Hemos podido ver en la Cineteca del Matadero: Stockholm, uno de los proyectos españoles más interesante del último año y la película revelación en Málaga 2013.
Sería muy sencillo y simplista sacar a coalición el Before sunshine de Richard Linklater a la hora de hablar de Stockholm (Rodrigo Sorogoyen, 2013), pero aunque la influencia de ésta en la obra de Sorogoyen sea innegable (buscada o no), su película nada tiene que ver con la trilogía del realizador estadounidense en lo que a contenido se refiere.
La historia protagonizada por Javier Pereira y Aura Garrido se trata de un relato apegado totalmente al tiempo actual al que se le tacha de generacional, no sin cierta razón, pero que simultáneamente funciona también de la forma más universal posible. Habla de cómo pueden conocerse dos personas hoy en día, pero no por ello implica que nadie que no pertenezca a la generación pueda comprenderla. En el fondo, en muchos sentidos, la película habla de los hombres y de las mujeres, de cómo piensan unos y cómo piensan las otras, de cómo actúan unas y cómo lo hacen los otros. Sin juzgar, sin tratar de justificar o endemoniar. La película tiene la cualidad de que obliga al espectador a posicionarse desde un inicio con uno de los dos participantes de la historia, aunque será según vaya avanzando que la necesidad imperiosa de decidir a quién de los dos apoyar sea mayor. Pero, muy astutamente, no obliga al espectador a posicionarse con ninguno de ellos, está en su mano el elegir con qué opción quedarse.
La curiosa estructura que divide la película en dos partes: noche y día; si bien podría ser el mayor problema de la cinta se ha conseguido solucionar bien, rozando el límite, pero adecuadamente. Porque durante la primera parte, los primeros 70 minutos aprox. estuve totalmente interesado por el ir y venir de frases, ideas ¿y mentiras? que los dos protagonistas intercambiaban. Aquí es donde llega mi duda, en saber si a alguien que no perteneciese a mi generación el interés le hubiese atrapado tanto. Creo que yo he estado en situaciones similares y eso hace que una historia de estas características me atraiga e intrigue. Sin embargo, no se si a alguien que nunca se haya visto en una situación similar le interesaría tanto, lo suficiente como para aguantar tanto tiempo inmerso en la historia.
Durante la noche vemos una conversación en la que un chico (como podemos ser cualquiera de nosotros) trata de convencer a una chica (como puede ser cualquiera de vosotras) para llevársela a su casa. Usa todas las estrategias que se le ocurren, mientras ellas hace lo mismo para tratar de rechazarle. Un diálogo del que hay que decir que, aunque claramente pensado y trabajado, en ocasiones peca un poco de organicidad. Tanto por las palabras en sí como por cómo se dicen, la cadencia, el ritmo y la velocidad, durante esta parte (sobre todo en los primeros minutos, pues según entra en dinámica la película este defecto poco a poco se va limando) los diálogos rechinan a instantes.
Sin embargo, acaba habiendo un momento de ruptura en una escena que si bien algunos podrían considerar totalmente efectista (sobre todo en relación a la sobriedad con la que se ha tratado la película hasta ese momento). En una maravillosa escena en la que la obertura de La gazza ladra de Rossini inunda la pantalla tenemos la mayor definición que puede darse de la propia obra de Sorogoyen. Un viaje en un ascensor, una mirada de ella… todo indicando la definición de lo que esa noche es al fin y al cabo: un juego, una partida de cartas en la que cada uno juega su mano y decide cómo usar lo que tiene.
Al llegar el día todo se vuelve mucho más duro y crudo. La luz de la mañana muestra cosas que no se veían en las sombras que formaba la noche. Así,el reflejante blanco de la casa de Stockholm hace daño a la vista, duele como los acontecimientos que esa blancura del día va a mostrar. Los personajes han cambiado por la mañana y el espectador no puede impedirse a si mismo soltar pequeñas risas según ve los acontecimientos de la segunda parte. Pero no por lo gracioso de la situación, sino lo contrario, como un mecanismo de protección hacía si mismo al ver una situación que como los protagonistas no termina de comprender y con la que se siente incómodo. Más y más según la película se aproxima a su último plano y corte a negro. Una parte que funciona como el mecanismo de un reloj que da la hora de forma milimétrica.
Stockholm es una película de realización sencilla, rodada con muy poco presupuesto y que exige por forma e historia que así sea. Podría, en cierta medida, definirse como una vertiente oscura (y opino mucho más interesante y atrayente) de In search of a midnight kiss. Se trata de una obra de cine independiente que no tiene nada que envidiar a películas de mayor presupuesto. Un tipo de cine que indudablemente debe existir en nuestro país, pero que, sin embargo, se encuentra en una situación contraria: habiendo ganado tres Biznagas de oro en el Festival de Málaga y sin distribución aún para que se vea en salas. Un proyecto que en parte fue financiado por crowdfunding (13.000€ de los 60.000€ totales de presupuesto) por 244 mecenas que, cosas de la industria, aún no tienen la posibilidad de ver su película en una sala de cine. Algo que esperamos (cruzando los dedos y esperanzados) que se solucione pronto.
Acabo de llegar del cine y todavia se me pone el bello de punta.
No me ha encantado, ha sido algo mas alla.
Cierto que en algun momento los dialogos rechinan pero mas por ejecucion que por otra cosa. Pero la pelicula es una delcia en si misma. Desarrollada y contada magniicamente. Atrayente y sorprendente.
Es enormemente satisfactorio comprobar el buen cine que los nuestros pueden hacer, sin tener que recurrir a las viejas historias que siempre se nos cuentan.
De acuerdo con practicamente toda la critica
Me ha encantado
Enhorabuena
Nos alegra ver que te ha gustado al recomendación de esta semana. Consideramos que es un film muy bueno, y que merece una oportunidad. Nuestro ciine es capaz de jugar con las mismas cartas que Hollywood.
No he podido completar de leer tu crítica, me indigna, como persona que escribe sobre cine, que seas capaz de llegar a incluir en una crítica algo como «yo, como chico que quiere llegar a llevarse a una chica a casa … y vosotras como chicas…»,o algo así. Y el problema de esta cinta es que el tanto por ciento que se siente identificado con la obra es muy alto, y eso me hace reflexionar sobre los motivos que tiene la sociedad para sentirse tan poco querida como la protagonista, porque Stockholm no es otra cosa que una historia contada desde la perspectiva de los rechazados, de los perdedores…
Hola, Jose. Te invito a releer la crítica de Arturo. No dice «yo, como chico» sino que «podría ser un chico como yo».
La película habla de la perspectiva de los rechazados y perdedores pero, además, en un contexto, el nuestro, el del siglo XXI, donde hay chicos que acosan a una chica para llevársela a la cama. Es decir: no habla tan solo de los perdedores.
Espero que este film llegue a las pantallas norteamericanas de alguna manera. A ver si hay suerte y la puedo ver aqui.