Clint Eastwood hace años que no tiene que demostrarnos nada, pero, sin embargo, cada vez que se pone tras las cámaras, demuestra que pocos pueden contar una historia como lo hace él.
De héroe a villano
Esta revisión del caso real de Richard Jewell, que pasó de héroe a villano por culpa de un sistema que necesita culpables y de unos medios que necesitan vender exclusivas a diario, pone a Eastwood y a su carga ideológica de corte randiano y libertario al servicio de una película que es excelente en sus tres tramos. El de la presentación del personaje y su llegada a la fama debido a ser el que descubrió la bomba del Centennial Park de Atlanta durante los Juegos Olímpicos del 96, salvando con ello innumerables vidas; el paso a villano y finalmente el tramo final en el que se limpia el nombre de Jewell, soberbiamente interpretado por Paul Walter Hauser que parece un clon del propio Jewell. Mención especial en la creación del contexto de este personaje merece la soberbia Kathy Bates como madre de Jewell, mostrándonos su figura de madre abnegada, pero ilusa.
Eastwood se pone plenamente funcional y estructura el largometraje de forma lineal, cargando las tintas sobre todo en dos de las cosas que más odia, el Estado y la prensa no libre. Y para ello la figura de Jewell es indispensable, un tipo que bordea el retraso intelectual, pero que está acostumbrado a creer ciegamente en la ley, el orden y el sistema garantista en el que se basa una democracia liberal. El papel de villanos lo encarnan un Jon Hamm, como agente del FBI y una Olivia Wilde como periodista local. Son ambos, los que motivados por cerrar el caso y lanzar una exclusiva que la catapulte a la fama, se disponen a cargarle el muerto a un don nadie sin importar la verdad del caso. Eastwood se regodea en ambos mostrándonoslos como dos trúhanes sin escrúpulos, cada uno dentro de su ámbito, y llegando a lo que haga falta, lo que ha cargado las tintas en sectores feministas que vieron un ataque a la mujer, cuando Wilde se acuesta interesadamente con Hamm, cuando Eastwood plantea una situación de igualdad en la que los dos buscan un interés propio.
Un Eastwood libertario
Pero Eastwood siempre deja un espacio para la libertad, en toda su filmografía. Siempre es aquel que se mueve entre las fronteras del sistema, el agente libre, el que no le debe nada a nadie, el Howard Roak de El Manantial, encarnado en múltiples personajes como actor por Eastwood o por otros en sus películas, que se enfrenta al sistema con la verdad, la honestidad y la libertad que derrotará al sistema. Papel que se reserva en la película para el abogado de Jewell, un abogado venido a menos que va por libre y que no le rinde cuentas a nadie, ayudado por su secretaria rusa y que tiene uno de los momentos claves de la película, junto al escena del baile de la Macarena, cuando dice que: “en mi país, si la prensa dice que un hombre es culpable es que es inocente,” recordándonos lo que es vivir en un estado totalitario en el que prensa y policía están al servicio de la dictadura.
Richard Jewell es, en definitiva, la historia de un hombre bueno, con sus luces y sombras, como todos, pero que en su creencia naive en el sistema, no entiende que este puede actuar en su contra.
Frases destacadas:
- Richard: “Tan solo hice mi trabajo”
- Tom Shaw: “Se sospecha del que encuentra el explosivo”
- Kathy Scruggs: “Da el perfil del terrorista solitario”
- Watson Bryant: “La autoridad quiere hacerte picadillo”
- Richard Jewell: “Me enseñaron a respetar a la autoridad”