Mar. Mar 19th, 2024

Advertencia: el visionado de esta película puede provocar indigestión en el gobierno central y en la Junta de Andalucia

Desde Málaga

La ópera de prima de Juan Miguel del Castillo, “Techo y comida”, se hizo con el premio del público en el pasado Festival de Málaga, siendo una de sus apuestas más potentes junto a otros títulos muy interesantes como la ganadora A cambio de nada (Daniel Guzmán), la simpática Requisitos para ser una persona normal (Leticia Dolera) y la rhomeriana obra fuera de concurso Los exiliados románticos (Jonás Trueba). A su vez, también se premió al sustento vital del filme, la actriz Natalia De Molina, conocida por su papel en Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba) y que acaba de consolidar su valía asumiendo el peso del relato que hoy tratamos.

Techo Y Comida (7)

Madre coraje

Techo y comida perfila su punta de mira desde sus inicios. En su segunda secuencia, Rocío confiesa llevar tres años y medio parada mientras que una funcionaria de la Junta de Andalucía se ve ajetreada por tener que llevar a cabo más trabajo que el que una sola persona puede ejercer. Nos presenta una realidad cargada de contradicciones como esta, pero también otras como la de un casero y su inquilina que se odian sin poder apuntar a los verdaderos culpables que están mucho más arriba. Los personajes secundarios pueden actuar de arquetipos, la madre del compañero del colegio pija, la vecina cotilla y la que ayuda a quien lo necesita desinteresadamente, pero ofrece un retrato desgarrador que se vive desde la angustia cada vez que madre e hijo aparecen en pantalla. Y es que esta madre coraje soltera, totalmente opuesta en su implicación familiar con la despreocupada progenitora de Jack, vive en sus propias carnes la precariedad laboral que ya vimos en “Hermosa juventud” (Jaime Rosales, 2014), la necesidad de conseguir mantener a un hijo en riesgo de malnutrición y emprender una búsqueda contrarreloj que le ayude a huir de la miseria acompañada de un niño que empieza a tomar consciencia del mar de incertidumbres en el que naufraga una España que destaca en el fútbol y suspende en su propia supervivencia.

Techo Y Comida (1)

A la estela de los Dardenne

Hay algo de los Dardenne en esta ópera prima, tanto en su acercamiento al personaje principal, como en su ausencia de música extradiegética ni elementos que traten de distorsionar la realidad, salvo la escena en la que se aúna un abrazo desesperado con el gol de la Selección española, rompiendo cierto espejismo de verosimilitud en pos de recrear una imagen potentísima que efectúa una metáfora visual tristemente cierta y perfectamente culminada en la secuencia de cierre del filme. También se parece a los hermanos belgas dos veces ganadores de la Palma de Oro en el acercamiento al drama social que viven las familias bajo el umbral de la pobreza, pero como ya vimos en Dos días, una noche(2014), se une el género del thriller, sumando al padecer de su protagonista la agónica extinción del tiempo, llegando demasiado pronto la fatalidad y demasiado tarde las ayudas, obligándola a lidiar contra un ambiente adverso donde brilla la solidaridad de una España silenciosa y el juicio de los que observan desde la lejanía y las apariencias, esculpiendo el alma de un país que está pasando por uno de sus peores momentos de su historia reciente.

Techo Y Comida (2)

Frases destacadas «Techo y comida»:

  • Rocío: “Puedo trabajar de lo que sea, cualquier cosa”.
  • Adrián: “¿Tú no comes mamá?”
  • Casera: “Yo tengo un hijo que también se ha quedado en el paro. Nietos… Y ya sabes que los bancos no perdonan…”
  • Vecina cotilla: “Qué pena esa chica. Me acuerdo de que tenía un niño y se lo quitó la Junta de Andalucía”.
  • Casero: “Si no me vas a pagar me vengo un día con la escopeta de cartuchos”.

Trailer «Techo y comida»

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

2 comentarios en «“Techo y comida”: duele»

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