Mar. Mar 19th, 2024

Clint Eastwood recrea en tono analítico y laudatorio el aterrizaje del piloto Chelsey Sullenberger en el río Hudson que salvó la vida de 155 personas en 2009. 

El milagro del Hudson

El cine de Clint Easwood está plagado de personajes con luces y sombras que luchan batallas vitales en solitario día a día. Pese a que desde que comenzó la segunda década del nuevo siglo, el director ha continuado en esta línea, es cierto que desde «Invictus» (2009) no ha terminado de acertar ni con estos proyectos ni con los más plurales: la no demasiado bien considerada  «Más allá de la vida» (2010), la polarizada «J. Edgar» (2011), su fallida incursión en el musical de Broadway con «Jersey Boys» (2014), y sobre todo, su conservadora y abúlica visión de la vida del marine Chris Kyle en «El francotirador» (2014) así lo manifiestan. Con «Sully», de nuevo basada en hechos reales (aunque más en un acontecimiento que en su protagonista) vuelve a quedarse a medias por su pretensión de aunar el rigor analítico del hecho que está contando, la tensión de un thriller, la emotividad de un drama y el rendimiento de honores solemne al hombre que llevó a cabo el llamado «Milagro del Hudson».

El 15 de Enero de 2009 despegó del aeropuerto de LaGuardia (Nueva York) el vuelo 1549 de US Airways; nada más salir, los dos motores del avión quedaron inutilizados debido al choque con una bandada de gansos, por lo que el piloto Chelsey «Sully» Sullenberger se vio obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en el río Hudson, maniobra que llevó a cabo con tanta destreza que salvó la vida de todos los que estaban a bordo, 150 pasajeros y 5 tripulantes. Debido a las bajas temperaturas, también fue fundamental la rapidez de la actuación de los equipos de rescate y de los ferrys que se encontraban en la zona. La película se centra en la investigación posterior por parte de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) para determinar si la decisión de Sully de acuatizar y no volver al aeropuerto fue acertada o temeraria. Mientras, asistiremos al proceso de aceptación psicológica del peso de la responsabilidad que conlleva una proeza de esta características.

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Punto de vista múltiple

El aterrizaje, el abandono del avión y el rescate de los pasajeros y los miembros de la tripulación duró en total 24 minutos, y sin embargo, su recreación es lo que más tiempo de metraje ocupa en la película. ¿Cómo es eso posible? Contado a tiempo real, Eastwood presenta el suceso desde el punto de vista de todos los que participaron de forma directa o indirecta en el mismo, desde los pasajeros, los controladores aéreos, los habitantes de la ciudad, los equipos de rescate o el propio Sully. Pero lo que en un documental o en una cinta que buscara la objetividad sería un excelente ejercicio de reconstrucción, es contraproducente en una película de clara intencionalidad humanista. Sin duda, la figura de Sully (interpretado por el siempre excelente Tom Hanks, aunque aquí no tenga mucha oportunidad de lucimiento) conduce la narración, pero su descripción es tan plana como la de los secundarios, simplemente esbozos de personajes (quizás el de la mujer de Sully, interpretada por una muy desaparovechada Laura Linney, sea el mejor ejemplo) que no despiertan ninguna empatía.

Una película americana

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Nueva York se convierte en el escenario opresivo donde Sully no puede escapar de su obsesión por lo que podría haber sido un accidente fatal. Referencia nada sutil de la necesidad del ciudadano estadounidense de encontrar héroes tras un suceso tan traumatizante como el 11-S, poniendo en algunos momentos el énfasis en aquellos que vuelven a ver con terror un avión planear a nivel bajo sobre los rascacielos de su ciudad. Por este motivo, si por ejemplo en «El vuelo» (2012) Robert Zemeckis contrastaba el increíble aterrizaje forzoso invertido de Whip Whitaker del vuelo 227 de SouthJet con su adicción al alcohol, no vamos a encontrarnos con ninguna ambigüedad en «Sully»: se trata de un homenaje colectivo que, si bien no siempre se muestra condescendiente, es lo suficientemente autocomplaciente como para que su interés como producto cinematográfico fuera del ámbito estadounidense (y yendo más allá, incluso del neoyorquino) sea dudoso, al margen de lo impresionante de la hazaña que cuenta.

Frases destacadas:

  • Sully: «Los ingenieros no son pilotos. Se equivocan. Y no estaban allí»
  • Sully: «Nunca hay precedentes hasta que algo ocurre por primera vez»
  • Sully: «Quiero mi vida de antes»
  • Carl Clark: «Hacía mucho que en Nueva York no teníamos una noticia tan buena, sobre todo relacionada con un avión»

Trailer de «Sully»

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