La nueva y esperada película del director de Drive, Nicolas Winding Refn, cuenta con una estética poderosísima para una escasez de mensaje que se acaba confundiendo en una reiteración innecesaria.
Un descenso al infierno
Situada en Bangkok, nos aleja a un infierno improvisado, un mundo casi irreal por pertenecer a la parte más onírica de nuestros conceptos o lo que es lo mismo (o parecido) a la imagen que el cine nos ha hecho formarnos de determinados lugares. El ambiente de la prostitución, la corrupción y la degradación a la que conduce la miseria, son el trasfondo de un horror mucho mayor que arrastran los protagonistas de esta historia. Dos hermanos, dominados por una madre que en la distancia mueve los hilos de su vida, se rodean de todo lo que nos puede introducir en el lado oscuro, ese que Lynch reflejara angustiosamente en Terciopelo azul, pero en esta ocasión apenas nos deja respirar en el contraste. No nos deja refugio. La violencia de las luchas clandestinas, el ambiente de los gimnasios de boxeo, los locales de prostitución, la droga… nos sumergen en un mundo que transcurre de noche, de luces artificiales y colores brillantes, que conduce a una espiral descendente de la que no se puede salir. Es ahí donde el diablo se cobra sus víctimas.
La lucha por la redención
En esa espiral ambos hermanos tomaran caminos diferentes, como dos versiones de una misma alma. Mientras uno se deja arrastrar hacia lo más profundo de su degradación en una búsqueda del castigo liberador, o como él mismo dice “es hora de conocer al diablo”, el otro luchará por salir de la espiral, buscará un perdón imposible porque a esas alturas sus tratos ya no son con dios y “sólo dios perdona”.
A través de la alegoría, el silencio y la lentitud de la imagen, pretende sumergirnos en el interior de la conciencia pero en esta ocasión se le escapan los tiempos, se repite en exceso en sus mensajes más preocupado por crear una estética que subyugue que por potenciar sensaciones. El diablo, que en este caso es un justiciero comisario (o no), se mueve entre el personaje enigmático y desconcertante y el patetismo ridículo (sirva de ejemplo su afán por cantar en mitad de sus investigaciones al estilo del más turbador Dennis Hopper de Terciopelo azul, otra vez). Busca el mal y lo castiga, porque en el mal están sus víctimas, pero no duda en aplicar la justicia del diablo, de la que no hay escapatoria. Tan sólo los buenos pueden convivir con la esencia del mal.
Una madre que busca venganza… u obediencia
Más enigmática y extrema resulta la fantástica interpretación de Kristin Scott Thomas (El paciente inglés) en un papel de difícil contención consigue transmitir un perversión por encima del horror que muestra de forma explícita la película. Intuimos el incesto, la manipulación, el dominio de una madre que engendra el mal para extenderlo y se rebela cuando escapa de su control. Su búsqueda de una venganza para su hijo muerto es una tapadera de la lucha por el poder, por la imposición de su voluntad, de su mal que al final le conducirá también a encontrarse con el diablo.
Pero en realidad, el protagonista de la historia es Julián, Ryan Gosling (Drive), el hermano que lucha entre la vida y la perdición. Y esta simbólica lucha, que prácticamente realiza desde los pensamientos de su sillón, es la más desdibujada y reiterativa. Su simbología se mueve entre la chica y la violencia a través de su impenetrable e inexpresivo rostro. Vuelca todo el expresionismo en decorados imposibles e imágenes cargadas de intención pero no de contenido que acaban aburriendo.
Sólo dios perdona acaba resultando excesivamente visual y confusa. Su simbolismo (ligeramente machista) y mensaje están sugerentemente expuestos y aseguran la controversia interpretativa que tan estimulante puede ser al salir de una sala de cine. Lástima que la autocomplacencia estética haga que su lentitud no cumpla la función de ambientar y comunicar sino que acabe cansando.
Frases destacadas de Solo Dios perdona
Hermano: Es hora de conocer al diablo
Comisario: Ellas que cierren los ojos y no los abran escuchen lo que escuchen. Ellos que los abran bien y tomen buena nota de lo que vean.
Madre: Todos me decían que deshiciera de ti, pero yo quise tenerte
Julián: ¿Quieres pelear?
Pues yo la he visto ya dos veces y no sé por qué, pero me sigue encantando.
Yo me he quedado sin verla porque se estrenó en EEUU cuando estaba de vacaciones y no ha durado mucho en cartelera aquí.
[…] dosis de comedia negra sin ahogarse en la ridiculización del gag. Igual que Ryan Gosling en “Solo Dios perdona” (Nicolas Winding Refn, 2013) Dwight representa el arquetipo del hombre inofensivo que frente a […]
[…] recuerdan, por momentos, a la polémica proyección en la pasada edición del certamen de “Only God Forgives” (Nicholas Winding Refn, 2013). La principal diferencia entre ambos sucesos es que, si bien la cinta […]
[…] esta escena esta bellamente rodada en fuertes rojos, azules y negros que recuerdan a “Solo Dios perdona” (2013) y que, al igual que en la película de Winding Refn, inunda de esencia onírica esta […]