David Ayer vuelve a sumergirnos en su particular universo policiaco con «Sabotage», un filme de acción sin concesiones y rebosante de una violencia descarnada.
Que David Ayer es uno de los pesos pesados dentro del género policiaco en lo que llevamos de siglo es una afirmación muy complicada, si no imposible, de rebatir. Lo demostró en su momento firmando el redondísimo guión de “Training Day” (2001), y experimentando una notoria evolución en su calidad como director que, tras un debut discreto y un segundo filme, “Street Kings” (2008), con significativas notas de calidad, alcanzó el cénit con “Sin Tregua”(2012); un ejercicio brillante, en clave de found footage, que logró materializar la cuasi utópica mezcla perfecta entre músculo y cerebro que todo filme de acción de calidad debería poseer.
“Sabotage”, por suerte o por desgracia, carece de ese equilibrio que convirtió al anterior filme de Ayer en una pieza tan notable. En este caso, la cinta protagonizada por un Arnold Schwarzenegger que al fin parece encontrarse cómodo y disfrutar frente a la cámara tras su segundo advenimiento, adolece una disminución de materia gris más que palpable que, por suerte, ha sabido compensarse con una dosis extra de testosterona que hará las delicias de los amantes del cine de acción más visceral sacado de los memorables años ochenta.
Pese a haber perdido la inteligencia, el gusto por el detalle, y el mimo a la hora de construir personajes —y, por ende, de reforzar la empatía hacia ellos— que existía en los anteriores trabajos del director, “Sabotage” mantiene la casi innata capacidad de Ayer para transportar al espectador a ras de calle junto a las fuerzas del orden. De nuevo, y en esta ocasión, acompañados de un disfuncional equipo de élite de la DEA, tan carismático como repleto de clichés —que en este caso, ayudan a conectar con los personajes—, podemos sentir el olor a pólvora, escuchar los silbidos de las balas rebotando al lado nuestro y percibir las amenazas en cada esquina durante las impecables secuencias de acción de un filme cuya mayor baza es su autoconsciencia. Y es que “Sabotage” sabe que su naturaleza no es la del thriller policiaco pausado que pretende aparentar durante parte de su metraje, regalando una trama de investigación superflua y desechable en la mayor parte de sus aspectos. Lo que realmente importa aquí es el nervio, la testosterona, y la descarnada violencia que se muestra en pantalla, cruda y no apta para todos los públicos, que evoca a las maravillosa carnicerías con las que supo deleitarnos Paul Verhoeven.
Obviamente, esta última pieza firmada por David Ayer no pasará a formar parte de la historia como referente del cine policiaco, ni siquiera del cine de acción. Puede que la crudeza manifestada en el tratamiento de su violencia y lo insustancial de su trama de investigación generen rechazo entre gran parte del respetable, pero para todo aquel espectador que sea consciente del tipo de producto al que se va a enfrentar y que sepa disfrutar con este tipo de cintas, “Sabotage” supondrá una tremenda alegría con cierto sabor añejo; un regreso a aquellos maravillosos años en los que los héroes eran tipos duros con los biceps de acero, las balas hacían sangrar —y mucho— a los malos, y las películas de acción lucían un glorioso “para mayores de dieciocho” en su cartel.
Frases destacadas de «Sabotage»:
- Breacher: «In what we do, there is only trust.»
- Breacher: «Look at you, with your 48 percent body fat!.»
- Monster: «We’re not a team anymore. Just a gang.»
- Breacher: «You smoke?»
- Caroline: «Only when I find my witnesses nailed to the ceiling.»
- Stripclub Waitress: «Why they call you Pyro, honey?»
- Pyro: «‘Cause I hooked a flashbang in a meth lab, burned down the whole fucking apartment building.»