Kevin Reynolds huye de conservadurismos y exabruptos ultracatólicos y nos brinda «una de romanos» repleta de sangre, polvo, piedra y escepticismo.
La Biblia como tema irremediablemente recurrente
«Toda conversación puede terminar derivando en dos temas universales: La Biblia y «Los Simpsons»». Esta frase, enunciada hace unos años por un profesor de análisis fílmico, se antoja, a priori, algo absurda y disparatada, pero encierra un mayor sentido del que puede parecer en primera instancia.
Dejando de lado a la catódica familia amarilla creada por Matt Groening en 1989, el peso del libro sagrado por excelencia para la cultura occidental resulta innegable, habiendo trascendido los límites de lo estrictamente religioso para entrar en los terrenos de la iconografía popular, convirtiéndose en fuente de inspiración para innumerables cineastas —y artistas de otros gremios— que han dejado patente la huella del cristianismo a lo largo de la historia del cine.
La mayor prueba de esta influencia se encuentra en el marco de los años cincuenta, cuando la llegada del color a las emisiones televisivas estadounidenses puso en peligro la hegemonía de las salas de proyección, obligando a las productoras a desarrollar nuevas tecnologías que incrementasen la espectacularidad de los largometrajes, dándole un nuevo sentido a la gran pantalla. Estos avances tecnológicos, curiosamente, se asocian a grandes producciones de corte bíblico como “Los Diez Mandamientos” (Cecil B. DeMille, 1956), “Quo Vadis” (Mervyn Leroy, 1951) o “La túnica sagrada” (Henry Koster, 1953); filmes cuyo uso del Technicolor y el Cinemascope poco o nada pudo hacer frente a la magnificencia del Ultrapanavision con el que William Wyler rodó el considerado como primer blockbuster de todos los tiempos: “Ben-Hur”.
Actualmente, pasada la época dorada de las superproducciones y tras joyas de múltiples géneros y estilos, la figura de Jesucristo se ha visto relegada a un olvido cinematográfico fruto de la ausencia de obras memorables, siendo la última gran recordada “La pasión de Cristo” (2004).
Once años después de la controvertida obra protagonizada por Jim Caviezel, Kevin Reynolds (“Rapa Nui”, “Waterworld”) nos devuelve a la antigua Jerusalén con “Resucitado”; una sorprendentemente placentera cinta que dista de la controvertida propuesta de Mel Gibson para contar una historia paralela a los eventos acontecidos durante la Pasión a medio camino entre el drama espiritual y una suerte de thriller policíaco —salvando las distancias— ambientado en la convulsa Judea de los primeros años de Nuestra Era.
Entretenimiento ajeno al culto espiritual de cada uno
Bajo el delicado prisma de un ateo convencido, debe reconocerse el buen hacer de Reynolds al huir de conservadurismos y exabruptos ultracatólicos a la hora de construir una película capaz de atraer a todo tipo de público; objetivo que cumple a la perfección ofreciendo unas inesperadas dos horas de entretenimiento sin ningún tipo de complejos, intensas y especialmente interesantes durante sus pasajes más escépticos, centrados en la trama de investigación conducida por Clavius, un Tribuno agnóstico encargado de encontrar el cuerpo presuntamente revivido de Jesús. Por desgracia, cuando los derroteros argumentales caen en los pantanosos territorios dominados por el misticismo, “Resucitado” pierde esa garra que la hacía especial, decayendo su ritmo, y haciendo echar de menos su lado más cínico y fresco.
A pesar de presentar una propuesta que no termina de materializarse por completo, el mimo que Reynolds y su equipo han vertido sobre la realización de “Resucitado” transpira en todo momento camuflando su irregularidad narrativa y haciéndola especialmente disfrutable.
Ni rastro queda, pues, del post-peplum contemporáneo que sustituyó estátuas, escenarios reales y cartón piedra por pantallas verdes y gráficos generados por ordenador; en contraposición, “Resucitado” es piedra, polvo, política, sangre y espiritualidad combinados en una cinta que, pese a discreta, nos permite volver a disfrutar, con toda su esencia, de “una de romanos” en una sala de cine.
Frases destacadas:
- Clavius: I am yet sticky with filth.
- Clavius: I have seen two things which cannot reconcile: A man dead without question, and that same man alive again. I pursue Him, the Nazarene, to ferret the truth.
- Clavius: I serve the roman empire, I fought wars against those who did not believe in our gods, but nothing could prepare me for the truth that is now risen.
- Pilatos: Take control out there and finish things.
- Clavius: The tomb is sealed. Guard it with your life.
- Mary Magdalene: Open your heart and see.
- Clavius: I don’t know what to believe anymore.