En su retorno al Cine, Victor Clavijo se nos muestra como lo más destacado de «Sicarivs», la irregular película de Javier Muñoz.
Sicario en la gran ciudad
Del mismo modo que José Luis Garci nos mostró a un Alfredo Landa capaz de acojonar al más pintado con «El Crack» (1981), Javier Muñoz nos muestra al animal interpretativo que hay en Victor Clavijo. Transformado en un sicario al que no le tiembla el pulso cuando ha de llevarse vidas por delante, el actor, al que vimos recientemente como Lope de Vega en la televisiva serie «El Ministerio del Tiempo», cumple perfectamente en el papel de hombre frío, sin escrúpulos, pero que guarda un ápice de humanidad motivada por la revelación final de la película. En ella, Javier Muñoz, cuya idea para su ópera prima apareció durante el rodaje de «Atasco en la Nacional» (2007) de la que fue guionista, intenta seguir el modus operandi y el día a día (o mejor dicho el noche a noche) del trabajo de un sicario. Un trabajo que, cómo se nos encarga de recordar durante la escena de inicio de la película, está más cerca de nosotros de lo que parece. Es esa idea de proximidad, de cercanía, de que nuestro vecino, ese al que ayudamos a subir la compra o saludamos al subir en el ascensor, pudiera ser un asesino a sueldo; la que sirve a Muñoz como base sobre la que construir el discurso narrativo de Sicarius. Como crítica al sistema deshumanizado de la vida urbanita en la que apenas tenemos ni idea de a qué se dedica la persona que tal vez duerma separado de nosotros por un tabique de ladrillo, el planteamiento es bueno. Es interesante, sobre todo y casi exclusivamente por la labor interpretativa, de Clavijo capaz de aguantar exclusivamente todo el peso narrativo de la película y dotar de los matices necesarios para hacernos creíbles la dualidad de su personaje.
Polar a la española
Pero tal vez Clavijo sea lo más salvable de un film que, es una colección de tópicos, tanto narrativamente, como en la construcción de relato y en la puesta en escena. Es interesante que se apueste por el cine de género en España y que nos atrevamos a hacer cine negro, más cercano al polar francés. «Sicarius» bebe mucho de «El Silencio de un Hombre» (Jean Pierre Melville 1967), de hecho hay innumerables paralelismos entre Delon y Clavijo, en la construcción del personaje- que al cine negro clásico. Pero al final, en 2015, para hacer un ejercicio de género o se hace de manera impecable, o jugamos con el género para proponer algo nuevo. Y Muñoz no lo intenta, salvo por el juego final de la proximidad del asesino y la deshumanización en la gran ciudad,como intento de reflexión, así «Sicarius» es a esta tesis lo que «El Silencio de un Hombre» es a la soledad. Al no arriesgar, nos encontramos, finalmente que el principal defecto de la película es la continua exposición de tópico tras tópico. Por muy bien interpretada que esté la voz en off omnisciente del protagonista, no deja de ser la enésima voz en off utilizada en cine negro. Por muy bien interpretados que estén los papeles secundarios, no dejan de ser arquetipos andantes que, por esa circunstancia, acaban siendo caricaturescos y autoparódicos (¿cuántos políticos corruptos, aficionados a las chicas de alterne y al polvo blanco más hemos de ver?). Por muy buena dicción y por muy buena labor de montaje que haya, ¿cuántas líneas de diálogos que demuestran lo chulo que es nuestro protagonista y lo malos que son los tipos que se carga debemos soportar antes de sonrojarnos?. Por muy buena iluminación, que la hay en muchos momentos y por muy buena planificación, que también la hay, ¿cuántos planos más a contraluz, en picado y en blanco y negro, hemos de soportar antes de poder catalogar lo que estamos viendo como una parodia del cine que se pretende homenajear?
Otra oportunidad perdida
En definitiva, Muñoz peca de no arriesgarse y de no aprovechar más a un pedazo de actor como la copa de un pino como es Victor Clavijo, al que un servidor tiene grabado en la memoria desde su memorable escena en Al Salir de Clase en la que, en el funeral del que fuera su hermano en la ficción, les decía las verdades del barquero a sus compañeros en un monólogo antológico. Pese a contar con él y a tener un punto de partida, a priori, interesante para poder jugar con el relato y su construcción narrativa, en lo que podría haber sido un interesante ejercicio de género, nos quedamos en la repetición más plana de un género que parece que sólo saben dar color y tratar con cariño en Asia. Es una lástima que el excelente trabajo de Victor y los secundarios, que intentaban dotar de cuerpo y alma a unos personajes que no dejan de ser hojas de personaje de un juego de rol, acaben enclaustrados en una película que se les queda pequeña. Aún así es digno y encomiable el intento de Javier Muñoz por hacer cine de género que vuelva a beber de los clásicos franceses de finales de los 70, y se atreva a ir más allá de las superproducciones actuales, pese al resultado final.
Frases destacadas de «Sicarivs»
- «Cada año desaparecen, sin dejar rastro, unas 1000 personas en este país. Yo soy el causante de unas cuantas»
- «Este trabajo sólo tiene una regla»
- «Sólo los listos sobreviven»