Este Robocop se convierte en un blockbuster agradable, mínimamente original y correcto que no se parece en nada a su predecesora, pero que tampoco lo pretende.
Durante el siglo XX y con la llegada de la modernidad se reveló el surgimiento de un nuevo modelo de masculinidad, uno que, como día Edgar Morin, se había afeminado. Más allá del sexismo inherente del comentario sí quedaba claro el fondo del mensaje: el varón estaba perdiendo su fortaleza masculina, su impetuosa fuerza natural. El hombre contemporáneo es, en definitiva, menos macho.
En la contundente versión del héroe ciborg de 1987 Paul Verhoeven filmó una Detroit dominada por la misantropía, la amoralidad y toneladas de una grotesca e injuriosa ironía. Eran tiempos de Guerras de las Galaxias y thatcherismos. Hoy, sin embargo, Detroit está en bancarrota, encarnando aquella lejana distopía que, aunque tenía en su realidad sinceros indicios de continuar por esa senda, se confirma para nunca dejar de maravillarnos nuestra capacidad para convertir el escenario urbano en un mundo cada vez más hostil. Y sus casi 30 años han pasado para atestiguarlo. El legado, el signo de los tiempos, dirigido para la ocasión por José Padilha, el brasileño que ya metió el dedo en la llaga en las magníficas Tropa de élite primera y segunda parte, donde la evidente reflexión acerca de la corrupción moral y declive social se envolvía de acción adrenalínica y heroicidad callejera.
Muchos, en particular aquellos que conservan los dulces recuerdos de haber visto durante su adolescencia al robot verhoeviano, encontrarán decepcionante este remake, pero en realidad es una cuestión de perspectivas. Para acercarse a este nuevo Robocop no hay que utilizar los mismos ojos que con Starship Troopers o Total Recall, sino con Minority Report, el Dredd moderno o incluso de alguna extraña forma con el Watchmen de Zack Snyder (no sólo en cuanto al tono de moralina, con esta también comparte el mismo espíritu exhibicionista y obvio de la selección de la banda sonora). Ver esta película como un divertimento dionisíaco sería un error y, sin embargo, aprueba y con creces en el terreno de acción, de thriller y de puesta en escena.
Aunque la verosimilitud continuará en el limbo como ideal inalcanzable (más si estamos manejando conceptos tan imposibles como la historia de un ser mitad hombre mitad policía) la puesta al día es satisfactoria. No sólo nos ofrece unos divertidos papeles para Samuel L. Jackson (parodia de la Fox incluída), Jay Baruchel y Michael Keaton, unas implacables advertencias sobre el poder otorgado a los nuevos dioses de la economía y una visión interesante (aunque también a veces desconcertante) sobre la cuestión tecnológica, sino que en conjunto resulta ser un blockbuster agradable, mínimamente original y correcto que no se parece en nada a su predecesora, pero que tampoco lo pretende. Quítame violencia descarnada y olor a culto para darme un personaje angustiado y trágico en el sentido clásico de la palabra, una trama interesante y bien articulada. Robocop ya no es Robocop, ha dejado de ser un macho para ser un ser humano que no se avergüenza de valorar la importancia de sus sentimientos, y eso está bien. Robocop es una película entretenida, pero eso sí: absténganse los prejuiciosos.
Frases de Robocop:
Pat Novak – Por primera vez en nuestras vidas podremos ver crecer a nuestros hijos a salvo y protegidos.
Pat Novak – ¿Por qué es América tan robofóbica?
Clara Murphy – Dicen que pueden salvarlo pero… ¿qué tipo de vida tendrá?
Dr. Dennett Norton – Alex no está en control, es sólo una ilusión de libre albedrío.
[…] han sido un completo desastre de taquilla como “Asalto al poder” o el remake de “Robocop” y con esto uno puede pensar que es raro que sea el único guionista que se ha mantenido en […]
[…] Padilha, director de películas como el remake de “Robocop” (2014) o la brasileña “Tropa de élite 2” (2010) (donde podemos ver también a Wagner Moura) […]