Mar. Mar 19th, 2024

Disección de la homosexualidad desde la represión familiar religiosa de clase

Abierta in media res, el espectador no acaba de situarse ante las primeras secuencias de «Temblores». El nuevo trabajo de Jayro Bustamante, nos presenta una situación tensa y compleja. Desde la perspectiva de una familia guatemalteca acomodada, vislumbramos ciertos reproches, incomprensión, ira contenida. Un compendio de actitudes hostiles que irrumpen contra Pablo, quien carga con el mantra de la culpabilidad que más adelante veremos que no solo manifiesta su familia, sino que se vive en la esencia de la sociedad del momento.

A medida que avanza el filme, elegantemente narrado con una dirección directa y esteta, con un uso apagado del color que nos sucumbe en la realidad de lo narrado, comprendemos la angustia psicológica de Pablo. Un hombre que no quiere enfrentar su psicología y su fisicidad, su familia y su religión, pero al que la situación que le ha tocado vivir le arrastra para infelicidad de él mismo. Porque la cinta de Bustamante busca claramente reflejarnos algo que tristemente ocurre hoy en día. Sin maniqueísmos ni crítica social fácil, nos muestra con empatía la odisea personal de un ser humano machacado por su sexualidad.

«Temblores», que hace más referencia a los vaivenes emocionales de su protagonista que los terremotos del país centroamericano, nos habla de la homosexualidad en las altas esferas. Porque Pablo es miembro de una familia adinerada. Padre de dos hijos. Hombre de fe, evangélico, presionado por sus padres. Una persona que incapaz de reprimir más su homosexualidad, decide irse a vivir con el hombre al que ama. Esto conllevará violencia dialéctica y emocional con todos los miembros principales de su familia. A su vez, la presión vivida, le llevará a intentar refugiarse en los ambitenes homosexuales de la zona. Lugares de un poder adquisitivo mucho más bajo. Personas libres que son tratadas como apestadas por quien manejan el dinero en el país.

Familia y religión

Si bien la primera mitad del filme ya es poderosa y concisa en sus intenciones, las escenas más crudas las viviremos sobre su final. No queriendo renunciar a su familia, Pablo se verá arrastrado por sesiones infames de curación de la homosexualidad. Campamentos de reeducación sexual para hombres adultos. Todo maquinado por una iglesia evangélica que hace del espectáculo y del grito predicador su forma de supervivencia. Religiosos que se alimentan del dinero de sus fieles de alta alcurnia, y que a su vez utilizan a este estamento religioso para controlar a las ovejas descarriadas como es el caso de Pablo. Retroalimentación malsana con la que Pablo deberá lidiar si quiere mantener su relación con su familia. Una decisión compleja, que golpea de lleno a su protagonista quien contagia sus temblores psicológicos y emocionales al espectador en un gran ejercicio de empatía y saber hacer cinematográfico.

Frases destacadas:

«Necesitan una familia normal. Un papá y una mamá»

Tráiler de «Temblores»:

Por Luis Suñer

Graduado en Humanidades, crítico de cine y muerto de hambre en general.

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