Tras su paso por la última edición del SXSW, se ha estrenado este verano “Sing street” en EEUU con gran éxito, y esta semana llega a las carteleras españolas.
Los chicos y las chicas son complicados
El guionista y realizador John Carney, que se dio a conocer con “Once” y se consolidó con “Begin again”, sigue mezclando en su nuevo trabajo “Sing Street” sus dos grandes pasiones: la música y el cine. También deja de manifiesto que es un romántico empedernido, y apelo a este concepto en su más amplio sentido. Carney construye este dulce y acaramelado drama romántico, nada original todo sea dicho, sobre un sustrato cargado de nostalgia y emotividad sustentada en una diversa compilación de éxitos de la década de los ochenta, pertenecientes a distintas bandas de lo que se denominó la new wave británica. El espectador puede encontrar temas en la banda sonora que van desde el techno a los nuevos románticos, finalizando en el movimiento post punk. Entre ellos destaca «Gold» de Spandau Ballet, «Rio» de Duran Duran, «Take on me» de A-Ha o «Lovecats» de The Cure». Y estos a su vez, le sirven de muleta en el devenir de los personajes.
“Sing Street” nos lleva a 1985, concretamente a Dublin. Conor es el menor de tres hermanos. Vive en el seno de una familia católica, que está pasando por ciertos apuros económicos. Por ese motivo, sus padres deciden cambiarle al colegio católico Synge Street. Un día a la salida de clase conoce a Raphina, una chica sin padres que vive en una casa de acogida. Como ella es modelo, Conor decide montar una banda de rock para que ella aparezca en los vídeos de la banda. Lo malo es que ella está enamorada de Evan, un chico mayor que Conor. Aun así, el no cejará en su empeño de enamorarla, y encontrará en su hermano Brendan y la música sus mejores aliados.
Con música todo se ve de color rosa
Es imposible encontrar en el séptimo arte una trama menos recurrente que los primeros amores. A saber, chico conoce chica, chico se enamora hasta las trancas, chico hace lo que sea por ella. Por supuesto, la princesa vive en otro plano romántico. Joven lucha por sortear los mil obstáculos que les separan. Sin mentar la consabida y manoseada guerra de sexos. A saber, es que las niñas son así o los niños son de aquella manera. Carney teje este cuento moderno con sus fantasías de amor juvenil, mezclado con los temas musicales que marcaron y se convirtieron en la banda sonora emocional de toda una generación. Es ahí, donde personalmente me funciona el filme. Pero, tras salir del visionado y reposar el metraje surgen los problemas.
Feliz-Triste
Este nuevo trabajo carece de los momentos brillantes que el espectador pudo disfrutar viendo “Begin again”, como por ejemplo cuando el productor musical, interpretado por Mark Ruffalo, va añadiendo orquestaciones a la preciosa canción que interpreta brillantemente Keira Knightley. Eso era cine. En este caso, su narrativa es tan convencional como eficaz. Basta recordar las dos primeras secuencias donde nos presenta los dos mundos de Conor, el hogar familiar y el nuevo colegio, con los dos acosadores (el cura y el compañero de clase), que serán dos de sus némesis. Estos enemigos resultan muy planos y profundamente estereotipados. Casi rozan el ridículo.
Conor y Carney se dejan llevar por las fuerzas irracionales de la pasión, de tal forma, que uno busca enamorar a Raphina y el realizador irlandés al público. El largometraje posee momentos divertidos y muy disfrutables, para dejar nítidas las cosas, es una feel-good movie en toda regla. Problema, que se hace un poco larga, y encima el director en ciertos momentos es redundante. Sobre escribe la acción con un uso excesivo de la música. Es incapaz de otorgar un margen de libertad al espectador, está constantemente guiando las emociones del patio de butacas, manipulando y hurgando en su esfera emocional sin la menor de las contemplaciones. Incluso llega a instrumentalizar los acordes de «Take on me» hasta la saciedad. El formidable reparto se encarga de dar un balón de oxígeno al irlandés, al dotar de frescura y naturalidad a sus interpretaciones. Destacamos Ferdia Walsh-Peelo y Jack Reynor, que da vida a la pareja de hermanos, y al pequeño grupo de compañeros de viaje de Conor, a los que rentabiliza bien en los momentos de rodaje de los distintos videoclips de la banda.
Al final, uno acaba pensando que Carney es un director muy sobrevalorado, porque sus trabajos son sumamente comerciales y convencionales. Siempre con tintes, ciertamente autobiográficos y románticos. En este caso, se nota mucho que busca convertirse en el nuevo musical de Broadway, como le pasó a “Once”. La única razón lógica que encuentro por la que los programadores del SXSW la seleccionaran es que aúna música y cine, el tema es a qué precio.
Frases destacadas:
- Brendan: “You know, will you go outside and start up the time machine so there we can all go back in time for Dad, Connor.”
- Robert: “Well, if this is the future, we’re all screwed, aren’t we? I mean, look at this guy”.
- Darren: “She is not interested in any of the boys in school”
- Brendan: “That was bad, bad music. And there is nothing as bad in this world as bad music”.
- Brendan: “Every school has his cover band. Every pub has his cover band. Every weeding has his cover band. And every cover band has a middle-age member who’ll never know whether they could have made it in the music industry or not”
- Mick: “So now, we are a gay band”
- Mick: “There’s a cowboy in Village People”.
- Brandan: “It’s an exercise of imagination. Think big, Conor. This is just a means to an end”
- Brendan: “No woman can truly love a man who listens to Phil Collins”
- Priest: “No more Ziggy Stardust”
- Raphina: “Your problem is that you’re not happy being sad. But that’s what love is, Cosmo. Happy-sad”.
- Raphina: “For our art, Cosmo. You can never do anything by half. Do you understand that?”