdadera felicidad. La realidad es rea»l.
- “Creé Oasis porque nunca me sentí a gusto en el mundo real”.