Mar. Mar 19th, 2024
Imágenes Taxi Teheran, lo último de Jafar Panahi

La censura iraní no supone un obstáculo para Jafar Panahi. Un taxi con una cámara es más que suficiente para desmenuzar su sociedad, le pese a quien le pese.

Un taxista puede ser un mero chófer o ser testigo de las más trepidantes historias. Poniendo un poco de atención, podrá enterarse de los dimes y diretes de su zona de trabajo, de los problemas de la sociedad. Esa ha sido la excusa perfecta del director iraní Jafar Panahi para realizar este documental sobre la vida en Irán.

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Irán: pena de muerte, machismo…

En una ciudad como Teherán, no muchos parecen conocer al cineasta Panahi. Y eso es una gran ventaja para él. Tan sólo ha necesitado una cámara oculta instalada en el salpicadero de un taxi para conocer sus preocupaciones y prejuicios.

Un día cualquiera en un taxi cualquiera. Un hombre y una mujer con velo se suben. Él comienza a contar que a su cuñado le cambiaron las ruedas del coche por ladrillos para que no pudiera circular. A continuación, añade: «si fuera jefe de Estado, colgaría a un par de ellos para que se dieran un buen susto. Digo yo que si ahorcan a dos personas, el resto tomarán nota». En ese momento, comienza una discusión entre ambos clientes, pues ella considera que la pena de muerte, vigente a día de hoy en el país, no hará que desaparezcan los malhechores ni que estos cambien su conducta.

Es sólo una anécdota, pero refleja a la perfección los dos polos de la sociedad iraní, aquella que vive estancada en el pasado y apoya las ejecuciones en las plazas públicas (no, no es una exageración. En pleno siglo XXI, esta práctica sigue activa), frente a la otra parte que intenta avanzar y apoya los derechos humanos en el país.

La situación de la mujer también parece haberse quedado encallada en el medievo. Y Panahi lo refleja con la ayuda de «la mujer de las flores», como la llama en el documental la sobrina del director. Aquella mujer que vende rosas en casa del cineasta es abogada y explica al subirse al taxi cómo varias mujeres fueron retenidas por acudir a un partido de voleibol. Todas fueron liberadas, menos una: Ghoncheh Ghavami. Su caso es peor, pues pasó más de medio año encarcelada. Un caso que no sólo hizo que Ghavami diera con sus huesos en prisión, sino que valió su puesto a su abogada Nasrin Sotoudeh, que narra en el taxi que el Colegio de Abogados, que debería protegerla, ha sido quien ha aprobado la retirada de su permiso para ejercer la abogacía.

La supremacía del hombre sobre la mujer o el hecho de tratar de ocultar la violencia en sus calles también están muy presentes. En este caso, el protagonismo lo adquiere una divertida Hana Saeidi, sobrina en la vida real de Panahi, que está rodando un cortometraje para el colegio. Algunas de las condiciones requeridas por su profesora son sorprendentes: las mujeres deben ir siempre con la cabeza cubierta por el velo, los buenos tienen que ir sin corbata y no debe haber realismo sórdido. Esto último merece ser explicado: aquello violento o «indecente» para su sociedad no debe ser mostrado ante la cámara. Lo que hace que la pequeña deba desechar varias tomas.

La censura llegó al propio Panahi, que explica al final del filme que no habrá créditos porque el gobierno no dio el visto bueno a la cinta y la consideró no distribuible. Si nosotros podemos verlo es por el Parlamento Europeo y otros organismos que han apoyado a la productora creada por el director, permitiéndole así que «Taxi Teherán» saliera a la luz.

Supersticiones casi místicas como las de los ancianas nacidas el mismo día a la misma hora que creen que morirán si no recogen dos peces de un lado cercano a Teherán para devolverlos al agua y sustituirlos por otros dos ejemplares, dejan claro cómo hay regímenes que perpetúan las tradiciones más casposas.

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Un taxista que no pisó el acelerador

Sin duda, el director Jafar Panahi supo escoger el mejor modo para reflejar la situación de Irán en nuestros días. No obstante, el ritmo del documental es tan lento y desesperante en ocasiones como ir a 10 kilómetros por hora en carretera.

Quizás sea el hecho de que las dos cámaras que se encuentran en el taxi, una mirando al interior y la otra al exterior, sean junto con la cámara de fotos de la sobrina del director las únicas testigos de lo sucedido. Sin salir del vehículo, resulta casi imposible dar dinamismo a la grabación, a no ser que hablemos de un producto similar a ‘Fast and the Furious». O es posible que sea el carácter tranquilo del director, que apenas se inmuta cuando hay discusiones en su taxi. Pero el resultado es un documental con un contenido apasionante que hará que mires mil veces tu reloj en la hora y media de duración del mismo.

Un buen cocinero necesita dar con la velocidad de cocción adecuada y a Panahi se le olvidó ese pequeño detalle.

Imágenes Taxi Teheran, lo último de Jafar Panahi

Frases destacadas de «Taxi Teherán»

  • Cliente 1: «Si fuera jefe de Estado, colgaría a un par de ellos para que se dieran un buen susto».
  • Cliente 1: «Digo yo que si ahorcan a dos personas, el resto tomarán nota»
  • Clienta 2: «¿Han desaparecido las agresiones por colgar gente?».
  • Clienta 3: «Estos peces deben caer al agua justo a las 12. Nuestra vida depende de ello».
  • Sobrina: «Si no piensas en tu reputación, piensa en la mía».
  • Mujer de las flores: «Primero montan un caso político, te meten en una celda. Cuando te sueltan, notas que el mundo exterior es una celda aún mayor. Tus amigos se convierten en tus enemigos».

Por Cristina del Gallego

Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Reporterismo en Televisión (URJC). Apasionada de la parte más social de nuestro oficio y de la Cultura, gran creadora de sueños.

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