Quizá desde el abismo de Helm estábamos esperando que alguien se atreviera a seguir la senda abierta por Verhoeven con «Los señores del acero» y nos mostrara la mugre y la mala leche del medievo en todo su esplendor. Muchas producciones pretendidamente épicas se han quedado en los parámetros estéticos dictados por el «Gladiator» de Scott y no ha habido nadie que se haya atrevido a llegar más allá en cuanto al nivel de carnaza en pantalla. Templario, film dirigido por Jonathan English, es una macarrada con castillos, mandobles y catapultas. Diversión Serie B sin prejuicios con Cota de Malla.
La premisa de Templario se basa en la firma de la Carta Magna por parte del Rey Juan I de Inglaterra y la subsiguiente escalada de violencia que provocó que el monarca terminara haciendo todo lo contrario a lo acordado. Un pequeño grupo de rebeldes entre los que se encuentra el templario Marshall, se hacinan en el castillo de Rochester para intentar repeler el cruento ataque orquestado por el Rey Juan junto a sus hordas de mercenarios Daneses. A partir de aquí, que corra la sangre.
El film muestra sus carencias desde el principio, con una fotografía desigual y en su mayoría captada cámara en mano con poco atino en alguna ocasión. Sin embargo la suerte de contar con talentos como Paul Giamatti, Brian Cox o el grandísimo Charles Dance hacen que cada momento suyo en pantalla valga el precio de la entrada. Se trata a todas luces de una producción independiente levantada a base de colaboraciones internacionales que ha logrado hacerse un hueco en nuestra cartelera este verano, lo cual es muy de aplaudir con los titanes con los que se tendrá que batir en duelo.
Lo mejor sin duda alguna de la cinta es el grado de violencia con el que se han retratado las batallas. La brutalidad con la que arremeten las maquinas de guerra de la época asombran a una audiencia que todavía no sabe que esperar del film. Poco a poco y a medida que el combate se acerca al cuerpo a cuerpo, empezamos a ser testigos de las salvajadas cometidas con esas armas afiladas, puntiagudas y sobre todo pesadas. La sangre brota sin mesura durante gran parte de la película, mientras de descanso provocan más de una sonrisa cómplice entre el público al descubrir las trampas que le tiene reservadas el destino al protagonista del film.
James Purefoy no podría dar mejor en cámara blandiendo el mandoble de una manera impresionante aunque sus momentos más tranquilos dejan entrever a un actor todavía en rodaje. Del impresionante plantel de secundarios quizá se lleve la palma el sin par Paul Giamatti al tener reservada una de las escenas más desquiciadas de todo el metraje, que le da la oportunidad de convertirse en le
mismísimo demonio delante de nuestros incrédulos ojos. Templario no arrasará en ninguna entrega de premios pero es más que seguro que consiga una pequeña legión de seguidores entre quienes tengan la suerte de verla y conecten con su especial manera de retratar la historia.
Calificación: 6
El cartel ya es para atizarles con el mandoble: no sólo ya por la apelación comercialoide, en plan best-seller cutre, y cogidísima por los pelos a los templarios en plena Inglaterra del siglo XIII, sino por los eslóganes de baratillo que maneja: ¿»basado en hechos reales»? ¿Qué es esto, un puto telefilme de Antena 3″? ¿Hablamos de Historia con mayúsculas o de sensacionalismo sentimentaloide?; ahora, lo de «muerte o libertad» sí que tiene guasa, teniendo en cuenta el cariz de la vida medieval en Inglaterra y los postulados de la Carta Magna, y de un país que no conoció una noción ni parecida a la libertad hasta más se cinco siglos después. En fin, palabrería, cacharrería y sanguinolencia. Con el precio que lleva el cine…
Mi estimado 39 escalones cada día usted es más sagaz y divertido en sus comentarios, razón no le falta ni le sobra. Esto tiene una pinta horribilis. Yo no creo que vaya a verla.