La canadiense «Silent Retreat» era una de las películas que tenía más ganas de ver en esta segunda edición del Festival Nocturna. La directora Tricia Lee y el guionista Corey Brown han lanzado a la audiencia un alegato feminista claro y directo.
Una chica muy joven ha conseguido evitar ir a la cárcel por un delito que ella asegura no haber cometido. Sin embargo, antes de volver a ser completamente libre, tendrá que pasar una temporada en un reformatorio femenino custodiado por tres hombres, un padre y sus dos hijos, donde no se permite que las internas hablen, entre ellas o con los guardias, bajo ninguna circunstancia. Para rematar la faena, hay una extraña criatura en el bosque que rodea el centro de rehabilitación con la que es mejor no encontrarse.
«Silent Retreat» plantea un marco, el del género de terror, para rellenarlo con un discurso comprometido, poco común en este tipo de cine y sobre todo necesario. Esta es una historia de mujeres oprimidas que tienen que luchar por alzar su voz y hombres que, desde una posición privilegiada, intentan dominarlas y manipularlas para convertirlas en lo que ellos quieren que sean.
«El cuento de la criada» de la escritora Margaret Atwood planteaba una sociedad en la que, con la excusa de una guerra, se había reducido a las mujeres a sus funciones reproductivas. Esta película puede leerse como un prototipo de aquello, un estadio anterior a la total sumisión, un campo de entrenamiento donde solo hay cinco chicas y tres guardias lavacerebros donde ellas no tienen ni voz ni voto. Tanto el libro de Atwood como la cinta de Lee recurren a la fantasía para contarnos una realidad que no tenemos tan lejos.
Cine de terror feminista
No hay sutileza a la hora de mostrar el discurso feminista de «Silent Retreat». Como reivindicación en boca de las chicas que están atrapadas en el reformatorio o como muestra de lo horrible que puede ser un terrorista machista, los personajes muestran de forma explícita la reivindicación del espacio femenino y la construcción de su identidad al margen de dictámenes masculinos hegemónicos (casarse, tener hijos, resultar atractiva). Esto ya la convierte en reseñable, sobre todo en el marco de un festival fantástico y de terror, donde hemos tenido la mala suerte de ver otras películas donde la violencia sexual contra mujeres campa a sus anchas sin más razón que mostrar lo malo que es el malo.
Si bien el fondo es intachable, estamos ante una producción de bajo presupuesto con sus defectos, algunos de ellos importantes, y todas las imperfecciones que se le quieran buscar. Tal vez lo que más complica las cosas es el montaje, un poco caótico y a ratos desconcertante, sobre todo cuando desaparecen las referencias para situar a los personajes cuando se mueven y están en el bosque y, en el plano siguiente, de pronto, han salido de él. Además, la idea de mezclar el terror psicológico del campo de adoctrinamiento con el frenesí sangriento que copa la pantalla cuando aparece el monstruo es, como poco, arriesgada.
En contraste con otros títulos que hemos visto como «Beneath», que era estupenda dentro de un planteamiento sin reivindicación social donde lo que primaba era asfixiarse con los personajes y pasarlo mal con ellos, «Silent Retreat» se suma a «Soulmate» para componer el tándem anti machista del Nocturna. Axelle Carolyn se embarcaba en una película de fantasmas donde terminaba por hablarnos de esos hombres que creen que las mujeres les deben algo (cariño, sexo) solo por haberse comportado decentemente con ellas mientras que Tricia Lee mezcla la angustia de la dictadura a pequeña escala con un monstruo asesino para contarnos que la opresión patriarcal existe y la lucha sigue cueste lo que cueste.