Florida, el estado soleado, donde tienen lugar las más deseadas fiestas de spring break (la Semana Santa española) donde se congregan cientos de miles de jóvenes para desfasar y liberar la presión de los estudios. Ser adolescente menor de edad y tomar la decisión de robar a punta de pistola un restaurante para financiarse estas vacaciones. Harmory Korine, creador de títulos inquietantes como Gummo o Trash Humpers (y mal nominado enfant terrible del cine subversivo estadounidense actual) nos ofrece el relato de cuatro chicas que, ya desde el principio, vemos que se tomarán este viaje iniciático no sólo como lo más importante y conmovedor que les sucederá en sus vidas, sino como un ritual de paso que las convertirá en verdaderas mujeres.
Ya que lo que tiene que ver con las cuestiones de género está muy presente durante todo el filme. Con la prestancia con la que las angélicas protagonistas se colocan en el centro de la escena como objeto de deseo y reclamo sexual (será imposible no observar lo espectacular de todos sus cuerpos y de cómo con su lenguaje corporal intentan cautivarnos) se cuelgan la corona de golfas, si no de putas con el que tan fácilmente se espolea a las tías buenas conscientes y prestantes al exhibicionismo. En realidad por cómo consiguen manejar su dote empoderándose y saltando muros a los que no serían capaces de llegar las más recatadas (lo sentimos, Selena Gomez), y sobre todo, por lo que hacen con ese poder, parece que puede tratarse de un discurso tour de force entre el feminismo y el hembrismo, y se consagra con el guiño a las Pussy Riot que lo que comenzó con Thelma & Louise y pudieron continuar Fóllame, o Girls Gone Wild vive en Springs Breakers una nueva dimensión reflexiva.
Springs Breakers es, en esencia, un ejercicio de encumbramiento del mainstream con toneladas de comicidad obtusa para el espectador poco familiarizado con los elementos a los que recurre. Esto último se explica con que como marco nos encontramos con una sucesión de emblemas de lo que los alarmistas y mojigatos consideran síntomas de los males que acucian a los jóvenes de hoy en día: música dubstep, el Internet iracundo encarnado en la constante presencia de My Little Pony (icono de los 4chaneros), el arte white rap o las diversas fiestas de desfase alcohólico. Pero en un cruce de realidades, todos estos elementos no serán el mayor riesgo al que puedan someterse nuestras protagonistas, ni tan siquiera potenciadores de su ira y agresividad. Inalterables ante estos símbolos parecen más bien luchar contra sus dos consustanciales, radicales vertientes bondadosa y malvada.
Texturas de neón (Cliff Martinez repite después de Drive realizando una banda sonora de película de estética neon noir), la interpretación más extraña y divertida de James Franco hasta la fecha, un montón de cuerpos hiperexpuestos y un guión a ratos impredecible y a otros hilarante, convierten a Springs Breakers en una opción de un Korine para todos los públicos que no dejará a nadie indiferente. Tan atractiva y despiadada como te lo puedan parecer sus protagonistas.
SKRILLEX – Scary Monsters And Nice Sprites
Calificación: 7
[…] de fascinación y espanto. Desde “Trainspotting” (Danny Boyle) hasta la venidera secuela de “Spring Breakers” (Harmony Korine) que contará con su firma en el guión, todas sus creaciones se construyen a […]
[…] estas escenas y por su cuidada ambientación, en la que destaca la fotografía de Benoît Debie (“Spring breakers”, 2012) a la hora de iluminar espacios interiores, sino también por la monumental interpretación […]